La sequía terminó con los cultivos de miles de familias en Guatemala, Honduras y El Salvador que aún esperan atentas la llegada de la lluvia para salvar algo de lo que sembraron. Mayo solía ser el mes que abría la temporada lluviosa.

“Este año está fatal, pasó mayo y parece verano. El próximo no sabemos cómo será. Cada año afecta de forma diferente pero cada vez con más problemas”, explica Florentina Wood, presidenta de la Organización de Mujeres de la isla de Tansin (TAKIMAS) en La Moskitia, Honduras.

“La agricultura está bastante afectada por el calentamiento global. Se secan los cultivos porque la tierra no tiene agua”, agrega Wood. La Moskitia hondureña es una de las regiones del país que concentra la mayor cantidad de bosques, ríos y lagunas. Sólo se puede acceder por vía marítima y aérea. Este relativo aislamiento favoreció el avance de terratenientes y narcotraficantes que a su vez son señalados por deforestar el bosque. El gobierno de Honduras denunció que las selvas del país son escenarios del narcotráfico que destruye los bosques.

El bosque de mangle es uno de los principales ecosistemas de La Moskitia hondureña. Según la ONU, los manglares son ecosistemas importantes para garantizar la diversidad biológica y a su vez son una barrera de defensa entre la tierra el mar. También son importantes para la seguridad económica y alimentaria de las comunidades. El avance de la deforestación tuvo un fuerte impacto en los manglares de la La Moskitia.

Florentina cuenta que para hacer frente a la pérdida de la milpa debido a la sequía las familias comenzaron a trabajar con huertos en sus patios, una iniciativa cada vez más replicada en la comunidad. "Antes las familias trabajaban lejos de la comunidad, era difícil porque a veces les robaban la cosecha o perdían los cultivos por las inundaciones o las sequías. Con los cultivos en los patios están más seguros. No son granos como arroz o frijoles, pero pueden tener musáceas o tubérculos", agrega Wood.

"Seguimos trabajando en la resiliencia al cambio climático, pero no es fácil. También sembramos arroz y frijoles con la esperanza que cuando caiga la lluvia todo lo que quedó bajo tierra va a crecer", remarca la lideresa indígena miskita.

Xiomara Castro, presidenta de Honduras, ordenó aumentar a 8.000 el número de soldados asignados para protección ambiental. De esta manera, el Gobierno prevé frenar los “delitos ambientales y actividades asociadas al crimen organizado” que destruyen los bosques, la cultura de los pueblos originarios y áreas protegidas.

Castro declaró recientemente la emergencia ambiental en el país centroamericano. La nación atraviesa una fuerte sequía, incendios forestales y desde hace unas semanas una capa de aire contaminado cubre buena parte de los departamentos (provincias). El gobierno hondureño recomendó el uso de barbijo ante los altos niveles de contaminación en el aire, una de las consecuencia de los incendios forestales. Las autoridades declararon alerta roja en seis de los 18 departamentos del país. 

Sequía y contaminación

La nube de contaminación y aire tóxico también está presente en Guatemala, que atraviesa una fuerte crisis hídrica y ambiental por los incendios forestales que terminaron con más de 40.000 hectáreas de bosque entre diciembre de 2023 y mayo de 2024.

Desde el altiplano de Guatemala a pocos kilómetros del Lago de Atitlán, Nancy Vásquez de la organización Maya K’iche Asociación Agropecuaria y Artesanal para el Desarrollo La Guadalupana cuenta que “la siembra de la milpa está sufriendo estrés hídrico porque llovió una sola vez durante estos cinco meses pero fue una lluvia muy fuerte que duró unas horas".

La imposibilidad de planificar los cultivos es uno de los principales problemas que trae el cambio climático. “La mayoría siembra entre abril y mayo para que concuerde con la caída de lluvias. Pero ahora estamos viendo que la época lluviosa está demasiado atrasada y las plantas empiezan a necesitarla. La lluvia es la única forma para tener agua para la agricultura”, precisa Vásquez.

La organización que integra Vásquez es la encargada de cuidar uno de los bosques en la Aldea El Novillero y cuenta que en su comunidad no tuvieron incendios forestales. “En los bosques aledaños sí hubo incendios que consumieron hectáreas y estuvieron activos por más de una semana”, añadió.

Desde La Guadalupana buscan formas alternativas para trabajar la tierra: agroecología, reforestación y producción orgánica. A su vez, apuntan a trabajar huertos caseros para enfrentar las pérdidas en las milpas donde generalmente cultivan maíz y frijol. 

“Son para consumo familiar para tener disponible plantas frutales y medicinales”, explica. De esta forma hicieron frente a las heladas que quemaron los cultivos en diciembre de 2023. “Son situaciones que están fuera de nuestro control, por eso tratamos de ver cuáles son las especies resistentes al frío y también ver cómo diversificamos los cultivos en los huertos caseros", agrega.

Cambio climático y migración

La incertidumbre por los efectos del cambio climático también es una realidad en El Salvador. Mercedes Monge, del Centro de Desarrollo Comunal de Comunidades Unidas de Santiago Texacuangos (CEDESCO-CU) explica que con la sequía, que también afecta a países como Panamá, Colombia y Ecuador, las comunidades con las que trabajan están sembrando menos

“No está lloviendo o si llueve mucho se arruinan los cultivos y se llenan de plagas. Además, tenemos escasez de mano de obra en la agricultura porque por el régimen que hay en el país los jóvenes emigraron a Estados Unidos. Ya sólo están los adultos mayores”, explica Mercedes. 

Desde marzo de 2022 el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, instaló un régimen de excepción en el que suspendió las garantías constitucionales de la población como parte de su llamada “guerra contra las pandillas”. Cerca de 80.000 personas fueron detenidas y organizaciones de derechos humanos denuncian la desaparición de más de 300 personas.

A pesar de este contexto, las comunidades agrupadas en CEDESCO llevan adelante tareas de reforestación cerca del Lago de Ilopango. A su vez trabajan para conservar las semillas nativas y en la recuperación de suelos con abonos orgánicos.

Las comunidades de CEDESCO-CU también integran el Movimiento Centroamericano de Víctimas, afectados y afectadas por el cambio climático (MOVIAC) donde trabajan en la defensa de los territorios y el agua. Desde el movimiento denuncian el avance de proyectos extractivistas, desalojo de comunidades y amenazas a las juntas de agua locales.

Mercedes explica que el MOVIAC cuenta con una escuela ecológica en la que participan organizaciones sociales de todo el país. “Trabajamos el tema ambiental, los pueblos originarios y al defensa de los territorios. Nos unimos de casi todo el país, coordinadores de grupos y comunidades, para buscarle solución a la problemática del calentamiento global y también de la parte social que es afectada en nuestras comunidades”, precisa Monge.