Los 106,9 puntos de inflación acumulada en apenas cinco meses, entre diciembre y abril, impiden afirmar que el programa económico de Javier Milei sea un éxito en esta materia. Por el contrario, la devaluación inicial, la desregulación de la economía, los aumentos de tarifas y la liberalización de precios hicieron estragos en los bolsillos populares, dispararon la pobreza más de diez puntos y duplicaron la indigencia, provocando además una recesión de dimensiones históricas.

El relato del Gobierno es que la inflación no para de bajar, aunque omite aclarar que primero la catapultó hasta 25,5 por ciento en diciembre, un registro inédito para las últimas cuatro décadas. La desinflación, para colmo, encontró en mayo el último escalón, dado que para junio se anticipa un nuevo repunte del índice de precios y para los meses siguientes, con viento a favor, habrá una estabilización en niveles elevados, entre 4 y 5 por ciento mensual hasta fin de año.

La acumulación de tensiones e inconsistencias del programa económico podrían desembocar en un estallido inflacionario mucho peor si el viento le viniera de frente al Gobierno. Por ejemplo, con una eventual negativa de China a renovar el canje de monedas por el equivalente a 5000 millones de dólares que vence este mes. Si así ocurriera, las enflaquecidas reservas del Banco Central sufrirían una sangría de 2900 millones de dólares casi de inmediato y otros 1900 millones en julio.

En julio, además, vencen cerca de 1500 millones de dólares de deuda con el sector privado. "La situación del frente externo es frágil, circunstancia que se acentúa con la baja liquidación de exportaciones de la cosecha gruesa. Las reservas brutas están cristalizadas en el entorno de 29 mil millones de dólares desde marzo y las reservas netas siguen en terreno negativo", alerta el último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE).

El ancla cambiaria, fundamental para que no vuelva a explotar la inflación, se encuentra cada vez más tironeada. Eso se refleja en la ampliación de la brecha entre el dólar oficial y los financieros del 20 al 40 por ciento en las últimas dos semanas, lo que fue acompañado por el desplome en las cotizaciones de bonos y la suba del riesgo país a más de 1500 puntos.

Las expectativas devaluatorias también se evidencian en la demora en la liquidación de divisas. “En abril y mayo las exportaciones del complejo cerealero y oleaginoso estuvieron un 19,4 por ciento por debajo del promedio de los últimos cinco años, entre 2019 y 2023”, puntualiza FIDE.

Lo "mejor"

En un escenario más "optimista", con dominio de la situación cambiaria y paulatina recuperación económica, las previsiones del mercado y de economistas de distintas extracciones, heterodoxos y ortodoxos, indican que la inflación superará el 5 por ciento desde junio a septiembre y quedará entre 4 y 5 por ciento hasta noviembre, según el último relevamiento de expectativas (REM) del Banco Central, publicado esta semana.

"Si el Gobierno sigue retirando subsidios a la energía, la inflación se ubicaría en torno al 5,7 por ciento mensual en el tercer trimestre", menciona por ejemplo Carlos Pérez, en un documento de la Fundación Capital. "Con el ajuste de precios regulados pendiente, más los posibles efectos de segunda ronda del aumento de tarifas, luce poco probable hacia el segundo semestre lograr quebrar el registro de inflación de 4 por ciento mensual en el nivel general", agrega.

Recesión o inflación

La contradicción principal del plan económico es que necesita de la recesión para bajar la inflación. Sin salarios e ingresos populares deprimidos, el IPC estaría varios puntos más arriba. Los sueldos de los trabajadores privados registrados perdieron 12 puntos de poder adquisitivo entre noviembre y marzo y 29 puntos acumulados desde enero de 2018, cuando se desató la gran crisis en el gobierno de Mauricio Macri. A los empleados públicos les fue peor, con pérdidas de 21 y 37 puntos, respectivamente. Y mucho peor a los informales, con una licuación de sus salarios de 27 y 65 puntos, señala FIDE.

"La puja distributiva es otro factor que puede dificultar la desaceleración inflacionaria en los próximos meses. El Gobierno ha puesto reparos a que los salarios crezcan por encima de la inflación, pero la recuperación salarial es condición necesaria para la reactivación económica. La disyuntiva es entre la recuperación de la actividad y la desaceleración inflacionaria", completa el documento.

La puja distributiva entre sectores del trabajo y el capital fue un factor clave de la inflación en el gobierno de Alberto Fernández y en otras etapas de la Argentina. La actual administración, como en tantos otros temas, no resolvió la cuestión ni marcó un rumbo que permita encarrilar las expectativas y que la economía crezca con baja inflación, con salarios al alza, sino que se concentró en liquidar los niveles de actividad, destruir empleos y afectar la capacidad de compra de las mayorías. 

La reprimida

La muletilla de la inflación reprimida es uno de los recursos que utilizó Milei para justificar el salto de precios de más del ciento por ciento en los meses que lleva de gestión. La culpa era de la herencia. Esa estrategia, sin embargo, ahora le juega en contra, ya que las expectativas de una inflación estancada en niveles altos se explica también por las postergaciones de aumentos que decidió el Gobierno el mes pasado, en contra de su propio discurso.

"La baja de la inflación en mayo también se debió a la decisión de las autoridades de postergar los aumentos de precios regulados, una medida de muy corto plazo que opera en detrimento del objetivo fiscal", marcó la Fundación Capital. En tarifas de luz y gas, la suspensión de aumentos ese mes significó un "ahorro" en términos de inflación de 1,8 puntos, que quedan pendientes para el segundo semestre de acuerdo a lo anunciado por el Gobierno.

La suba de combustibles también está en la agenda oficial. "El incremento de los impuestos previsto para julio será de 114,9 por ciento, impactando en una suba de los combustibles del 18,6 y sumando 0,8 puntos al IPC. Los combustibles suelen tener importantes efectos de segunda ronda, ya que impactan en el transporte de mercancías", agrega el informe.

Lo peor ya pasó

"Lo peor ya pasó y ahora vienen los años en los que vamos a crecer. Las transformaciones que hicimos empiezan a dar frutos, a sentirse", dijo Macri el 1 de marzo de 2018, cuando arrancaba la fase más dura de la crisis de su gobierno y antes de endeudar a la Argentina con el FMI por cifras multimillonarias.

Esta semana el ministro Luis Caputo, quien también fue protagonista central en aquella administración de Cambiemos, volvió a caer en la tentación de repetir la frase maldita. "Vemos que lo peor ya pasó y estamos en franca recuperación, cuya velocidad depende de dos factores: la aprobación de la Ley Bases y convencer a los ciudadanos de que el cambio depende más de ellos", manifestó.

El tiempo dirá si con Milei tiene más suerte de la que tuvo con Macri.