Es mi día de descanso. Así lo expresó JA antes de salir a reunirse con los popes de la inteligencia artificial. Me envía las fotos con ellos como un triunfo. Hoy tuiteó 5442 veces según mi registro y en cada tuits iba su emoción por el asunto. En una lucía abrazado con Mickey, en otra con Reagan y en otra montando un avión de plástico.

Debe de dejar de usar esos chiches deformes porque me ha llegado a preguntar mostrándome la pantalla en qué momento él había hecho tal o cuál cosa. "¿En qué viaje estuve besando una morsa?", por ejemplo. O "¿che, este con cara de cerdito con flores estampadas soy yo?". Aprieto el control de la tele. Me duele el hígado de las comidas que ingiere JA y me obliga a acompañarlo en sus ingestas porque dice sentirse solo. 

-No hay nada más lindo que almorzar con amigos - , dice mientras deglute una hamburguesa especial puro tocino y kétchup y dos litros de cola helada. Me queda aún un tiempo largo de asistencia al viajero siquiátrico que el destino y sus malas artes me impusieron para cumplir mi condena .

-Vos sos mi cronista preferido. En la pantalla hay un juego de grandotes empujándose. Le llaman fútbol americano. Qué saben. Extraño una televisación de Yupanki vs Deportivo Paraguayo. Eso es fútbol. No esta merda. Me duele la panza y por el intercomunicador le hablo en correcto español al flaquito de abajo que parecía centro americano: "Una paratropina, a la suite presidencial por favor. 

-Ah, comprendo -alarga el tipo-. Es usted un pícaro, eh? Y corta. Al rato tocan a la puerta y aparece una rubia con peluca, sonriente. Le hablo al tipo de abajo. -¿Qué me mandaste pelotudo ¿Una prostituta? Te pedí una paratropina. Silencio. Responde: "No sé qué es eso. Yo creí oír “una mina” caballero y como sois argentino entendí eso. ¿Y qué tal la dama? Para no hacerle perder su trabajo la dejo abrir el mini bar y se zampa todas las porquerías que hay. La última imagen antes de quedarme dormido es verla alentando a esos morrudos, masticando papas fritas como una coatí rabiosa.

Despierto por el portazo. La falsa rubia se ha ido y al no encontrar la camiseta canaya que dejé en el sillón colijo que se la ha llevado como souvenir. Estaba firmada por el Negro Palma y ahora vaya a saberse en qué hotel o cama por 5 dólares anda. Entra como una tromba JA mostrando un bailecito ruin y estrambótico de felicidad. Cree estar conquistando el mundo y en realidad va a regalar mi país. Por eso es que dejé de usar mi arma, para no tentarme. 

–Despertate zurdo planero -me grita mientras sonríe-. 

-Te podrías bañar, desde acá se huele el sudor -le contesto cuando me arroja un almohadón. Tiene gestos de muchachón en viaje de egresados. Se saca la ropa a los tirones, los pantalones con sus pies y queda al aire lo que siempre temo: ese cuerpo blanco de trompo que suelo imaginar cosido a un chaleco de policía. Cierro los ojos para no ver. El sonido del agua en la ducha y sus desafinaciones me despiertan del todo. En la tele hay un programa de preguntas y respuestas. Es todo igual, el mundo está arruinado, me digo. 

Atardece en esta ciudad del imperio que de día asusta y de noche deprime. Sale envuelto en esa blanca robe de chambre que otorga el hotel.

-Me costó conseguirlo pero voy a probarlo. Señala lo que ha dejado sobre la mesita de vidrio. Un paquete de yerba mate y un sobrecito de leche en polvo.

-Voy a ver que gusto tiene... hay un kilombo bárbaro en Argentina por estas mierditas. Dale, preparame esa mezcla mientras me cambio. 

Silba una canción de Favio mientras se calza una bata espantosa con dibujitos de leones y tigres.

La vista de los anocheres en el imperio nos deja esa melancolía de lo monstruoso y bello a la vez. La culpa de que estas moles de luces y estas avenidas hayan sido construidas con la rapiña y el crimen internacional se pagan con entretenimiento, leds y gigantes de neón o lo que sea. Belleza cautiva y perfecta, pútrida y hermosa.

Una noción de idiotez y viaje alucinatorio. 

¿Que habrán sentido los pilotos que se estrellaron contra las torres? ¿Matar gemelas es un crimen doble? Si lo hubieran hecho de noche el espectáculo habría de ser otra cosa, más medieval, más infernal, más pictórica. Nada se puede hablar que no sea en contra de aquella masacre, mientras a diario decenas de otras torres horizontales como aldeas caen impregnadas por cohetes y misiles disparados por este imperio. Bien lo sabía Lorca en su librito Poeta en Nueva York, decepcionado de intuir la sangre ajena, derramada e invisible. El chillido porcino a mis espaldas me sobresalta.

Escupe el mate cocido. "¡Esto es meada de mono. A ver si con algo dulce esto cambia. Vuelve a escupir. "¿Y por esta porquería se pelean? ¿Qué carajos le puso el kirchnerismo para que les guste a los negros esta cosa tan espantosa?". Destapa tres latas de cola y se las manda al buche suspirando entre sorbo y sorbo. 

Recuerdo la cocina de mi casa, mi mamá sirviéndolo en el tazón de chapa con pan con manteca y me entran ganas de pagar a un brujo que ejerza su vudú con alfileres. Tengo anotadas cientos de afrentas de JA hacia todos pero esta ya es insoportable.

-Tomá, probá vas a ver qué horrible. 

Lo miro con frialdad de criminal. 

-Lo conozco y además no bebo de taza ajena.

-Ay, la señorita se ha puesto enojada porque le toqué sus recuerdos peronistas. 

Me llevo la mano a la cintura donde supo estar mi 38 y lo asesino con mi dedo índice.

-Epa, no sabía que estabas armado. Bueno déjate de joder con sentimentalismos y ponete a escribir que por eso estás acá. Te voy a narrar todo lo maravilloso que hice en el día para publicar mañana en algún lado. La vida es sensacional.

Culmina riéndose como lo que es: un animal extraviado, gordinflón, quejoso del sistema y que paradójicamente vive de lo que el Estado le proporciona. Este hotel por ejemplo, los viajes, las autopistas, los autos, los trajes, la comida y sus pantuflas de señorita que calza y que hubo que solicitar al botones el número más pequeñín.

No se lo he comentado a JA pero el recepcionista preguntó si éramos la troupe de algún circo sudamericano.

 

[email protected]