En la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán se juzga a seis hombres y un joven que era menor de edad al momento del hecho, todos maquinistas, acusados por el crimen en banda del peón rural Héctor Luis Riso Molina, de 28 años, en el paraje La Estrella, de Rivadavia Banda Sur.

Los imputados son Felipe Velarde, Juan Chavarría, Matías Toledo, Osvaldo Juárez, Juan Ferreyra y los hermanos Facundo Domínguez Novoa y M. Domínguez, éste último era menor de edad aunque punible al momento de los hechos. La acusación contra todos es por homicidio doblemente calificado por ensañamiento y por el concurso premeditado de dos o más personas en grado de coautores. 

Hay otro imputado que está prófugo. Se trata de Cayetano Domínguez, padre de los hermanos que están siendo juzgados. Sería el dueño de las máquinas trilladoras, y la madre de la víctima lo ha señalado como el cabecilla del grupo homicida.

El juicio está a cargo de la jueza María Laura Toledo Zamora y los jueces Mario Maldonado y Aldo Primucci. Por el Ministerio Público interviene Soledad Filtrín Cuezzo, y la defensa de los acusados está a cargo de los abogados Santiago Savoy y Joaquín Vélez

El Tribunal dispuso un cuarto intermedio hasta hoy, a las 9, cuando se escucharán las últimas testimoniales, y luego se producirán los alegatos y sea prevé que se dará a conocer el veredicto hoy mismo. 

Riso Molina fue asesinado en la madrugada del 25 de febrero de 2022, permaneció varios días desaparecido, hasta que su cuerpo fue hallado, el 3 de marzo de ese año, al costado de la ruta provincial 13, en el trayecto entre los parajes La Estrella y Retiro.

En la última audiencia declaró una tía de la víctima que había acompañado a su hermana en la búsqueda del joven y aclaró que ya habían realizado la búsqueda en el paraje La Estrella y no habían encontrado el cuerpo de la víctima. 

Mabel Molina contó en una entrevista previa con Salta/12 que su hijo vivía en Pichanal pero estaba trabajando en la empresa Santa Cecilia SRL en Rivadavia Banda Sur, donde se desempeñaba como tractorista y realizaba otras tareas rurales. El poblado más cercano de ahí es La Estrella, a donde el joven solía ir cuando salía del trabajo para hacer compras y comunicarse por teléfono porque allí encontraba señal. El 24 de febrero de 2022 en la noche, se dirigió hasta ahí con otros dos compañeros y luego permaneció varios días desaparecido.

La madre relató que cuando su hijo llevaba dos días desaparecido, una mujer de la zona rural donde trabajaba se comunicó con ella para informarle que el joven no había regresado.

Esta mujer dio su testimonio el miércoles último. Es la cocinera de la finca donde trabajaba Riso Molina, y contó que llamó a la madre de la víctima por pedido del encargado porque el joven no había regresado. La testigo dijo que acompañó a la madre de Riso Molina al pueblo, donde hablaron con la propietaria del local donde los trabajadores habrían comprado bebidas alcohólicas la noche del hecho.

Mabel Molina relató que al enterarse de que su hijo estaba desaparecido viajó hasta la finca Santa Cecilia. Se entrevistó con un encargado, quien le dijo que su hijo había salido con dos compañeros y no regresó. A su vez, estos dos hombres aseguraron que se había quedado consumiendo bebidas alcohólicas con unas chicas.

Con estos datos, Mabel Molina hizo la denuncia e intervino la Brigada de Investigaciones, que buscó a su hijo por ocho días. En ese lapso lograron averiguar lo que había sucedido y uno de los acusados declaró ante las autoridades. De este modo, la madre logró reconstruir lo que había sucedido con su hijo.

Se determinó que el 24 de febrero el joven salió de trabajar de la finca alrededor de las 22 y con otros dos trabajadores fue a La Estrella. En ese lugar había un campamento de maquinistas. “Con los dos compañeros, mi hijo llegó a donde estaba esta gente. Entraron, parece que conversaron. Los dos compañeros robaron un celular, de los que se usaban para esas zonas con poca señal, y un cargador, y escaparon al monte". La madre de Riso Molina, aseguró que su hijo no había participado de esa acción, que estaba subido a un lugar buscando señal, y los maquinistas "lo agarraron a mi hijo. Le pegaron, lo torturaron, lo secuestraron y lo mataron”. "En total había 8 personas ahí, entre todas estas personas me le han hecho todo esto”, acusó. 

La madre dijo que los dos compañeros de trabajo de su hijo escondieron lo que habían robado en el monte y recién a los cinco días lo entregaron a la Brigada de Investigaciones.

Según la mujer, estos hombres contaron que su hijo no había participado de la sustracción del teléfono y el cargador, y habrían manifestado que escucharon sus gritos cuando los maquinistas lo atacaron pero huyeron dejándolo ahí.

Mandato de silencio 

Mientras la Brigada investigaba, uno de los ahora acusados confesó lo que había pasado e indicó el lugar donde dejaron el cuerpo. “Los que mataron a mi hijo lo botaron en un desierto donde jamás lo iba a encontrar, en ese lugar no andaba nadie”, sostuvo Mabel Molina.

En la última audiencia declaró un compañero de la víctima y esta vez dio otra versión. Dijo que habían ido al pueblo a comprar bebidas; cuando volvían, cerca de las 4 de la madrugada, vieron el campamento de casillas al costado de la ruta donde había unas maquinarias. Uno de ellos se quedó a un costado mientras el testigo, junto con la víctima, ingresaron a sacar cosas de las máquinas. En ese momento salieron unos hombres y él salió corriendo hacia el monte llevándose un manojo de llaves, mientras que su compañero quedó arriba de un tractor. Su otro compañero llegó primero a la finca, al amanecer el encargado les preguntó qué había pasado con Luis y le explicaron lo sucedido en el campamento. También declaró que después fueron juntos al lugar y ya no estaban las casillas ni las máquinas.

“Los asesinos dicen que ellos se han defendido de un robo. Mi hijo agonizó desde la noche hasta las 9 de la mañana”, sostuvo la madre de la víctima.

"El prófugo (Cayetano Domínguez) fue el último que le pegó un golpe a mi hijo en la cabeza”, relató la madre y dijo que por el único maquinista que declaró sabe que después de abandonar el cuerpo este hombre reunió a todos los partícipes del crimen para decirles “acá no pasó nada. Nadie va a decir nada”. “Entre los que hicieron eso hay dueños de las máquinas y empleados”, indicó la madre.

“Mi hijo´, en uno de esos días, antes de que le pase esto, me dijo ‘vieja, cobré el sueldo, tengo acá la plata. Tenía para cobrar 70 mil pesos”, contó Mabel Molina y precisó que cuando las autoridades le devolvieron un bolso de su hijo, tenía allí los comprobantes del cobro.

El joven también tenía un celular Samsung J7 Neo “que nunca apareció”. La madre indicó que en el campamento los maquinistas también quemaron evidencias. Detalló que en ese lugar, mientras ella buscaba a su hijo, encontró la hebilla de la gorra del joven y un biquero (portador de bicarbonato, usado para el coqueo) entre porotos. Además, precisó que al cuerpo de Riso Molina le faltaban “la gorra, las zapatillas, las medias, una cadenita, uno o dos anillos de plata”.

“Yo digo que a mi hijo ahí también le robaron”, manifesta en su momento la madre y aseguró que hizo la denuncia pero las cosas no aparecieron.