“Tengo una gota de sangre judía, como todo el mundo”. Las frases de la figura central de la literatura argentina continúan sembrando una constelación de interpretaciones. El Festival Borges, que empezará este lunes y se extenderá hasta el sábado 8 con acceso libre y gratuito e inscripción previa, es un encuentro literario de formato híbrido que se propone expandir las lecturas sobre el autor de Historia universal de la infamia. La cuarta edición, que se realizará por primera vez en la Alianza Francesa de Buenos Aires (Córdoba 946), tendrá cuatro invitados internacionales: Borja Bagunyà, profesor de la Universidad de Barcelona; Lisa Block de Behar, lingüista uruguaya; Edward Bizub, académico suizo-estadounidense autor de Borges en dédale, una biografía literaria que se centra en la tensión permanente entre Buenos Aires y Ginebra; y el académico checo Daniel Nemrava, la única conferencia presencial en la que abordará la conexión entre Borges y Kafka.
La programación presencial incluirá también a escritores argentinos. Gabriela Saidón dará una conferencia titulada “Borges, el judío”; Alejandro Vaccaro, Leonardo Pitlevnik y Patricio Zunini hablarán sobre los aspectos aún no explorados en torno a Borges; Alejandra Kamiya analizará el cuento “El Sur” con su particular mirada y compartirá herramientas literarias; Inés Estévez, actriz, música y escritora, conversará sobre su experiencia con Borges y recitará algunas de sus poesías favoritas; las escritoras Sonia Budassi, Yamila Begné y Olivia Gallo debatirán sobre cómo se lee hoy a Borges. No está mal cerrar el festival en el Cementerio de la Recoleta, aunque pueda sonar extraño o espeluznante. Juan Baroffio estará a cargo de la caminata “Los fantasmas de Borges”, un recorrido por el cementerio donde encontraron reposo definitivo muchas de las personas que jugaron un rol clave en la obra y vida del autor de El Aleph.
La escritora Vivian Dragna, organizadora del Festival Borges junto a la editora y gestora cultural Marisol Alonso, subraya que quieren que este encuentro sea “un espacio de intercambio, un lugar donde Borges como anfitrión nos abra las puertas para que conversemos, reflexionemos y podamos disfrutar del hábito de la lectura”. Alonso confirma que sostener un proyecto cultural gratuito es “un esfuerzo enorme”. “El propósito final es que la gente se acerque a la lectura, encuentre nuevas miradas y pueda construir espacios de diálogo que le den herramientas para desarrollar su propio pensamiento crítico, tan necesario frente a la realidad abrumadora con la que nos enfrentamos”.
“Leemos y releemos a Borges para desaprender lo que leímos en él”, plantea Yamila Begné, autora de las novelas Cuplá, La máquina de febrero y Estas piedras. “Con cada nueva lectura se caen las figuraciones, se caen más y más los preconceptos que, sean de la naturaleza que sean, casi míticos o académicos, rodean la obra de Borges. Por eso con cada lectura que sumamos fortalecemos un acercamiento personal a sus cuentos, sus ensayos, sus poemas”, analiza la escritora que nació en Buenos Aires, en 1983. Lo que más le interesa de esas nuevas lecturas es la capacidad de seguir enseñando aquello que ni siquiera se propuso. “Nos muestra estructuras y nos acerca el modo en que la ficción puede también pensar”.
Olivia Gallo (Buenos Aires, 1995) postula que Borges “sigue siendo la figura central de la literatura argentina”. “El preconcepto que tenemos sobre su obra como algo superior e incuestionable está muy presente cuando encaramos la lectura de uno de sus libros. Pero creo que es posible leerlo de otro modo, ver más allá de sus símbolos narrativos y adentrarnos en la intimidad de sus historias, descubrir en ellas no sólo lo maravilloso (me refiero tanto a los elementos fantásticos como al deslumbramiento que su prosa genera) sino también lo simple; en sus textos podemos seguir el trazo de sus obsesiones, distinguir ‘de qué está enamorado’, en palabras de (Witold) Gombrowicz. La lectura desde esta perspectiva permite desanudar la idea de que es un autor difícil o elevado; lo hace más accesible y divertido”, explica la autora del libro de cuentos Las chicas no lloran y la novela No son vacaciones.
Sonia Budassi (Bahía Blanca, 1978) dice que Borges parece ser una fuente inagotable de lecturas. “Sus interpretaciones siguen sirviendo a diferentes disciplinas y áreas del conocimiento y su obra se actualiza en cada lectura. En eso se basa su calidad de clásico, en su atemporalidad y en el poder de generar más textos”, pondera la autora del libro de cuentos Animales de compañía, con el que ganó el primer premio del Fondo Nacional de las Artes en 2021. “Los relatos más interesantes son los que terminan siendo metaliterarios -opina Budassi-; los que son teóricos al tiempo que nos cuentan una historia. A pesar de algunas consecuencias involuntarias de la canonización, y su tendencia a inmovilizarlo, Borges fue un subversivo, y toda frase hecha se complejiza bajo su tamiz. Subvirtió el valor de aquella sentencia de la aldea y el mundo, lo cual nos dejaba confundidos a los aspirantes a trabajadores de las letras”.
Gabriela Saidon revisará la relación de Borges con el judaísmo, un vínculo que se vio reforzado por el apoyo del autor de Ficciones al Estado de Israel y en sus lecturas de filósofos como Baruch Spinoza. Aunque esta relación fue explorada de forma sistemática en los últimos años, la escritora aclara que “se trata de una producción de nicho, en tanto es realizada por intelectuales y académicos de, al menos, apellidos judíos”, precisa la autora de la novela Cartas quemadas. “Ese no es un dato menor si pensamos en el judaísmo que a Borges le interesa y que recorre como un arroyo subterráneo gran parte de su producción oral y escrita, de ficción y de no ficción, cuentos, ensayos y poemas: el religioso, vinculado con la Torá y con la Cábala, y el que toma la figura del judío errante, marginal, perseguido, pero también vengativo. Borges militó contra el antisemitismo y el nazismo, sobre todo durante las décadas del 40 y del 50, y fue un ferviente defensor del Estado de Israel”, argumenta Saidon y recuerda el texto “Yo, judío”, de 1934, donde se refiere a lo que llamó su “deseo de judeidad”, que parte de una genealogía familiar posible por vía materna a través del apellido Acevedo (nunca comprobada) y se expande en su literatura. Borges también dijo: “Tengo una gota de sangre judía, como todo el mundo”.
Cuando Borges trata la cuestión judía en cuentos como “Emma Zunz”, “La muerte y la brújula”, “Guayaquil”, “El indigno” o “El muerto”, sus protagonistas (judíos) “son asesinos, traidores, delatores: víctimas que devienen victimarios y que obran, en algunos casos, movidos por la venganza”, señala Saidon y observa que esos textos pueden leerse como teorías de la ficción. “La ficción, parece decir Borges, es un invento judío”.
*La programación completa se puede consultar en www.festivalborges.com.ar