La reposición de Ensayo Vania. Una fallida representación de la felicidad marca varias cuestiones; entre ellas, la prosperidad del proyecto que significa La Orilla Infinita, la sala teatral ubicada en el barrio de República de la Sexta. De manera consecuente, la continuidad de la obra que dirige Pablo Fossa dice sobre el logro de un público propio: el de la misma sala -un público que sigue el estreno de las diversas producciones, de estreno simultáneo- pero también el que ganó para sí la misma obra. Ensayo Vania. Una fallida representación de la felicidad continúa sus funciones los días jueves a las 20.30 en La Orilla Infinita (Colón 2148).

“Ya cumplimos un año con la sala, y Ensayo Vania fue una de las tres obras con las que se inauguró. La Orilla Infinita es un proyecto que queremos mucho, porque nos llevó muchos años poder concretar, y a partir de una experiencia que no sabíamos si iba a funcionar, por dos aspectos. Por un lado, en relación a la respuesta que iba a tener de parte del barrio una sala de teatro independiente; por el otro, porque no sabíamos si iba a funcionar la comunidad que se armó dentro de La Orilla, porque somos cuatro grupos asociados al proyecto”, comenta Pablo Fossa a Rosario/12.

-Transcurrido un año, ¿cómo es la respuesta del barrio?

-Uno va con prejuicios, pensando en por qué le gustaría a la gente del barrio lo que yo hago, que es teatro independiente, pero fue todo lo contrario. De hecho, los vecinos acostumbran pasar, y cuando ven la puerta abierta, ingresan para conocer a la sala de día. Hasta van con la intención de encontrar algún artista y conocer qué se va a hacer el fin de semana. Hay quienes se quejan porque ya vieron las obras y la programación todavía no cambia.

-Lograr un público es algo que permite la permanencia en el tiempo, y ese es un capital que supieron ganar.

-Para el teatro independiente ésa es una apuesta permanente, con cada obra siempre es empezar otra vez. Algunos podrán decir que ya tienen cierta carrera hecha, pero al momento de estrenar una obra, el sostenimiento en el tiempo es siempre complicado, para quien tiene más experiencia y para quien no, porque hay que volver a construir al público y asentarlo. Por eso es muy importante, para nosotros, apostar a que las producciones puedan asociarse a la permanencia de la sala.

-En este sentido, se trata de una reposición de Ensayo Vania, y con la perspectiva de continuar.

-Estamos empezando el séptimo mes de temporada, o sea, ya es un logro importante. Por otra parte, de los siete meses, cinco fueron los días jueves, un día que no es muy habitual, ahí también hay un logro conquistado. La obra está funcionando muy bien los jueves, y tenemos cerca a la Siberia, un enclave muy importante por la movida estudiantil, a la cual estamos también tratando de llegar.

-¿Cómo surgió Ensayo Vania?

-Como el nombre lo dice, es una adaptación de la obra de Antón Chéjov, Tío Vania, una de sus obras más hermosas. Trata sobre la posibilidad de ser feliz; Vania, justamente, es un personaje cuya vida transitó en la infelicidad, y un buen momento se da cuenta. Nosotros, humildemente y en el contexto de pandemia, empezamos a leer ese material, a ver las películas que hablan de esa obra, pensándola a partir de un elenco de teatro independiente de Rosario, en este contexto histórico, que ensaya dicha obra en el living de la casa de una de las actrices. Lo interesante es cómo la vida de los personajes de ficción, se mezcla con la vida de las personas que tratan de encarnarlos, con la intención de que, en algún momento, al espectador ya no le interese saber si el que está actuando es el actor o si es el personaje de la obra de Chéjov.

-En estos meses de trabajo, ¿qué cuestiones de interés aparecieron?

-La verdad es que me di varios gustos. Como surgió durante la pandemia, en esos días me dije “ya está, hagamos lo que nos gusta y se terminó”. En ese sentido, hay dos datos que son interesantes. Uno es que esta idea de la ficción y de la realidad está muy atravesada por citas a Macedonio Fernández, que trabajaba mucho esta confusión con personajes que cobran vida y de pronto están en la realidad. Y, por otro lado, hay como dos elencos dentro de la misma obra: uno es el elenco que va a hacer los personajes de Chéjov, pero hay otro, de teatro físico, clown y pantomima, que no tiene nada que ver con la poética de Chéjov pero está presente durante toda la obra, interviniendo sin mucha justificación dramática.

-¿Cómo te resulta trabajar con un elenco tan numeroso?

-En los años de estar en el teatro, uno aprende que el factor más importante de una obra es pegarla con el elenco, es decir, encontrar la sociedad que mejor cabe para el proyecto. A mí me gusta trabajar con elencos numerosos, porque para mí el teatro es una fiesta; no solamente en el hecho escénico, frente al espectador, sino también durante todo el proceso de abordaje de la obra. Y eso ayuda mucho a la construcción de esta obra, que tiene que ver con la posibilidad de juntarse con las personas con las que hace años quería trabajar. No hay una obra indicada para trabajar con estas diez personas, no existe, uno la tiene que construir; y en eso, dentro de todo lo trágico y dramático que fue la pandemia, ésta sin embargo cooperó, porque una parte del proceso la hicimos por meet, y fue un cable a tierra muy importante para nosotros. Nos juntábamos todas las semanas para hablar de la temática, compartíamos películas, lecturas de escenas; éramos diez personas conectadas, hablando de teatro. Una cosa maravillosa.

Ensayo Vania. Una fallida representación de la felicidad

cuenta con dirección de Pablo Fossa, asistencia de Ignacio Chazarreta, escenografía de Niche Almeyda, vestuario de Ramiro Sorrequieta, música de Claudio Logiudice y construcción de objetos por parte de Aldo Villagra. El elenco está conformado por María Laura Silva, Jorge Ferrucci, Aylén Favre, Malena Contreras, Macu Mascía, Pablo Tendela, Niche Almeyda, Aldo Villagra y Ariel Armoa.