Cuando la pensadora estadounidense Susan Neiman se propuso escribir su ensayo Izquierda no es woke (de reciente publicación en el sello Debate), se sentía molesta por varias facetas de lo que identificaba como ideología woke. En una entrevista contó que le irritaba bastante ver que algunos de sus amigos –quienes usualmente se definían como gente de izquierdas– ahora dudaran de inscribirse en esa categoría si eso suponía ser woke.
Se trata sin dudas de un triunfo de la derecha, que logró estigmatizar el término y enlazarlo a comportamientos y políticas de la izquierda global atribuyéndole rasgos negativos. Para Neiman esa operación es peligrosa y por eso empezó a escribir este libro donde rastrea las raíces intelectuales de lo woke y demuestra que esas ideas, además de estar sustentadas en falsas teorías, entran en conflicto con las bases del pensamiento de izquierda en los últimos años: un compromiso con el universalismo, la distinción entre justicia y poder, y la confianza en el progreso.
"¿Qué nos parece más esencial, las características accidentales con las que nacemos o los principios que abrazamos y defendemos? Tradicionalmente, era la derecha la que se centraba en lo primero y la izquierda la que ponía más énfasis en lo segundo", se pregunta y contesta Neiman, autora también de El mal en el pensamiento moderno. Una historia no convencional de la filosofía.