En el comienzo de Jim Henson: el hombre y las ideas (se puede ver por Star+) se advierte una figura desconcertante. No pertenece a The Muppets Show. Tampoco es de alguno de los muñecotes de Plaza Sésamo o Fraggle Rock. Ni siquiera son los monstruos de sus películas ochentosas (Laberinto, El cristal encantado). Lo que brota es un rostro calidoscópico que invita a repensar la antesala de un acto creativo. “A una idea tenés que explorarla desde varios ángulos”, dice esta silueta que luego desaparecerá tal como lo hizo su orfebre en 1990, a la temprana edad de 53 años y con un testamento monumental. Un artista que según Ron Howard “usó la sátira, la fantasía, lo exploratorio, los mundos fantásticos con sus propias lógicas y personajes". "Su idea era promover lo lúdico como un sentido de lo posible. Eso como un descubrimiento para los demás, pero también a nivel individual”, plantea el director del documental en entrevista exclusiva con Página/12.

Durante casi dos horas, el especial va de la biografía al homenaje, de lo íntimo a lo muy público, pero principalmente busca desentrañar la filosofía de quién pasó la mayor parte de su existencia creando figuras de felpa radicales y tiernas en partes iguales. Un titiritero incansable y tranquilo, de aspecto sacro y barbado, que “que quería salvar el mundo, ser cordial y tonto”, como se escucha por allí. Será nada menos que Orson Welles quien lo represente con bastante y pompa como “un verdadero genio. Piensen en Rasputín como el mejor de los boys scouts”. Y en pantalla se advierte a Henson junto a Frank Oz -su perdurable compañero de andanzas- manipulando a la rana René (ok, Kermit) y Fozzie. Los cuatro ponen cara de monaguillos a punto de hacer alguna monería. Y vaya si cumplen con ello.

También hay virulencia muppet. Como cuando se muestran los spots publicitarios hechos por la compañía a finales de los ’50. Basicamente, los comerciales de panes y productos lácteos parecían una excusa para hacer volar golpes, martillazos y explosiones. Vale recordar que el piloto para su programa de singular vodevil llevaba por nombre “Sexo y violencia”. The Muppets Show en los ‘70 fue un programa popularísimo y a la vez de culto, que inoculó la cultura de su época siendo al mismo tiempo parte estelar de ella. “Todavía no se hablaba de la violencia en televisión y nosotros ya habíamos hecho bastante”, lanza con pícardía en una entrevista.

Jim Henson: el hombre y las ideas es generosa en revelaciones. Como la confesión de que los títeres fueron más bien un medio para entrar a la televisión. "Nadie lo había hecho", dice con una honestidad brutal. También está la cronografía familiar y las dificultades que atravesó con su esposa y "descubridora", Jane. Utilizando películas caseras de archivo personal, fotografías, bocetos y diarios personales de Henson, así como entrevistas con su séquito, el documental tiene el mérito de ser plenamente consciente del homenaje pero nunca cae en la hagiografía. En el viaje habrá lugar para ver a Stevie Wonder tocando en Plaza Sésamo,  y también la búsqueda vanguardista de Henson con realizaciones audiovisuales vírgenes de marionetas como The Cube Time Piece: relojes y cuadrados serán fundamentales en la puesta en escena concebida por el director de Apollo 13, Una mente brillante, El código Da Vinci y Frost / Nixon, entre otros. Tal como ya lo había hecho con el notable The Beatles: Eight Days a Week The Touring Years, el director buscó darle cohesión a la rareza y a un material desbordante. Para Howard, en definitiva, lo que resalta es “el gran coraje creativo” de Henson.

-Según Clint Eastwood, los dos aportes “verdaderamente estadounidense” al arte fueron el jazz y el western. ¿No cree que Eastwood se olvidó de incluir a Jim Henson?

-Nunca le llevaría la contra a Clint Eastwood (se ríe). Creo que Jim Henson estuvo muy inspirado por los titiriteros europeos, especialmente de muy joven. Habiendo dicho esto, encontró la verdadera posibilidad de narrar historias con esos objetos de una manera muy sofisticada, ya fuera con la comedia, el drama y hasta lo experimental. Podía unir eso en un mismo cuadro y eso lo hizo único. En cierta manera, exportó eso a los Estados Unidos y le dio una esencia muy singular.

-¿Hay algo que desconociera de Jim Henson y aprendió haciendo este documental?

-Intuitivamente lo sabía, pero pude revisarlo y chequear su gran coraje creativo. Tomaba riesgos y fallaba en muchas ocasiones. No son quizá los proyectos a los que les prestamos más atención, aunque algunos de ellos están en el documental. De hecho, creo que son bastante entretenidos. Proyectos que en su momento no fueron muy bien considerados ahora son de los que más lo enaltecen. Hoy en día somos los beneficiarios de esa voluntad. Y Henson era muy consciente de que podían decepcionar. Realmente puso su mayor empeño en todo lo que hizo; no era un Midas, pero se comprometía con lo que hacía sin importarle nada más. Admiro eso.

Henson junto a su troupe.

-Hace algunos años hubo una retrospectiva dedicada a Jim Henson en el festival de Mar del Plata. Vinieron algunos integrantes de su troupe, como Bonnie Erickson, quién lo definió como un “un anarquista amable”. ¿Está de acuerdo con esa descripción?

-Totalmente. De hecho, rompió muchas reglas y no creía mucho en los sistemas de regulaciones sino en ser decente con la gente. Para él era muy importante transmitir y comunicar que el ser humano era una sola comunidad, una sola familia. Y desde ahí era muy rebelde sumergiéndose en múltiples géneros y formatos.

-Jim Henson consideraba que Kermit era su alterego. ¿Cuál de todos los Muppets sería el suyo?

-Me gusta verme como Big Bird (carcajadas). Voy por ahí, espero que todos estén felices, tranquilo y con cierta fortaleza. Espero dejar una influencia en los demás de la manera más inocente y menos ofensiva posible.