En su editorial de La Mañana, el periodista Víctor Hugo Morales criticó a Javier Milei por el ataque a los diputados nacionales que votaron a favor del proyecto que establece un nuevo método para calcular los aumentos jubilatorios y recompone los ingresos del sector más perjudicado por las políticas de ajuste que ha puesto en marcha la ultraderecha. 

El editorial de Víctor Hugo

Cuando Milei dice que le importa todo tres pepinos, lo dice más groseramente, y la verdad es que usted no se lo merece. Está hablando desde un poder, por un lado, de guapo de cartón, que es él. Pero, por otro lado, está hablando desde la inclemencia de aquello que él representa.

Recién estaban escuchando ustedes el aviso de Casta de la crueldad, el libro que Colihue ha presentado de una manera que me provoca, ciertamente, mucha satisfacción. Está tan, pero tan bien el libro. Después hay que ver lo que hay adentro. Pero, el libro en sí mismo, como tal, es magnífico.

Un temporal que avecina los despidos masivos. Es un título, el número 43, del libro. Hay un daño en el espíritu cuando se escribe sobre Milei y los sucesos a partir de diciembre del 2023. Mientras se transcriben las palabras de otros, parece que se descansara de lidiar con ese descalabro social y humano. Pero, acto seguido, se piensa en la continuidad del texto. Y eso sucede, estaba escribiendo en la tarde de un temporal atroz.

Y aparece la idea de los trabajadores que atravesarán el fin de semana sabiendo que el martes o el miércoles quedarán en la calle. Era cuando advertían, ya de antemano, 'vamos a echar a miles'. Y, efectivamente, lo hicieron.

Yo escribía en esos días: Si nos ponemos en la piel de ellos, el cansancio moral se apodera de las palabras. Estarán hablando con la familia. Tomando precauciones. ¿Pero cuáles? Calculando cuánto tiempo pueden resistir. Qué le dirán a los hijos. Cómo enfrentar el alquiler. De dónde sacar dinero para el transporte. Quién podrá ayudarlos si en general la pertenencia social sucede entre otros heridos cuya situación es igual o peor. ¿Cuál es la respiración del hombre y la mujer agredidos mientras caminan cavilando sobre lo incierto de su futuro? ¿Qué comerán dentro de dos semanas las personas a su cargo?

Lo que vino con el neoliberalismo en el año 2016 fue una caída del salario como no se había visto desde la famosa convertibilidad. Sus similitudes parecían un reproche al propio pueblo que sucumbía ante la trampa del sistema. Teniendo las llaves de sus votos, muchos la arrojaron en la canaleta. Clase media, acunada por el Estado de bienestar, que ayer nomás había concluido, se convirtieron en perjuros contra ellos mismos. Millones que habían saltado de la pobreza a una condición social que los transformó en sus propios enemigos.

Faltaban cinco días para que las planillas Excel pasaran de mano en mano entre los funcionarios de Milei. Ahora el magro sueldo que los enojaba por magro hasta la llegada de Milei se transformaba en la pérdida de todo. El odio no paga bien.

Esto es en Casta de la crueldad. Muchas veces he recurrido también a mencionar el libro La opción por la guerra civil, que es la que tomaron las corporaciones. Esto es una guerra civil que, por supuesto, no está denunciada como tal, pero cuyos efectos son los de una guerra civil en la que un sector de la población es devastada de hambre, de falta de remedios.

La opción por la guerra civil es un libro de Pierre Dardot, Christian Laval, Haud Guéguen y Pierre Sauvêtre que ustedes pueden encontrar con la gente de Tinta Limón. Valiosísimo libro para pensar, página por página. Aunque es fácil de leer, uno vuelve. Yo lo tengo todo subrayado. 

Y ahí aparece Friedrich Hayek, el inspirador de Milei. Y dice el libro que para Hayek, lo que hoy denominamos democracia es una especie de violación permanente del derecho privado. ¿Se dan cuenta? Qué manera de dar vuelta las cosas.

Debido a la voluntad de un grupo de imponer sus intereses colectivos, es decir, nosotros, el pueblo, en detrimento a los intereses reales de los individuos: los intereses de Rocca, de Magnetto, de Arcor, de todos los estafan, desregulados y dueños del país, al resto de la población.

Parece que cuando las instituciones democráticas no están limitadas por la tradición del imperio de la ley, conducen no sólo a la democracia totalitaria, eso dicen, sino, con el tiempo, también a la dictadura plebiscitaria. 

Están diciendo democracia totalitaria, por ejemplo, frente a la posibilidad de la ley por los jubilados. Eso sería totalitarismo democrático para Hayek y, por supuesto, también para Milei y para todos sus seguidores y para la Asociación Empresaria Argentina y todos los que verdaderamente mandan en la República Argentina.

Es decir, lo totalitario no es el Gobierno de uno solo: Milei a nombre de las corporaciones, un testaferro. La forma de hablar de totalitarismo es cuando los diputados, electos por el pueblo, votan a favor del pueblo. Ahí tenemos lo que Hayek llama totalitarismo.