El ciclo Maratón es una buena idea, así lo reconoce el propio Rody Bertol. Organizado por Teatro Municipal La Comedia, la primera de sus ediciones -dedicadas a artistas relevantes del panorama local- toma por eje la figura referente de Bertol, con tres obras y un conversatorio. Hoy en Teatro La Comedia (Mitre 958), la programación de Maratón Bertol será la siguiente: a las 16, Cuadro disolventes (charla, actividad gratuita); a las 18.30, Un niño asustado (con Gustavo Di Pinto y Santiago Pereiro); a las 19.30, Crepuscular. Como una luz en primavera (obra en proceso) (con Lorena Salvaggio, Estela Argüello, Diego Bollero, Laura Fuster, Florencia Echeverría, Ignacio “Niche” Almeyda y Pamela Di Lorenzo); y a las 20:30, URE. Un provocador entrañable (con Cristian Marchesi; dirección de Bertol y Guillermo Calluso).
“Está buena la idea, porque es la posibilidad de juntar, en una misma tarde-noche, todo el material de algún director o de algún coreógrafo, también para rescatar material inédito. De hecho, yo voy a mostrar un trabajo en proceso (Crepuscular. Como una luz en primavera), una obra que se va a hacer en septiembre y de la que vamos a hacer un adelanto”, comenta Rody Bertol a Rosario/12.
-El marco te permite esto mismo y no es menor, como tener una primera respuesta del público antes de dar forma final a la obra.
-Sí, totalmente; me va a permitir darle la última etapa, que es cuando uno va definiendo toda la puesta en escena, y hacerlo también a partir de la reacción del público, de lo que opina. Siempre digo que el teatro es una máquina de invención colectiva, porque por un lado está lo que vos decís, y por el otro lado, está esto de hacer una obra que nunca termina. Uno sabe o cree saber lo que ha hecho, pero después el espectador mira, escucha y ve lo que a él le parece, y se arma su propia obra en la cabeza. Como si la obra que está arriba del escenario estallara en el imaginario de todos los que la ven. Y eso es muy interesante, porque a través de la ficción uno puede encontrar poéticas que permitan, en la diversidad y en la diferencia, comprender más al otro. Eso es lo que tiene el teatro. Yo me encuentro, de pronto, con personajes con los que nunca me hubiera imaginado identificarme, y para darme cuenta de que esto no es solo como yo lo siento. El teatro, por un lado, es un entretenimiento, pero por el otro es una reflexión, una lágrima, una sonrisa. Es una pausa en la vida cotidiana, y es al mismo tiempo un recreo. Yo defino al teatro como una mezcla de emoción y ética, es ese cruce.
-La mirada del espectador es el misterio.
-Un misterio que no puede tener respuestas. Después, con los años, te encontrás con alguien que te dice recordar tal o cual cosa, gracias a una obra que ha ido viajando y flotando a través de los tiempos, en el imaginario de esa persona. Por eso, el teatro es una fábula de un tiempo futuro, pero al mismo tiempo es la revelación de algo que sucedió en un tiempo pasado. El teatro tiene la posibilidad de transitar, viajar, mezclar, e inventar su propio tiempo.
-¿Sobre qué será la charla Cuadro disolventes?
-Va a haber una parte práctica, muy práctica, y voy a hablar sobre un aspecto de lo que sería la puesta en escena. Fundamentalmente, voy a transitar por las metáforas que uno podría considerar madres. Borges lo define muy bien, con la metáfora del río en Heráclito, o la de La vida es sueño de Calderón; pero hay una que es la del viaje, la vida como un constante viaje. En este sentido, yo voy a tomar el viaje de tres artistas descomunales: el viaje de Witold Gombrowicz, autor de teatro extraordinario que vivió en Argentina; el viaje de Franz Kafka, que estuvo a punto de vivir en Argentina; y el viaje de un personaje que parece lejano, de Sarmiento. Veremos cómo cada uno de estos tres grandes escritores escribieron sus obras, cómo Sarmiento escribió Recuerdos de provincia, Gombrowicz sus grandes obras, y Kafka una de las obras más descomunales del siglo XX; todas escritas en un momento bastante anónimo, diríamos. Desde allí me voy a ir, de alguna manera, viajando hacia cómo en definitiva cualquier ser humano, y esto también lo dice Borges en el prólogo de Los conjurados, puede escribir los versos más hermosos de la literatura, pero los más desdichados también. Es decir, a mí me emociona mucho la condición de estos escritores, que escribieron como lo hacemos nosotros acá, en Rosario, ¡por hacerlo, nomás! (risas); de alguna manera, estimulados por las ganas de hacerlo y de encontrarse con otros, porque ése es el gran anhelo.
-No voy a dejar pasar la ocasión de contarte lo mucho que me emocionó URE. Un provocador entrañable.
-A nosotros nos ha pasado lo mismo, por momentos nos emocionaba. Alberto Ure ha sido muy muy irónico, muy punzante y agudo, pero por momentos se despojaba y aparecía la figura de un intelectual muy sensible.
-En esta Maratón, lo que creo también aparece, es una fisonomía autoral, lograda a través de tus obras, pero junto a las personas asociadas a tu nombre y tarea.
-Lo único que nos queda al hacer una obra, es ese compañero, ese afecto, ese compincherismo, esa complicidad que uno arma con el otro. Eso es lo más valioso y es, insisto, lo único que te queda, por suerte.