Cita obligada para los más chicos. Vuelve El Cascanueces al escenario de Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131), durante junio y julio, y la sala ya calienta motores de cara a las próximas vacaciones de invierno. El clásico navideño de Piotr Ilich Tchaikovsky se presenta con una adaptación especial de Juan Lavanga, dirigida por Federico Fernández y codirigida por Nina Zaera. Las funciones se realizan los domingos 9 y 30 de junio, y en julio el jueves 18, viernes 19 y 26, sábados 20 y 27 de julio, y todos los domingos del mes, siempre a las 11.
La iniciativa es parte de la 34° temporada de Vamos al Ballet, un ciclo creado por la Fundación Konex para acercar los géneros clásicos al público infantil. Y en este marco, el proyecto de El Cascanueces se lleva adelante gracias al trabajo conjunto entre la Fundación y la Asociación Arte y Cultura. La puesta cuenta con la actuación de primeras figuras de los cuerpos de danza del Teatro Colón y del Teatro Argentino de La Plata, integrantes además del Buenos Aires Ballet Juvenil. Se trata de una propuesta innovadora y atractiva pensada para toda la familia, pero con una poética enfocada en los más pequeños. La coreografía, por su parte, está a cargo del bailarín Emanuel Abruzzo, quien propone una fusión de clásico, danzas regionales, bailes diversos y efectos foley. Y todos esos elementos se combinan en escena con una escenografía creada con mapping, proyecciones y animaciones.
“Es un clásico para las infancias, pero en este caso también aporta mucho la música de Tchaikovsky”, señala Juan Lavanga. “Hay fragmentos muy conocidos que se han popularizado, como el famoso `Vals de las Flores´que se baila en las fiestas de 15 o en los casamientos. Y por otro lado, es una obra llena de personajes, colorido, danzas regionales y una historia de Navidad que, más allá de los credos, siempre es festejada por todos y es una alegría para las familias. En otros países, en los meses de noviembre y diciembre es una costumbre ofrecer este ballet. Nosotros lo hacemos en otros meses y gusta mucho también. Es una obra mágica”, agrega el productor, quien ha adaptado también otras célebres obras del compositor ruso como La Bella Durmiente y El Lago de los Cisnes.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo de esta adaptación para toda la familia?
-El trabajo fue arduo, y pensando siempre en los chicos y en su poder de adaptación y aceptación de un espectáculo de ballet, que no es sencillo. Al integrar en la puesta a toda la familia, siempre hay un personaje a través del cual pueden identificar determinadas situaciones. Por ejemplo, está la abuela, que es quien va relatando el cuento, interpretada por la actriz Victoria Barnfather, y el tío chistoso y juguetón de la fiesta, interpretado por el bailarín Nicolás Baroni. Además, hay un elenco juvenil de excepción, integrado en su mayoría por bailarines del Instituto del Teatro Colón, y los bailarines principales pertenecen al Teatro Colón y al Argentino de La Plata. Ludmila Galaverna y Facundo Luqui y Romina Panelo y Emanuel Gómez son las primeras figuras invitadas, y ese es el momento de ballet puro, ya que no se desvirtúa el famoso y tradicional pas de deux, tal como se ofrece en cualquier teatro del mundo.
-Este ballet se repone año a año. En este marco, ¿cómo ha ido evolucionando esta puesta en relación con el público y la forma en la que este recibe la propuesta?
-La puesta fue evolucionando de acuerdo a un minucioso trabajo realizado por el director Federico Fernández, la directora Nina Zaera y, sobre todo, por el coreógrafo Emanuel Abruzzo que tiene una personalidad totalmente versátil en cuanto a bailes, dado que su formación es clásica pero sus conocimientos de jazz, comedia musical y hip hop han permitido una puesta totalmente renovadora. La lucha del Rey Ratón con el Cascanueces, por ejemplo, es con un componente tipo Matrix que a los chicos les fascina. Y, por otro lado, la puesta de mapping y proyecciones realzan la puesta de una manera total. El bis del final, con una danza popular con todos los bailarines, incluida la abuela en zapatillas de calle, lleva a un acompañamiento de palmas y a una alegría generalizada en el público. Todo es obra de Abruzzo, y el gran final es una fiesta. El público siempre recibió muy bien esta obra y hemos sido nominados a los Premios ACE en años anteriores. Además, ganamos el Premio Luisa Vehil en 2022 y el Premio ATINA de Teatristas Independientes en 2023 a la Producción, Coreografía, Visuales y Escenografía.
-En todos estos años han tenido como objetivo acercar a las nuevas generaciones al mundo del ballet. ¿Qué evaluación hacen de ese trabajo y qué resultados advierten que les ha dado?
-En todo este tiempo, no sólo se acercó a nuevas generaciones al mundo del ballet, sino que además se permitió que fuera algo accesible para las infancias de determinadas instituciones como el Centro Cultural Padre Mugica o la Fundación Garrahan, ya que hay un cupo liberado del cual dispone Fundación Konex destinado para eso. Esto es obra de Luis Ovsejevich, y con este gesto me siento muy identificado porque siento que es un grano de arena que aporta a nuestra cultura, tan vapuleada en este momento. Hay chicos que han visto este ballet con cinco, siete, diez años y algunos regresan a verlo y nos dicen: “Lo vi hace siete años” o “Soy bailarina porque lo vi a los cinco años y quise estudiar baile”. Son historias de vida ligadas a una producción. Yo soy habitué del Teatro Colón desde los 14 años y ya ha pasado mucho tiempo. Vi El Cascanueces en 1971, bailado por Rudolf Nuréyev y Olga Ferri. Y esta adaptación es un homenaje a la memoria de esos grandes bailarines, además de un proyecto dedicado a la familia.
* Para más información, en el sitio del Konex.