Un desorientado Hanns Sachs es sorprendido con la lectura de La interpretación de los sueños. Lo que lee enrarece la vida cotidiana, al tiempo que revela enigmas, dando respuestas a sus contradicciones. El libro lo afecta, propiciando una tarea. El autor, Sigmund Freud, le es conocido. Sachs se topa con la necesidad de estudiar el libro y con la posibilidad de escuchar al profesor. Lo ubica en un catálogo de cursos. La Universidad le brinda a Freud un espacio de conferencias, pero los sábados por la noche, en las márgenes de los horarios usuales. Sachs entiende que la oferta es desalentadora. Si bien titubea, concurre a la reunión.
El salón de conferencias ya es conocido por Sachs. Lo recuerda soleado por los ventanales, en forma de anfiteatro, atiborrado de concurrencia y con un potente orador. El sábado algo ha cambiado. Encuentra al salón con la noche cercando a unas pobres luces. Otra infrecuencia es que Freud no siempre asume la voz central. Convoca a los participantes a tomar la palabra, a presentar reseñas o críticas de libros y artículos, y luego llama a una discusión.
Hanns Sachs recuerda vivamente una ocasión, donde se le encarga la presentación a un recién llegado. El tema son los “experimentos de asociación”. Si bien no se detalla, seguramente se aluda a las experiencias llevadas a cabo en Burghölzli, encabezadas por Jung. En ellas se evidencia, utilizando el método experimental, que las asociaciones de palabras se rigen por una determinación de constelaciones inconscientes, siguiendo lo anticipado por Freud.
El recién llegado explica la mecánica de la prueba. Es un experimento donde alguien plantea una serie de palabras. Luego hay otro que responde, asociando con la primera idea que le surge.
Nuestro expositor busca explicarse. Propone una ilustración e improvisa: por ejemplo, el experimentador dice la palabra ‘caballo’ y quien responde dice ‘biblioteca’.
En eso Freud interrumpe al expositor, preguntando: “Si no me equivoco, ¿es usted un ex oficial de caballería y ha escrito un libro sobre la psicología del caballo?”. El desconcertado expositor responde con un sí.
Freud continúa: “Lo que usted ha dado, involuntariamente, es la mejor prueba de la estricta determinación asociativa. Con el ejemplo elegido al azar tanto usted como su campo de intereses se han presentado ante la audiencia”.
La anécdota recordada por Sachs redobla la sorpresa obtenida en su primera lectura: Freud enrarece la vida cotidiana. Y lo hace ubicando en el centro lo que encuentra en las periferias.
*Psicoanalista. Miembro de la EOL y AMP.