Roberto “Tito” Cossa y el teatro parecen tener un vínculo inquebrantable, a prueba de balas. Su natalicio –el 30 de noviembre de 1934– coincide con la fecha en la que se celebran tanto el Día Nacional del Teatro (en honor a la primera sala teatral, La Ranchería) como el Día del Teatro Independiente (a propósito del Teatro del Pueblo, al que Cossa estuvo estrechamente ligado por su participación en la Fundación Carlos Somigliana). Y por esas vueltas del destino, su muerte coincidió con el estreno de Un guapo del 900 en el Teatro Nacional Cervantes, el clásico de Samuel Eichelbaum adaptado por él y dirigido por Jorge Graciosi que tuvo su estreno el jueves por la noche en la imponente sala María Guerrero, donde se reunieron muchos de sus allegados para despedirlo, además de colegas, funcionarios, autoridades del TNC y la prensa.

Estuvieron presentes en el evento el secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli; el director y subdirector del TNC, Gonzalo Demaría y Cristian Scotton; el director de la pieza, Jorge Graciosi; y también los herederos Martín Eichelbaum (nieto de Samuel) y Mariano Cossa (hijo de Tito). “Quiso el destino que el estreno del último trabajo de Roberto ‘Tito’ Cossa, su versión del clásico de Eichelbaum, Un guapo del 900, coincidiera con su partida esta mañana. Esta noche le rendiremos homenaje en la gran sala del Teatro Nacional Cervantes, como merece el decano del teatro argentino, a quien tuve el honor de tener como maestro”, había anticipado Demaría en un comunicado a través de las redes oficiales del TNC con una foto junto al dramaturgo.

La fila para retirar las entradas llegaba hasta la vereda de la calle Libertad y el clima de la noche, casi como un gesto cómplice, parecía mucho más amable que el frío de los días previos. En el hall de entrada, junto a la ventanilla de la boletería, una pantalla proyectaba en loop varias fotografías del ilustre dramaturgo y adentro esperaba al público una vitrina con libros, revistas, fotos analógicas y viejos programas de mano de algunas de sus obras. En el foyer se respiraba esa calidez que suele inundar la mayoría de los estrenos teatrales: abrazos, saludos efusivos, reencuentros sorpresivos y, claro, charlas entre colegas sobre el homenajeado y las particularidades de su despedida. Todos atravesados por la emoción de una partida que, de pronto, se había transformado en un rito afectuoso dentro de un teatro tan emblemático como el autor de La nona. Cuando se dice que referentes de la talla de Cossa son "un pedazo de historia” es una afirmación rigurosamente cierta. El Salón Azul ubicado junto al foyer, por ejemplo, lleva hoy el nombre de otro dramaturgo que dirigió el TNC en los años 90 y murió el 14 de junio de 1999: nada menos que Osvaldo Dragún, uno de los pioneros de Teatro Abierto junto a Cossa.

Durante la pandemia, el Taller de Jóvenes Periodistas del TNC le hizo una entrevista exclusiva al dramaturgo y, cuando se le preguntaba por sus experiencias en el Cervantes, decía: “Ningún director me traicionó, la palabra traición entre comillas. Yo no salí defraudado en ninguna de mis puestas, en algunos casos estuve más encantado con el trabajo del director y una de ellas fue Un hombre equivocado, un gran trabajo de Villanueva Cosse y por supuesto de los actores, porque sin buenos actores no se puede hacer un buen espectáculo; la escenografía, la luz, estaba todo muy bien porque es el Cervantes, que tiene todas las posibilidades”. Aquel estreno fue en 2016 y la puesta contaba con un elenco numeroso: Sofía Bertolotto, Alejandra Darín, Maia Francia, Tony Lestingi, Gustavo Pardi, Manuel Vicente, Vando Villamil, Facundo Godoy, Leandro Barceló y Abel Zárate. Pero esa no fue la única puesta de Cossa en el TNC. En distintas salas del teatro o incluso como parte del programa federal se presentaron obras como Los compadritosYepeto (segunda versión), Nuestro fin de semana, Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, La ñata contra el libro, una adaptación al formato radioteatral de Gris de ausencia a cargo de Víctor Agú, entre otras experiencias.

Ayer fue el turno de Un guapo del 900 con puesta de Graciosi y un elenco integrado por Juan Manuel Correa (como Ecuménico López), Patricia Durán (como Natividad), Gabriel Fernández (como Alejo Garay), Celeste García Satur (como Edelmira), Darío Levy (como Bravatto), Miguel Sorrentino (como Clemente Ordóñez) y Carla “Char” Vianello, la música en escena que con su bandoneón ejecutó en vivo las melodías compuestas por Mariano Cossa. El diseño de iluminación es de Horacio Novelle, Alejandro Mateo realizó el diseño escenográfico, el vestuario es de María Armentano y la coreografía estuvo a cargo de Mecha Fernández. En relación al clásico de Eichelbaum, Graciosi reflexiona: “Un guapo del 900 transcurre en Buenos Aires en aquel 1900… en tiempos electorales y corruptos, como se acostumbraba, todo esto atravesado por esa grieta sociopolítica de los argentinos. Esa grieta que ya se vislumbraba en 1810 con ‘saavedristas y morenistas’, que siguió luego con ‘unitarios y federales’, y se desarrolló a lo largo de nuestra historia con muchas versiones, salpicando de sangre nuestro territorio con fusilamientos, bombardeos y desapariciones forzadas. Esta grieta que aún convive con nosotros”.

El trabajo de Cossa nunca estuvo escindido de la política y el compromiso, ya sea a través de las poderosas metáforas presentes en sus obras o en sus experiencias de gestión. No es incoherente que su despedida haya sido con el estreno de una obra como la de Eichelbaum, que repone cuestiones fundantes de la idiosincrasia argentina. Sobre las cualidades del protagonista encarnado por Correa, Graciosi dice: “Su dimensión heroica y su grandeza pasan por el reconocimiento de la culpa. El destino y la historia lo ubican en otra grieta, ‘radicales y conservadores’: para todo ciudadano nacido por fuera de la oligarquía o de las clases acomodadas, las únicas posibilidades de subsistencia eran el trabajo esclavo o la servidumbre a personajes políticos. Ecuménico nació en medio de todas las tormentas políticas y sociales, vivió su vida con muchas carencias, tal vez todas, pero tocado por una varita mágica que lo dotó de una gran cualidad: la lealtad. Esa lealtad tantas veces ausente y, sin embargo, tan necesaria en la vida. Hoy hablamos de la lealtad”.

Al final de la función hubo un aplauso cerrado con el público de pie en la María Guerrero y subieron al escenario todos los miembros del equipo junto al director del TNC. Graciosi, embargado por la emoción, fue el primero en tomar la palabra con la voz completamente quebrada: "Con Gonzalo Demaría, director del Teatro Nacional Cervantes, estrenamos esto en un día que nos falta un amigo. Mi amigo. Pero se fue haciendo teatro y con un estreno. ¡Esperame con la botella llena que vamos para allá!". Demaría, por su parte, concluyó: "Simplemente quiero pedir un aplauso final para el autor de esta versión del clásico de Samuel Eichelbaum, otro maestro. El día del estreno es el día que él eligió para partir. Gracias, Roberto 'Tito' Cossa".

*Un guapo del 900 puede verse de jueves a domingo a las 20 en la sala María Guerrero del TNC (Libertad 815). Entradas por Alternativa Teatral.