Fue en la madrugada del 6 de mayo cuando Justo Fernando Barrientos tiró la bomba molotov que asesinó a Pamela Cobbas, Roxana Figueroa y Andrea Amarante y dejó gravemente herida a Sofía Castro Riglos. A un mes de la masacre, el juez Edmundo Rabbione procesó al hombre y lo acusó de “homicidio doblemente agravado por alevosía y el uso de un medio idóneo para causar daño”, pero en la carátula no incluyó ningún agravante del ataque por motivos de género y/u orientación sexual, pese a reiterados testimonios que advierten del ensañamiento del hombre con las mujeres por su ser lesbianas. Este jueves decenas de personas se movilizaron a la Plaza Colombia en Barracas para reclamar justicia por las cuatro mujeres que vivían en una habitación de un hotel familiar en ese barrio porteño bajo la consigna: “No es libertad, es odio. Fue lesbicidio. El Estado es responsable”.
El llamado fue realizado por la agrupación Lesbianes autoconvocades por Barracas. A las 17 horas decenas de personas dijeron presente con flores y carteles en la Plaza Colombia, en la calle Av. Montes de Oca 840. “Ante el odio la respuesta es colectiva: que dormir y vivir juntas o juntes no sea un privilegio heterosexual”, fue la frase de la convocatoria que movilizó hacia la plaza Quinquela Martín, donde se realizaron diferentes actividades de impacto.
“Fue lesbicidio”, se leía en un cartel grande colgado en el monumento de la plaza. La movilización ocurrió a treinta días del triple lesbicidio, pero a tan solo horas de que la Justicia imputara a Barrientos sin imputado por homicidio sin el agravante de odio de género por la identidad de las víctimas. El mensaje para el juez a cargo del Juzgado Criminal y Correccional N°14 fue claro: “Juez Edmundo Rabbione, las mataron por lesbianas”, se leía en el cartel que colgaba de la remera de una de las mujeres presente.
“Esto es un gesto más de una justicia que no ve y no escucha cuando se trata del odio hacia las lesbianas”, dijo Maria Rachid, titular del Instituto Contra la Discriminación de la Defensoría Del Pueblo en CABA, en diálogo con Página 12.
Rachid explicó que lo que define la carátula o el autoprocesamiento es un camino de investigación en base a los indicios o elementos que el juez considera. Esto no es definitivo y durante el proceso, se pueden llegar a encontrar otros agravamientos que no hayan sido considerados en un comienzo. “Sin embargo --observó la exlegisladora--, en una situación como esta, donde hay tantos testimonios que dan cuenta del odio que tenía el imputado hacia ellas en relación a su ser lesbianas, es evidente que hay una intención por parte del juez de invisibilizar esta realidad, queda claro es un mensaje político”.
“Hay testimonios de personas que viven en el hotel que hablaron con los medios de comunicación. Está el testimonio de Sofía que no fue escuchada todavía. Por lo tanto, desestimar estos elementos y no haber llamado a los vecinos para que ratificaran sus testimonios ante la justicia es muestra de la poca voluntad de la justicia para ver algo que desde las organizaciones denunciamos desde el primer momento: que esto fue un crimen de odio”, completó Rachid. De hecho, existe la posibilidad de que Sofía brinde declaración el martes próximo.
En ese sentido, Adriana Carrasco, periodista y militante feminista lesbiana, advirtió que los “los testimonios recabados con mirada prejuiciosa y sin perspectiva de género por la policía”, tuvieron mucho que ver en la decisión que tomó el juez de calificar el crimen como “homicidio agravado por alevosía y por haber creado un peligro común al provocar un incendio”, y al intento de lesbicidio de Sofía solamente como “lesiones graves”.
“Hay casos que son intrincados, complejos de resolver. Y otros son de lo más sencillos porque está todo a la vista”, dijo Carrasco. En un hotel donde Barrientos, pero también otros hombres, “las vivían insultando y tratando como basura porque eran lesbianas, y ellas se defendían contestándole mal y llamándolo ‘machirulo’”, la periodista se pregunta cómo es que a los uniformados no se les ocurrió preguntar si alguien les tenía inquina porque eran lesbianas o si a alguien (o más de uno) de por sí les parecía mal que dos parejas de lesbianas o de mujeres compartieran una habitación. “Dígame qué tienen que hacer cuatro mujeres en una pieza”, comentaban por el hotel. En cambio, dijo Carrasco, preguntaron si las mujeres eran “conflictivas y se buscaban líos”.
La periodista explicó que el juez Rabbione “se toma de estas declaraciones transcriptas por las fuerzas policiales y dice que se trató de homicidio con alevosía (porque las mujeres asesinadas no tuvieron posibilidades de defenderse) y cometido con un medio que puso en peligro a todos los que vivían en el hotel. Y que el agresor solamente quiso lesionar a Sofía, no matarla (“lesiones graves”). Y que el móvil fue la mala convivencia”.
“El hombre al que llamaban “machirulo” (y por ahora, a través de las preguntas que hizo la policía, puede saberse solamente de uno, pero quizá fueran más) les prende fuego. ¿Qué diría el sentido común de este caso, en primer lugar? ¿Qué fue una pelea común y corriente entre vecinos?”, dijo la periodista.
Con respecto a la calificación que el juez realizó al acusar a Barrientos por “lesiones graves” por el ataque a Sofía, Carrasco se preguntó: “¿Nadie quiso matar a Sofía Castro Riglos?”. “Pongámosle que esta calificación del crimen horroroso de Barracas sea provisoria porque aún no constan en la causa los testimonios que señalen como móvil el odio a la orientación sexual de las víctimas. Pero es más que evidente y a todas luces que Fernando Barrientos tuvo también la intención de matar a Sofía Castro Riglos”, aseguró sobre la única sobreviviente de la masacre que se salvó porque Amarante, su pareja, la cubrió con su cuerpo y entregó su vida por ella.
La periodista dice que a la hora de caratular la causa, se las tomó como individualidades. “No se considera que son dos parejas de lesbianas, ni que el asesino las seleccionó por ser lesbianas de entre toda la gente a la que le tenía bronca. Son las únicas personas ‘conflictivas’ con las que se encontró en sus 67 años, la primera vez que decidió asesinar a 4 mujeres que de casualidad eran lesbianas”, expresó.
Por su parte, Rachid destacó la importancia de seguir movilizando “para que la justicia vea la discriminación que viven las lesbianas en esta sociedad y para mostrar la importancia de las políticas públicas para erradicar esa violencia”.
En medio de tanto dolor, la exlegisladora resaltó lo “conmovedor que es ver que ante semejante hecho de violencia y discriminación, la sociedad se organice para asegurarse de que sofía, como única sobreviviente, pueda tener la respuesta que el Estado no le está dando”. “Sofía necesita un acompañamiento y una solución habitacional y, ante la ausencia del Estado, quienes están respondiendo son las organizaciones sociales junto con la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, les trabajadores del Hospital Nacional Laura Bonaparte y del Hospital del Quemado”, completó.
Informe por Lucía Bernstein Alfonsín.