De los siete equipos brasileños que iniciaron la disputa de la Copa Libertadores, seis ya han asegurado su avance a los octavos de final. Cuatro de ellos (Fluminense, San Pablo, Palmeiras y Atlético Mineiro) ganaron sus grupos y los otros dos (Botafogo y Flamengo) pasaron como segundos. Queda Gremio que también se clasificará si este martes llegara a derrotar a Huachipato en Chile, e incluso puede ser primero si el sábado venidero vence a Estudiantes en Curitiba.
En cambio, de los cinco argentinos, apenas si sobrevivieron tres (River, Talleres de Córdoba y San Lorenzo) con el agregado que River y Talleres habrán de eliminarse entre sí. O sea, hay el doble de posibilidades que, como viene sucediendo ininterrumpidamente desde 2019, la Copa vuelva a ser levantada por los brasileños. Pero como el fútbol ha dado reiteradas pruebas de que no es una ciencia exacta, la racha ganadora tranquilamente puede detenerse en favor de uno de nuestros clubes. Los piques de la pelota suelen ser imprevisibles.
En los últimos cinco años, el mayor volumen económico del fútbol brasileño en comparación con el de la Argentina parece haber consolidado una ventaja que llevará mucho tiempo poder abreviar. La televisión y los auspiciantes de ese país le pagan a los clubes un dinero que nadie paga por aquí. Detrás de cada equipo, hay un empresario multimillonario o un grupo de empresas que apuestan a potenciarlo. Y a la hora de las grandes operaciones, Brasil vende más y a mucho mejores precios que la Argentina. Sin ir más lejos, Palmeiras embolsará 150 millones de euros por las transferencias de sus tres joyas adolescentes: Endrick (Real Madrid), Estevao (Chelsea) y Luis Guilherme (West Ham). Ninguna institución de nuestro país siquiera podría arrimarse al veinte por ciento de todo eso.
El sorteo de los octavos de final que hizo Conmebol este lunes en Paraguay contribuyó a reforzar este contexto desfavorable: habrá equipos brasileños en por lo menos cinco de las ocho llaves de octavos (River-Talleres y Junior de Barranquilla-Colo Colo son las únicas que no los tendrán). Y si ganaran todos esos cruces, también puede haberlos en tres de los cuatro enfrentamientos de cuartos. (los ganadores de River-Talleres y Junior-Colo Colo jugarán entre sí) y en las dos semifinales. A partir de lo cual es perfectamente posible que el sábado 30 de noviembre, Buenos Aires sea testigo de una nueva final entre equipos brasileños.
En inferioridad de condiciones económicas, River, Talleres y San Lorenzo tratarán de impedirlo. Con los argumentos futbolísticos que en ese instante tengan a mano. El viaje es posible pero cada vez más complicado. Brasil siempre está mas cerca de ganar la Copa porque tiene la billetera demasiado robusta. "El fútbol trae plata pero la plata no trae fútbol", sentenciaba el inolvidable Mariscal Roberto Perfumo. La frase todavía sigue estando vigente cuando faltan mas de sesenta días para arranquen los octavos de final de la Libertadores.