Bad Boys: Hasta la muerte - 5 puntos 

Bad Boys: Ride or Die, Estados Unidos, 2024 

Dirección: Edil El Arbi y Bilall Fallah 

Guion: Chris Bremmer y Will Beall 

Duración: 115 minutos 

Intérpretes: Wll Smith, Martin Lawrence, Vanessa Hudgens, Eric Dane, Alexander Ludwig, Ioan Gruffudd, Tiffany Haddish, John Pantoliano. 

Estreno en salas.

No importa cuantos años asista a la escuela de aviadores, siempre será igual de difícil que el chancho aprenda a volar. Luego de tres entregas previas, la primera de ellas estrenada hace ya 30 años, la franquicia Bad Boys regresa a las salas, pero sigue sin poder ofrecer mucho más que el mismo cine recalentado, de ideas escasas y en envase descartable. Aunque sería más apropiado decir reciclable, teniendo en cuenta la alta tasa de reincidencia. Solo con eso, las tres primeras películas de la saga ya recaudaron más de 840 millones de dólares, suma que en buena medida se explica con un solo nombre: el de Will Smith, a cargo de uno de los dos roles protagónicos.

Su presencia, pero sobre todo la química que sigue compartiendo en pantalla con su compañero de equipo Martin Lawrence, parece ser el único argumento para explicar esta de otra forma inexplicable versión del eterno retorno. Típica buddy movie, fórmula que demostró funcionar muy bien dentro de la veta más comercial del género policial, Bad Boys: Hasta la muerte, que es el título de esta cuarta entrega, descansa en el oficio de Smith y Lawrence, desentendiéndose del drama. Claro que hay una historia, pero por cuarta vez el contenido vuelve a ser lo de menos frente a la prioridad de acomodarse a una estructura ya mecanizada: paso de comedia + escena de acción + conflicto emocional, y de vuelta al principio. Así hasta el final.

El asunto es que Bad Boys: Hasta la muerte no consigue ser una película de acción especialmente deslumbrante, aunque en algunas escenas pueda percibirse un manejo aceptable del movimiento y de los espacios. Como comedia resulta todavía menos inspirada, acodada una vez más en un sentido del humor que no puede evitar oler a rancio, a pesar de los esfuerzos por adaptarse a la vida en tiempos de corrección política. Y en cuanto al drama, la cosa roza el culebrón, como si se tratara de una telenovela con anabólicos, donde los conflictos entre padres e hijos se desarrollan en los tiempos muertos que quedan entre las golpizas y las balaceras, e incluso durante.

Por supuesto que si se va al cine bien predispuesto y con las expectativas bajo control, la nueva Bad Boys hasta puede resultar un entretenimiento válido. Para facilitar esa experiencia, acá van tres consejos: no cuestionar la idea de justicia que la película propone; ser consciente de que la suspensión de la incredulidad en este caso implica también aceptar un punto de vista conservador de la realidad; reconocer que algunas viejas rutinas del humor físico pueden seguir funcionando hasta el infinito y más allá, sin importar cuántas veces antes uno se haya reído de lo mismo. Eso sí: no le pidan al chancho que levante vuelo.