Finalmente, después a casi seis años de la denuncia, Darthés fue condenado a seis años de prisión por la justicia brasileña en la causa por la violación de Thelma Fardin.
Recordemos, en diciembre de 2018 Thelma Fardin denunció a Juan Darthés por abuso sexual, con apoyo del colectivo Actrices Argentinas. La actriz relató que en 2007, Darthés abusó sexualmente de ella cuando tenía 16 y él 45 años, en el marco de una gira internacional que los llevó a Nicaragua con la tira Patito feo.
El camino desde entonces fue durísimo para Thelma, a pesar de contar con el apoyo de una parte importante de la sociedad y el movimiento feminista. Del otro lado, sin embargo, estuvieron siempre los que pusieron en duda sus palabras, los que dijeron por qué no denunció antes, los que cuestionaron por qué no se había defendido, los que desconfiaron de su testimonio, los que dijeron que fabulaba, que mentía, que lo había buscado, que en realidad con 16 años no era tan chica. Toda una serie de lugares comunes que muchos medios de comunicación reprodujeron con total impunidad. Una serie de prejuicios que siguen funcionando todavía con una fuerza infernal, garantizando que los abusos sexuales en la infancia y la adolescencia sean ocultados o negados.
Hay quienes todavía consideran que un adulto que abusa sexualmente de una niña o un niño menores de edad está teniendo relaciones sexuales con elles. No es una cuestión superficial, no es solo cuestión de lenguaje. Es seguir considerando los cuerpos de niñas, niños y adolescentes disponibles para el consumo adulto, no importa si se es famoso, padre de las criaturas, tío o amigo. Todo está justificado en la lógica de la defensa de las apariencias de buenos padres, tíos, actores, etc. y de la sospecha que se cierne sobre quienes en esos vínculos jerárquicos están en el lado más débil de la balanza.
Esta vez hubo también amenazas y ataques a Thelma y a quienes acompañaron y difundieron la denuncia, como el caso de la periodista Luciana Peker.
Esta condena llega en un contexto de retroceso feroz en derechos para las mujeres y diversidades. Por eso nos da un respiro ante el desmantelamiento planificado de la institucionalidad de las políticas de género y prevención de las violencias que tanto costó conseguir y frente a tantos abusos naturalizados.
Repara a la víctima y repara a todas las otras víctimas que siguen buscando justicia.
Así y todo, el estado de alerta continúa. Este lunes también se conoció la noticia de que el ministerio de Justicia de la Nación anunció la disolución de 81 Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), por considerar que duplicaban trabajo y no eran necesarios. Los CAJ brindan asesoramiento y orientación frente a los problemas legales de la vida cotidiana de las personas. El gobierno dice que no son necesarios porque ya está garantizado el acceso a la justicia. Una muestra más de una gestión que ignora que la justicia tiene sesgos clasistas, sexistas, racistas y es expulsiva para la mayoría de las personas, más aún para los grupos vulnerabilizados. Hace unas semanas despidieron a trabajadoras y trabajadores de la Línea 137, que brinda contención, asistencia y acompañamiento a víctimas de violencia familiar y/o sexual y de grooming, con una línea específica para niñas, niños y adolescentes. Hoy hay mucho hermetismo en torno a la continuidad o no del programa.
Esta aniquilación de las políticas necesarias para vivir una vida libre de violencias y abusos se traduce en puertas cerradas para muchas otras Thelma, que necesiten justicia y no puedan acceder a ella. Porque lo que le pasó a Thelma --más allá de sus condimentos particulares por ser una persona pública-- pasa a diario, la justicia necesita acercarse y no dar la espalda a quienes tienen vulnerados sus derechos, y a las víctimas de violencias y todo tipo de abusos.