Nacho toma una de las pelotas que lo rodean, la acomoda fuera del área y patea. Clank. Travesaño. “Esta sale linda”, dice sin aclarar a dónde había decidido patear. Cuando toma la segunda y sucede lo mismo, los presentes comparten sonrisa y mirada cómplice. Cuando la tercera roza el caño y la cuarta vuelve a pegar ahí, con más fuerza y mayor ruido, ya no quedan dudas sobre la impactante precisión de uno de los jugadores más finos y elegantes que dio el fútbol argentino en los últimos 20 años.
Luego decide empezar a patear a los palos, el test final que define que estas pelotas Europarís, modelo Münich, pasarán a ser parte del mundo Scocco, en este caso en el Hughes FC, el club de sus amores donde el ex crack de Newell’s y River es parte fundamental, en esta nueva etapa de su vida que decidió arrancar, tras el retiro, en su querido pueblo del sur santafesino. Su lugar en el mundo. "Con mi mujer siempre volvimos a Hughes. Incluso, cuando jugaba en el exterior y teníamos un mes de vacaciones, elegíamos el pueblo. Acá tenemos las familias de ambos, nuestros amigos, el club…", cuenta Nacho, incluso yendo más allá en su explicación. "Tan aferrado fui que siempre me costó generar un grupo de amigos fuera del pueblo. No está bien y es un tanto extraño, pero me pasó y seguramente fue porque siempre pensé en volver y retomar las relaciones, estar y volver a la vida de acá. El siempre sentir que iba a volver me costó profundizar relaciones", admite.
Nacho se fue preparando para lo que vendría tras el retiro, en 2021. "Desde 2017 que me involucré en Hughes FC. Con varios amigos nos metimos en la comisión, primero en el armado y la gestión a distancia. Y luego, cuando me retiré, ya de lleno con la coordinación de todo el fútbol y jugando en el equipo", cuenta quien jugó dos años en la Primera local y ahora retomó, tras tomarse de descanso los primeros meses del año. "Ya me cansan los entrenamientos, pero la motivación de ganar un título con el club me mantiene activo", dice mientras informa que el club está tercero –entre 15– en la liga venadense. Para lograrlo, Nacho está en todos los detalles: el césped de la cancha luce hermoso, tras ser resembrado, y acaba de adquirir las pelotas profesionales Europaris, entre otros temas que buscan potenciar el fútbol del club. Un acuerdo con River es lo que se viene…
Más allá de su compromiso con el club, Nacho cuenta lo que le apasiona de vivir en un pueblo de 7.000 habitantes. "Mi día a día es lo más normal que hay. Me levanto, hago los mandados, llevo a mi nena chiquita al jardín. Con ella justamente estoy disfrutando como no pude con los más grandes, por los viajes, concentraciones y partidos. La idea de estos primeros años era no tener horarios, estar bastante en casa, disfrutar de otras cosas. En definitiva, tengo una vida que no pude tener antes", relata mientras suma una cosa que es importante. En Hughes no es Ignacio Scocco el crack del fútbol sino el mismo Nacho de siempre. "A mí me gusta el perfil bajo, no sentirme observado, y acá la gente me trata como uno más, como el Nacho de chico. Y eso me hace disfrutar de todo", comenta.
El lujoso delantero marcó 192 goles en 547 partidos –17 años de carrera profesional–, ganando siete títulos. En Newell’s tuvo cuatro etapas, con 78 en 214, mientras que en River sumó 38, incluyendo cinco en un partido de Copa Libertadores, y también cinco campeonatos. También jugó en cinco clubes del exterior y brevemente en la Selección. Tras colgar los botines hace tres años, Scocco cuenta lo que extraña y lo que no de aquella etapa. "Por una de las cosas que dejé porque ya no quería ir a entrenar todos los días y tampoco tenía ganas de lidiar con la ansiedad y los nervios del día del partido. Todo eso ya me costaba, si bien no me perjudicaba cuando entraba a la cancha. En el pueblo sigo entrenando y todavía siento ese cosquilleo en la panza pero no es lo mismo… Sí, en cambio, me agarran ganas cuando veo partidos de los domingos. Se extraña el partido, estar dentro de la cancha, hacer un gol, la cancha llena…", reconoce.
Nacho se metió en el famoso tema de la presión, algo que lo marcó a fuego. "Es tanta que, por más que te vaya bien, se te hace difícil de disfrutar. Tuve épocas gloriosas en Newell’s y la más importante de la historia de River, pero es tan dinámico todo que no llegás a disfrutar. En 2013 dejamos afuera a Boca de la Libertadores y a los tres días un partido importante en el torneo local. Salimos campeones y todavía nos quedaba la Copa. Nunca parás ni terminás. Lo mismo en River. Salimos campeones en Madrid y días después tuvimos el Mundial de Clubes. Y luego la Recopa. La ganamos y había que ganar el torneo local. No te digo que no es lindo, es hermoso. Pero uno no llega a disfrutar como debería por esa presión", se sincera.
Terminó una etapa y comenzó otra, totalmente distinta en presión y adrenalina. "En el pueblo me encontré con una liga competitiva, más tirando al semi profesionalismo, donde se entrena todos los días, el jugador se cuida y se juega con intensidad. Por suerte no sufrí la agresión, ni física ni verbal. Nada es lo mismo, pero la adrenalina me sigue llegando y mantengo el sueño de poder lograr algo con el club de mi pueblo. Eso me da energías para seguir un poco más", aclara.
Además de vivir el presente, Scocco planea el futuro. "Tengo proyectos muy interesantes con el fútbol, porque sé qué es lo que me gusta, especialmente la formación de chicos, el poder ayudarlos a llegar al fútbol profesional, el sueño de muchos", comenta para luego dar más detalles de su idea. "Sería aprovechar los contactos que tengo en el profesionalismo para que clubes importantes vengan a Hughes. River y Newell’s estuvieron, Banfield y Sarmiento también. Estamos en un plan de instalaciones para que los chicos se muestren", completa mientras agarra otra Euro y toma carrera. Esta vez va al ángulo. Me gustan más los goles que el travesaño", dice, sonriente, mientras enfila para el vestuario.