“Todo es gracias al brillo de esta mujer”, dice la actriz y música Belén Pasqualini en diálogo con Página/12. La mujer en cuestión es su abuela, Christiane Dosne de Pasqualini, y con “todo” se refiere a las dos creaciones teatrales que la tienen como protagonista: en 2017 estrenó el unipersonal Christiane, un biomusical científico y ahora aquello se expandió a una ópera de cámara, El camino menos transitado, con libro de Pasqualini y Betty Gambartes –quien también dirige–, y música de Facundo Llompart. Un experimento y, según la actriz, “un híbrido, con lo incómodo y lo apasionante que tiene eso, la medida justa de una receta nueva”.

Aquel monólogo generó gran repercusión y tuvo 450 funciones por Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. “Esto nació como un homenaje de una nieta a su abuela sin saber qué proyección iba a tener”, cuenta la actriz, y recuerda que después de las funciones se acercaban algunos a decirle que allí podía haber una película. El compositor Facundo Llompart, quien había ido a ver la obra con su pareja, científica, estaba buscando tema para su ópera prima y su compañera le sugirió que abordara la historia de Christiane. “Me escribió sin tutearme. Imaginé a un hombre de 80 años, nos reunimos en un café y apareció un chico de 42”. La propuesta era convertir el unipersonal en una ópera de cámara, mixturando el universo lírico de la música académica con lo contemporáneo. Llompart quería que Pasqualini estuviera en escena junto a un elenco de cantantes líricos. Y así empezó el experimento.

Más tarde se sumó Gambartes. Pasqualini comenta que la obra se escribió de forma atípica: “La música fue creciendo por un lugar, el texto por otro y, al encontrarse, ambos universos debieron alimentarse mutuamente”. Nunca mejor utilizada la idea de "experimento", porque la obra aborda el mundo científico en el que Christiane se desarrolló y, por lo tanto, es “metarreferencial a como proceden los científicos”. La vida de Christiane es una verdadera epopeya. Nació en Francia, se crió en Canadá y viajó a la Argentina en barco durante la Segunda Guerra gracias a una beca: todos le recomendaban ir a la Universidad de Yale, su segunda opción, pero el padre le dijo: “Andá a Buenos Aires que es el fin del mundo, un lugar exótico, nunca más vas a poder conocer las pampas argentinas”. Christiane escuchó eso y se vino al sur, donde encontró una carrera y también un amor: Rodolfo Pasqualini.

Esta es la historia de mi abuela pero expandida. Se hace hincapié en su vida y obra, pero aparecen otros personajes: mi abuelo, Bernardo Houssay como la figura más pública de nuestra historia, su mentor Hans Selye, los padres”, enumera. Christiane es muy reconocida en el mundo científico, fue la primera mujer en ingresar a la Academia Nacional de Medicina e hizo descubrimientos significativos en el estudio de la leucemia. A su nieta le pareció interesante “ponerla a conversar con lo más conocido de la ciencia argentina: Houssay, nuestro Premio Nobel, el primero en ciencias de Latinoamérica. Y también aparece el contexto político y social a nivel nacional e internacional”.

–La biografía del monólogo se amplió hasta convertirse en una historia colectiva.

–Sí, en esta versión aparece una figura más emblemática que es la ciencia, interpretada por la cantante que encarna a su madre. La obra alumbra a esas mujeres que hicieron aportes enormes y no fueron ponderadas. Hay un momento especial dedicado a esas anónimas. La ídola de mi abuela era Marie Curie: ella fue conocida y ganó dos Nobel, pero detrás hubo miles de mujeres como Hedy Lamarr, Lise Meitner, Emily Davenport, Eugenia Sacerdote de Lustig. Tomamos una historia particular para contar algo colectivo. El homenaje no es sólo a ella como en el unipersonal sino más público, un homenaje a las científicas y a la ciencia, algo que necesita ser ponderado hoy que parece tan fácil quitar el dinero y la infraestructura que se necesita para avanzar.

La obra cita una frase muy oportuna de Houssay: “La ciencia no es cara; cara es la ignorancia”. Pasqualini tiene padre ingeniero y madre arquitecta, pero se crió en una familia con varios científicos, y en algún momento fantaseó con ser cirujana, genetista o bióloga molecular. “Si me dedicaba a la medicina, mi apellido ya estaba asociado a ese mundo y no quería que supieran tanto de mí, quería que me costara un poco más y elegí –como el título– el camino menos transitado. Eso me trajo hasta acá: una no puede escapar a su destino”, dice, y señala que es un camino poco transitado en varios sentidos, porque mientras todos se desvivían por ir al norte, Christiane eligió Buenos Aires. “Ella vino en busca de un mejor porvenir, con la ilusión de una vida más cálida. Eso es una carencia del hemisferio norte, por eso la obra se enfoca en la Argentina”.

–¿Cómo pensás el vínculo entre ciencia y arte?

–Creo que están más enlazados de lo que creemos. En el proceso descubrí que hay muchísimos festivales de teatro científico, y un montón de personas que se dedicaron a la ciencia y al arte, desde Brian May (músico y astrofísico) hasta François Jacob (biólogo y escritor). Ambos son imprescindibles y, a la vez, intangibles. Uno se alimenta del otro: el quehacer artístico es sumamente metodológico, un experimento, una hipótesis que intenta probar algo; y la ciencia requiere de mucho arte y mucha creatividad.

Pasqualini destaca la vocación y la tenacidad de esta científica. “En el unipersonal, le subí el volumen a mi abuela, y acá creo que se desdibuja un poco más el límite entre la Christiane real y el personaje. Hubo algunas licencias (no tantas) y nos quedamos con su aura, la esencia”, explica. El pedido de la directora fue: “Olvidate de que es tu abuela y enfoquémonos en el personaje”. Tampoco fue fácil llevar adelante esta obra. La actriz menciona la noción de “red” y destaca al equipo: “En años tan complicados como estos, en los que parece un milagro hacer una ópera de cámara, esto se puede llevar a cabo sólo gracias a gente con vocación y amor por lo que hace”.

El unipersonal fue leído en su momento desde los feminismos; la ópera aparece en un contexto en el que la ciencia es cuestionada y ha sufrido desfinanciamiento por parte del gobierno, así que seguramente despertará debates interesantes. Pasqualini dice que las científicas vivieron su trabajo de diversas maneras a lo largo de la historia: “Rita Levi-Montalcini, Nobel de Medicina, dijo que nunca había considerado casarse o tener hijos para no perjudicar su carrera. Christiane, en cambio, sostenía que una mujer podía conciliar su vida familiar con el desarrollo de una carrera científica. Tuvo cinco hijos y contó con ayuda de su familia, pero está bueno no verlo más como una misión imposible sino como una forma de educar el desarrollo de una vocación. Siempre hay que hacer concesiones, pero creo que una persona libre es más propicia a educar bien a alguien que una persona resentida. Christiane fue una mujer que quiso lo que hizo”.

*El camino menos transitado puede verse los jueves a las 20 en Fundación Beethoven (Av. Santa Fe 1452). Entradas por Alternativa Teatral.