Juan Martín Delgado cuenta que supo de Gwen Verdon cuando, tras egresar de la Escuela Fundación Julio Bocca como alumno destacado, fue becado para estudiar en Nueva York. “A medida que iba tomando dimensión de su trayectoria artística, de su importancia en la historia de la danza jazz y el teatro musical, me desconcertaba no haber sabido de ella antes. Por eso me puse a investigar sobre su vida y en esa búsqueda encontré la inspiración para hacer esta obra”, dice Delgado al comenzar la charla con Página/12. La obra es Gwen, el musical que cuenta la vida de quien fue mucho más que la musa de Bob Fosse.

Los miércoles a las 22, en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza (Corrientes 1660), se pone en escena este musical sobre la bailarina que revolucionó la danza en Hollywood y Broadway. Con coreografías del mismo Delgado, escenografía de Giuliano Benedetti, diseño de luces de Matías Pagliocca, vestuario de Victoria Molotok y producción musical de Facundo Cicciu, tres protagonistas trazan la línea de tiempo que compone el retrato afectuoso de una figura singular. Milagros Llanos interpreta a la niña que se proyectaba desde la danza clásica, la joven en plena ebullición transformadora está a cargo de Romina Foz, y la adulta que fija fija nuevos paradigmas para la danza y el musical es Virginia Kaufmann. Yerar Pérez hace la parte de Bob Fose, junto a un elenco que se completa con los bailarines Andrés Rosso, Leonardo Robaglio, Nahuel Silva, Guillermo Valeriano, Mara Moyano, Vicky Barnfather, Laura Rubinstein, Natasha Zbuczynski, Delfina Dilavello, Camila Cerutti, Bianca Curra y Antonella Schimpf.

–¿Dónde pusiste el foco para contar esta historia?

–Lo más importante para mí era mostrar sus comienzos como bailarina, pero a la vez destacar su transición a la maravillosa actriz que fue. Hacer foco en cómo rompió el paradigma de que las bailarinas no podían actuar.

–¿Cómo llevaste esas ideas al lenguaje del musical?

–Me interesa mucho el lenguaje de la danza para contar historias. Me parece un enorme desafío que, sin diálogo, se pueda construir una narrativa clara y concreta. Para eso necesité rodearme de excelentes bailarines que puedan plasmar mis ideas con precisión, como Romina Fos, que interpreta a una de las tres edades de Gwen que ponemos en escena. Junto a ella, y con Luciana Cuenca como productora ejecutiva, le dimos forma al proyecto.

De sólida formación clásica, Gwen Verdon fue una artista versátil. Junto a Jack Cole, el padre de la danza jazz, supo darle otra dinámica a aquellas producciones de Hollywood protagonizadas por Marilyn Monroe, Betty Grable, Rita Hayworth, Jane Russell, entre otras divas de lo que se recuerda como una época dorada. Más tarde, en Nueva York, la bailarina y actriz ganó su lugar en Broadway, con roles históricos. Fue Lola en Damn Yankees, Charity en Sweet Charity y Roxie Hart en Chicago, antes de encontrarse con Bob Fosse, que sería su marido, en películas como Cabaret, Sweet Charity y All That Jazz. “Toda su carrera Gwen luchó contra el prejuicio de no ser considerada una 'actriz seria', porque venía del musical. Su paso por Broadway cambió el paradigma, demostró que una bailarina podía ser sexy, graciosa y sensible al mismo tiempo”, obseva Delgado.

–¿Qué rescatás especialmente de la obra?

–Creo que el encuentro entre las distintas actrices que interpretan a Gwen siempre es emocionante. Como si tres versiones de una misma persona con sus respectivas virtudes trabajaran en conjunto por un mismo sueño. Esa sensibilidad, sumada al despliegue de todo el elenco de bailarines, hacen un combo perfecto para quienes van a disfrutar de una obra de danza.

–¿Cuáles son las dificultades mayores para producir un musical y sostenerlo?

–Creo que el mayor desafío para producir un musical es lidiar con la propia ansiedad y la necesidad de llegar rápido a un resultado. Es importante confiar en la maduración de una obra y darle su tiempo, en contraposición a cómo vivimos el día a día cada vez más inmersos en la cultura de la inmediatez. Después, si la obra es buena, sola se va a sostener en el tiempo. Producir en la Argentina no es fácil, pero sin dudas es mucho más reconfortante cuando sabés superar todos los obstáculos que aparecieron.

–¿Por qué recomendarías ver una obra como Gwen?

–Recomiendo que vengan a ver Gwen para que no se pierdan la experiencia de emocionarse a través del movimiento. Es una oportunidad de dejarse llevar por un recorrido mágico de mucha danza, alegría, humor y sensibilidad.