“…Pero el principio de la particularidad…se cambia en la universalidad, y sólo en ésta tiene su verdad y el derecho de su realidad…” Federico Hegel.

La vecinalización es un concepto que hemos generado, buscando recuperar y regenerar el tejido social dañado. La lesa ambientalidad del totalitarismo de mercado, pone a la sociedad en un grado gravísimo de desarticulación. Las sociedades disfuncionales se transforman en precarias, con altos niveles de violencias y generadoras de mucha pobreza y marginalidad. La vecinalización es un proceso generador de herramientas constructoras de lazos comunitarios dentro de un contexto societal. Para ello parte desde lo micro de la ubicuidad espacial de las distintas personas que viven en una geografía determinada. Donde la producción material de vivencias pueden aproximar distintos grados de convivencias. Son significantes los dispositivos asociativos que coadyuvan para regenerar vínculos, como ser las universidades públicas, las escuelas, las cooperadoras, las vecinales, las instituciones religiosas, los movimientos sociales, las cooperativas, las mutuales, los sindicatos y los organismos de la sociedad civil.

La herramienta fundante de la vecinalización en general, es la vecinalización de conocimientos universitarios, es decir es el conocimiento de cercanía con las personas vecinas. Veamos el caso del agua potable, a la que no acceden 7 millones de personas en Argentina, sin embargo muchos pobres e indigentes de agua no tienen un conocimiento cabal de esa problemática en cuanto a las causales ambientales inclusivas, económicas, sociales, urbanísticas, de falta de políticas públicas y sociales que hacen que la pobreza sea una descripción y no una interpretación y comprensión respecto éste fenómeno devastador. Los desposeídos vivencian sus padeceres desde lo empírico pero no acceden a un conocimiento crítico. Se vivencia pero no se interpreta lo que se padece. La cercanía de conocimientos universitarios ambientales inclusivos, podrían coadyuvar en una explicación del fenómeno de la pobreza en general y del problema del barrio en particular. 

La otra faceta de la vecinalización del conocimiento académico es que conjuga e interactúa con la empiria de los vecinos. Ambos saberes el sistemático y el sedimentario, es decir el académico y el de la vecinalidad se encuentran en una relación dialéctica, cuyo saber resultante es la integralidad de la realidad que se quiere abordar. Esta conjunción de saberes potencian la posibilidad de la interpretación. Interpretar es ir más allá de lo que vemos, es atravesar el espacio de las palabras para construir conceptos. Uno de los déficits de la educación es la falta de interpretación y comprensión. Muchas veces prevalece la mera descripción repetitiva sobre los hechos que inapropiadamente sustituye a la interpretación. Educación es interpretación. El dominante sólo quiere que los vecinos describan un hecho, no que lo interpreten. El joven Hegel, ya lo decía a los hechos hay que escucharlos.

Días atrás, distintas autoridades de Argentina han reivindicado la Declaración de Dublín sobre el Agua y el Desarrollo Sostenible. Dicha declaración surge de la conferencia que se llevó a cabo entre los días 26 a 30 de enero de 1992. El documento sostiene que el agua es un bien económico. Esta posición mercantilista del agua viola lo declarado en la Conferencia de Mar del Plata de la ONU en el año 1977 y lo establecido por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU en la Observación número 15 del año 2002. Desde ya, transgrede también la Resolución de la ONU 64/292 del 28 de julio de 2010, que en forma específica y explícitamente declara el acceso al agua y el saneamiento como derecho humano esencial. 

 Las autoridades nacionales quieren privatizar AySA la empresa estatal de agua que la provee en CABA, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Ezeiza, Morón, La Matanza, Merlo y Presidente Perón, dando agua potable a 11.238.106 personas todos los días. Recordemos que en 1993 era Aguas Argentinas SA que a su vez privatizó a la otrora entidad estatal del agua Obras Sanitarias de la Nación. El grupo privatizador era Suez Lyonnaise des Eaux por medio de la empresa Aguas Argentinas SA. Todo ello terminó en un rotundo fracaso marcado por las ineficiencias, vaciamientos e incumplimientos contractuales de parte del grupo empresario francés. De igual modo actuaron en Santa Fe; el mismo grupo empresario que se llamaba Aguas Provinciales de Santa Fe SA y que había asumido todas las funciones que realizaba la DIPOS (Dirección Provincial de Obras Sanitarias) a fines de 1995. 

Las rescisiones que realizó el Estado por los incumplimientos del grupo empresario, deberían haber terminado en indemnizaciones a favor del Estado. En la realidad fue al revés, a la Argentina le reclamaron una indemnización por 1.200 millones de dólares y la segunda por 310 millones del mismo signo monetario. Las rescisiones acontecieron a principios de 2006. Técnicamente es el grupo empresario el que debería haber indemnizado a la Argentina, pero las malas gestiones de los dirigentes estatales en las privatizaciones de los años 90´ terminaron dilapidando recursos económicos de la ciudadanía argentina en medio de corrupciones. 

Las privatizaciones del agua a principio de la década de los años 90´del siglo XX fueron y serán recordadas por deplorables, por corrupciones y por la indefensión desleal de los intereses y derechos patrimoniales argentinos por parte de los dirigentes estatales de otrora. Vecinalizando estos hechos, podemos interpretar que los planteos privatizadores actuales y la reinvindación de la Declaración de Dublín por parte de las autoridades nacionales nos permite ver desde el conocimiento académico y desde la vecinalidad del saber empírico de los que sufrieron las privatizaciones, que estamos en presencia de un escenario profundamente privatizador del agua de parte del gobierno nacional. 

Nos oponemos a toda privatización del agua. Nos oponemos a la Declaración de Dublín. Por razones científicas y técnicas. Debemos recordar siempre que el agua es un bien común público, es un derecho humano acceder a ella, y que esta sustancia es persona no humana sujeto de derecho. No es un bien económico. La vida no debe cotizar en la bolsa ni ser objeto de los negocios, no podemos hacer del futuro un eterno pasado, de volver al capitalismo feudal del siglo XIX. Ni tampoco a un capitalismo nazificado que calcula toda la vida que hay en la Tierra para venderla o quemarla, porque el nazismo es el capitalismo fagocitante de los monopolios que no tienen límites en sus ambiciones y por ello, devienen en metastásicos. 

Es una ideología que en la actualidad atraviesa parcialmente a distintas creencias, a actores y a partidos políticos. Lo más grave, como vemos, es que la nazificación cultural no es monopolio de ningún país ni etnia y su drenada crueldad expulsa toda otredad. El capitalismo no debe volver a la vaciedad errante del mal. Debemos superar la vaciedad de la crueldad de éste clima de época, vecinalizando, regenerando, recuperando y democratizando la piel comunitaria con justicia social y ambiental. Ésa es la tarea del ahora.

(*) Director de la Cátedra del Agua UNR, docente de la UNR, doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, cientista Social. Magíster en Ambiente y Desarrollo Sustentable.