Ningún gobierno puede exigir a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad”, sentenció el Papa Francisco en la apertura del encuentro denominado “La crisis de deuda en el Sur Global” que organizó el ex Ministro de Economía Martin Guzmán para discutir sobre el endeudamiento insostenible de los países emergentes, y las tasas de interés que afectan a la región.

Ministros, secretarios de Estado, directivos de organismos internacionales y académicos hasta líderes religiosos y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo pasaron  toda la jornada del miércoles discutiendo sobre la crisis de deuda de los países emergentes en el Vaticano, en un evento coorganizado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales (PASS) y Columbia University Initiative for Policy Dialogue (IPD), de la que el ex ministro de Economía Martin Guzmán es profesor y co director.

El Papa Francisco abrió la jornada, que estaba anunciada a las 7.15 de la mañana en la "Porta del Perugino" en el Vaticano. “Después de una globalización mal administrada, después de la pandemia y de las guerras, nos encontramos frente a una crisis de deudas que afecta principalmente a los países del sur del mundo, generando miseria y angustia, y despojando a millones de personas de la posibilidad de un futuro digno. En consecuencia, ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana”, dijo  ante un auditorio que contaba con la presencia del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, el subsecretario de Relaciones Internacionales del Tesoro de EEUU Jay Shambaugh y Antoinette Sayeh, que se desempeña como director en el FMI, entre otros representantes de Europa, Asia y África. 

El Papa Francisco aseguró que “para tratar de romper el círculo financiamiento-deuda sería necesaria la creación de un mecanismo multinacional, basado en la solidaridad y la armonía de los pueblos, que tenga en cuenta el sentido global del problema y sus implicaciones económicas, financieras y sociales”. “La ausencia de este mecanismo favorece el ‘sálvese quien pueda’, donde pierden siempre los más débiles”, subrayó, al reiterar que los principios de justicia y solidaridad son los que llevarán a encontrar pistas de solución. “En esta vía es indispensable obrar de buena fe y con verdad, siguiendo un código de conducta internacional con normas de valor ético que tutele las negociaciones. Por ende, pensamos en una nueva arquitectura financiera internacional que sea audaz y creativa”, agregó.

Entre los argentinos, asistieron como oradores además del ex ministro de Economía Martin Guzmán, el miembro académico del PASS Gustavo Béliz, el ex presidente del Banco Central Guido Sandleris, el fundador y presidente del thin tank Fundar Sebastián Ceria y la ex Secretaria del Ministerio de Economía de la Nación y miembro de la consultora Suramericana Maia Colodenco.

A su turno, Martin Guzmán- el segundo orador de la jornada-, comenzó haciendo una crítica a la falta de un sistema para reestructurar deudas insostenibles: "No existe en el mundo porque nunca lo construimos y es una tarea pendiente para la humanidad", aseguró y explicó que "necesitamos algún tipo de mecanismo que permita a los países respirar y recuperarse, salir de la situación en la que están. Una que también proporcione un mejor trato a los contribuyentes en comparación con los propietarios de capital privado".

Guzmán propuso tres pilares básicos para este sistema: primero la sostenibilidad para restaurar la capacidad para recuperarse y no depender solo de la buena suerte para salir de donde están. El segundo es el de minimizar la litigiosidad. Y el tercero es que el proceso en sí más las reglas que se promulgan en el momento, fomenten el desarrollo de mercados de capital locales. Deberíamos querer que los países sean capaces de obtener financiamiento en su propia moneda y evitar la volatilidad que los descalces de moneda provocan", aseguró. 

Luego de realizar un marco general, retomó algunos temas sobre los que insiste en su participación en foros internacionales para cambiar, en el corto plazo, "la estructura de incentivos para lograr estos objetivos".  Entre otros, la reducción de la tasa compensatoria para las deudas en default pendientes de un juicio, que hoy es 9 por ciento. Esa tasa se estableció en 1981, cuando la tasa de inflación en Estados Unidos era del 8.9 por ciento. "¿Por qué nunca se cambió? Tal vez estamos en un momento en el que algo debería suceder. Y también la legislación que asegure que los acreedores públicos, que son en última instancia los contribuyentes, sean tratados de manera justa y no se vean en desventaja con respecto a los acreedores privados", aseguró.