A tan solo seis meses de haber iniciado este gobierno, se han cerrado y desfinanciado diversos organismos gubernamentales, la mayoría bajo sospechas de corrupción y militancia. Aunque puede que algunas de estas denuncias sean infundadas, resulta evidente el patrón de actuación al desarticular proyectos como el FISU (Fondo de Integración Socio Urbana). El proceder parece ser el mismo: primero, se denuncia corrupción y luego, se corta el financiamiento sin esperar a los tiempos requeridos para la comprobación de los actos ilícitos. A pesar de la falta de evidencia, estos proyectos no vuelven a reactivarse, lo que representa un grave retroceso para las personas que eran ayudadas por estos.

Ante este panorama, surge la pregunta: ¿no debería la política mejorar la vida de sus ciudadanos? ¿Quién asesora al presidente en estas decisiones? ¿Es consciente el presidente del daño que genera desarmar estas políticas? En esta línea, recientemente se anunció el cierre definitivo de la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, que era el último vestigio de la estructura del extinto Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, creado durante la gestión de Alberto Fernández.No me sorprende en absoluto esta decisión. Desde el inicio de este régimen ha sido evidente el desprecio por las políticas de género. En diferentes apariciones públicas, algunos de sus funcionarios como Francisco Sánchez (secretario de Culto), Carlos Rodríguez (ex jefe de asesores económicos de Milei), Nicolás Márquez (amigo personal y biógrafo del presidente), Manuel Adornis (vocero presidencial), Diana Mondino (canciller) y Bertie Benegas Lynch (diputado LLA), entre otros, han hecho abiertamente comentarios desafortunados.

Para esta administración (le queda mejor el mote “administración” que cualquier otro), el interés central parece ser la economía, lo cual está bien, pero un país es mucho más que lo económico ¿no? Las violencias, los crímenes, la educación, la salud, el hambre también deberían ser su prioridad. El Ministerio de Economía no ha logrado zanjar el problema económico de nuestro país en décadas. ¿Por qué en cuatro años se le exige al Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad que resuelva el de los femicidios? No se ha logrado aplacar el complejo asunto de los femicidios, pero se atendieron otros temas importantes que antes nadie escuchaba. Recibieron y asesoraron 357.692 comunicaciones por violencia de género. Brindaron apoyo económico a 665 familias, además de asistencia a más de 577 familiares de víctimas de femicidio, travesticidio y transfemicidio. Pusieron en marcha 50 equipos interdisciplinarios, con 146 profesionales en todo el país a través del programa “Acercar Derechos”. Brindaron apoyo económico a más de 258.000 mujeres y disidencias con el programa “Acompañar”. En total, asistieron a más de un millón y medio de personas en situación de violencia de género. Estas cosas no las comenta la actual gestión: todo es sospecha de corrupción. 

La supuesta cruzada contra la corrupción es solo una excusa para la destrucción: cuando a alguien le duele la corrupción en el ámbito público, lo que está detrás de la bronca y pena que experimenta es un deseo de que ningún privado se beneficie o se apropie de recursos que son de todxs y deben ser distribuidos entre todxs. Milei no quiere eso.En una de sus últimas apariciones públicas, lo dejó en claro: “Me gusta destruir el Estado. Las reformas las debe hacer alguien que odie el Estado y yo odio al Estado”. Le cuento, señor presidente, que lo está logrando. Ahora entiendo su fascinación con la imagen del león. El león es un animal que, al asumir el reinado de una manada, mata al macho alfa y a toda su descendencia, borrando cualquier rastro de su legado. ¿Esta será la intención del presidente? Con la muerte de Eva Perón se buscó hacer lo mismo, borrar cualquier rastro de su existencia y terminó ocurriendo todo lo contrario. 

Este gobierno no muestra ni mostró empatía por los derechos humanos básicos. ¿Qué podemos esperar de ellos? Un gobierno indiferente ante el hambre de los niñxs, ¿podría tener empatía con las disidencias? Nos mintieron en la cara, ni se ponían de acuerdo con las versiones, hasta que descubrieron la evidencia en un galpón con toneladas de comida sin entregar a los comedores y parte de esa comida estaba por vencer. Otra muestra de “supuesta corrupción”. Si el Estado está ausente ante el hambre de lsx niñxs sin recursos, ¿qué podemos esperar para las mujeres y disidencias? En mi columna anterior, mencioné las cifras de femicidios en lo que va del año 2024: un total de 128 mujeres y disidencias, una muerte cada 36 horas. Culpar al disuelto ministerio es fácil, lo difícil es ponerse a trabajar para que las cosas cambien.

 El mal desempeño del ministerio de Capital Humano quedó en evidencia: expuso a la ministra Sandra Pettovello y a todo su gabinete, a tal punto que rodaron varias cabezas. Desde que comenzó el gobierno, unos 40 funcionarixs dejaron su cargo. Tengo la sensación de que este escándalo es el primero que movió los cimientos de LLA. Me parece que van a tener que cambiar de estrategia de comunicación: ya no les queda ministerio por desarmar para tapar el mal desempeño, la falta de voluntad y el odio como motor de decisiones.

Milei no quiere gobernar un Estado: quiere gerenciar, administrar una empresa. Se maneja con la lógica de un CEO, no de un estadista. Señor presidente: en lugar de odiar tanto al Estado, a tal punto de aniquilarlo, ¿por qué no piensa en reformarlo para que funcione mejor para la gente? Porque, en definitiva, qué culpa tiene la gente. ¿No?