Gracias a la obscena gestión de Mauricio Macri y de su entonces ministro de Economía Luis Caputo, Argentina quedó condenada a asumir una obligación impagable por su monto y condiciones para cancelar deuda tomada con el FMI, bancos y otros acreedores financieros.
Va de suyo que el FMI requiere de un programa de ajuste cuyas dimensiones más relevantes consisten en reducir el déficit fiscal y la tasa de inflación, estabilizar el tipo de cambio, atacar los cimientos del sistema de seguridad social, desmantelar el aparato estatal y sus regulaciones.
Un creciente número de académicos y analistas políticos como Naomi Klein, Guy Standing y Michael Perelman, entre otros, han denunciado en las últimas décadas que los tratamientos de shock castigan con desidia y crueldad las demandas, necesidades y penurias de la mayor parte de sus poblaciones. Lo ensayaron en Asia, Europa, Africa y América Latina. En todos los casos, las consecuencias dieron lugar a crisis institucionales escandalosas, acompañadas de profundos daños sociales y económicos.
Impacto económico
El gobierno, para robustecer su compromiso con el FMI, acude a un esquema de ajuste que tiene los siguientes lineamientos:
a) Pagos a jubilados muy por debajo de la inflación; disminución implacable de salarios en el sector estatal; retención y chantaje a las provincias con la condición de asignarles fondos “si se portan bien” a la hora de votar a favor del Gobierno; privación de partidas presupuestarias decorosas a las universidades, colegios y escuelas, para cubrir salarios, gastos de mantenimiento de edificios e instalaciones, provisión de libros y tecnología y, detalle no menor, quedan diezmadas las inversiones destinadas a la obra pública.
b) Ahogo presupuestario de hospitales, centros de atención de discapacitados, ancianos y enfermos terminales; se interrumpe la asistencia a los merenderos; cierre de agencias estatales y provinciales, despidiendo empleados y operarios del sector público.
c) Aumentos tarifarios y de combustibles que ponen a las pymes en estado desesperante en términos del capital de trabajo, al tiempo que sus costos de financiación y de los insumos indispensables para seguir funcionando se vuelven inabordables.
d) De la misma manera, el transporte automotor responde a la quita parcial de los subsidios estatales con un incremento en sus precios, que causa una sangría interminable al bolsillo de los trabajadores de la clase media baja y de todos los que están en la pobreza.
Impacto social
No es ingenuo que el proceso de ajuste que implementan los neoliberales sea discriminatorio. Con sonrisas y expresiones triunfalistas, los dirigentes y funcionarios aparecen en las entrevistas periodísticas satisfechos por subordinarse a la plutocracia que los emplea y controla.
Inevitablemente, la sociedad queda dividida en dos agrupamientos excluyentes: por un lado, los que tienen grandes patrimonios (así como los gerentes, profesionales y técnicos que trabajan o asesoran en sus empresas), segmento que no supera el 20 por ciento de la población. Por otro lado, el resto de la comunidad.
En el grupo de los afortunados, bienvenido sea el consumo ostentoso, los mejores colegios y servicios de salud; los restaurantes y los viajes; los countries, condominios, gimnasios, y autos de alta gama; las conexiones sociales que les aseguran nuevos negocios y cargos en el gobierno, membresía en clubes exclusivos y una selecta bolsa de empleo para sus hijos y parentela.
En el grupo de los desafortunados, se padece un contexto de vida enmarcado por niveles insoportables de inseguridad y tráfico de drogas; miseria y carencia de vivienda propia; sin agua potable ni asfalto en las calles; desnutrición rampante en niños y ancianos; constante menosprecio de necesidades básicas en escuelas y hospitales. En suma, limitaciones que determinan barreras insuperables para el ascenso social o la obtención de trabajos estables y bien remunerados.
Si este escenario no representa la verdadera grieta en nuestro país, la que divide, castiga y cercena destinos familiares, nos preguntamos: la grieta, ¿dónde está?
Impacto moral
En toda formulación política, desde las decisiones de gobierno, los debates legislativos y pronunciamientos judiciales y la elaboración de ideologías, plataformas electorales o construcciones de análisis, se encuentra una relación ineludible e inextricable con la moral.
Sin embargo, los que niegan dicha vinculación no se detienen a reflexionar en el hecho siguiente: los enunciados políticos son afirmaciones o creencias acerca de lo que es bueno o malo, aceptable o inaceptable, justo o injusto para diferentes sociedades, grupos de interés o individuos. ¿Acaso no es ésta la misma materia prima de la que se nutren los enunciados morales?
Existen evidencias empíricas abrumadoras de que la moral y la política interactúan en ensambladuras subconscientes de gran dinamismo, como ha argumentado el profesor George Lakoff, por medio de un enfoque neurocientífico, en su fascinante libro La mente política. En suma, las mutilaciones económicas y sociales que produce el neoliberalismo confluyen y alcanzan su sentido en otra mutilación, todavía más ultrajante, que es la moral.
*Doctor en Administración (UBA), escritor y analista político.