El restaurante “El Almacén” está cerca de Plaza Alem, en la intersección de Italia y Ayacucho, partido de General Belgrano, provincia de Buenos Aires. General Belgrano es considerada por muchos como “La Capital Nacional del Río Salado”. Para los que conocen General Belgrano, es una esquina con historia. Hacia 1907 funcionaba allí el bar “El Buen Gusto”.
Los más memoriosos recuerdan que el periódico local “El Imparcial” promocionaba que en “El Buen Gusto”, “los jueves va a ver vistas”. O sea, proyección de películas mudas en blanco y negro que llegaban en tren.
El dueño del bar incluía en la atracción algunas calesitas para alegría de niñas y niños. Hace ya varios años, con Ricardo Buiraz, el nuevo dueño del lugar, entrar es un viaje en el tiempo. Predominan objetos del siglo XX, como de finales del siglo XIX. Un museo con restaurante. Buiraz dice que lo organizó “alrededor de los objetos”. La combinación de la pasión por la historia y un cálido lugar para agasajar la panza. Pastas caseras, pescados, tabla de fiambres y quesos regionales, más la infaltable parrillada, son una carta acotada pero contundente. Y aunque Buiraz no se considera un historiador, tiene que aceptar que su curiosidad lo llevó a escribir en dos tomos el libro “General Belgrano de Ayer”.
Como amante de su pueblo y de su rica historia, no puede creer lo que ve en una de sus mesas. Se refriega los ojos y se acerca a la mesa. La ocupan dos hombres que ya están terminando con la picada.
--Disculpe, amigo, la intromisión, pero usted es…
--Sí, soy el general Manuel Belgrano.
--Un honor que nos visite.
--Al contrario, mi amigo, lo felicito por el boliche. Impecable la picada,. Esperemos que el asado no se quede atrás
--Quédese tranquilo, general, tendrá lo mejor para usted y su amigo.
--Ah, sí, se lo presento. El doctor Aldo Ferrer.
--¿Usted es el del Plan Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA?
--Así, es. Para servirlo.
Ricardo se va a controlar el asado y Belgrano y Ferrer conversan a solas, aunque en voz alta.
– Mire, don Aldo, estoy muy enojado. Si el Senado aprueba la Ley Bases y sobre todo el RIGI, se pondrá en riesgo definitivo la industria nacional. Usted lo sabe porque yo lo escribí. Permítame que se lo lea una vez más: “Ni la agricultura ni el comercio serian, casi en ningún caso, suficientes para establecer la felicidad de un Pueblo, sino entrase a su socorro la industria”.
--Sabias palabras, general.
--Déjeme seguir, don Aldo. “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo el darles nueva forma, sino en atraer las del Extranjero, para ejecutar lo mismo y después vendérselas”. Lo escribí en El Correo de Comercio, no recuerdo si en 1810 o 1811.
--También yo estuve mirando papeles, pero son de mis sucesores en el Plan Fénix. Escuche: “El RIGI se erige en un instrumento incapaz de promover un proceso de desarrollo en profundidad. Conlleva en cambio la conformación de enclaves que poco reportarán en términos de divisas, de eslabonamientos y de creación de capacidades. Estos enclaves, en la medida en que se concreten en actividades extractivas, significarán además un prematuro y estéril agotamiento de nuestros recursos naturales y serias consecuencias ambientales”. Y sigue así: “La industrialización de los recursos naturales en sus regiones de origen es indivisible de la transformación de la estructura productiva. Esta transformación es condición necesaria para establecer un relación simétrica no periférica con el orden mundial”.
En eso, a Belgrano y Ferrer les llega la parrillada y uno, que estuvo escuchando desde la mesa de al lado, sigue maquinando. El conjunto de la Ley Bases pretende reformular la estructura jurídica de la economía argentina. El RIGI es el núcleo, el corazón de la propuesta. Desde la perspectiva de que uno de los problemas estructurales de nuestra economía es la recurrente escasez de divisas, el RIGI pretende resolverlo a través de la Inversión Extranjera Directa (IED). Milei considera que la ausencia de inversiones es producto de las normativas “restrictivas” en términos cambiarios, aduaneros e impositivos. Cree que la retirada del Estado facilitaría la IED. Para ello promete que para inversiones de hasta 200 millones de dólares habrá beneficios fiscales y aduaneros. Aplicación de impuestos más bajos, por un periodo de 30 años (impuesto a las ganancias de 25% frente al 35 % de la Ley general). E importar y exportar bienes de forma irrestricta con aranceles menores a los generales.
Si bien en Diputados se modificó la no inclusión de baja en insumos, en ningún punto de la normativa se establece un programa de compre local. Insólitamente el proyecto de Ley concede el beneficio de la no obligación de administrar el flujo de divisas. Es decir: por un lado dice que necesitamos dólares y por otro lado cuando se generan no se obliga a nadie a liquidarlos.
En una síntesis muy interesante Nicolás Sidicaro en “Todo sobre el RIGI: apresurado en la entrega de Recursos y sin consensos claros” (Cenital 16/5/24 dice le “Dieron Todo”) agrega: “En caso de tener un conflicto se le otorga a las empresas la posibilidad de acudir directamente al CIADI” Tribunal Internacional que consecutiva y recurrentemente falla contra Argentina… No van a pagar derechos a la importación ni a la exportación durante 30 años y que se les permitiría importar insumos y bienes de capital usados un combo perfecto para ensanchar la brecha tecnológica. Estas políticas impiden los eslabonamientos productivos es decir la generación de una cadena de proveedores locales. Martin Reydó en “El RIGI un proyecto anti-Argentina: cinco claves para entender por qué” (Cenital 10/5/24) afirma: “El proyecto busca consagrar de una vez y para siempre un patrón de especialización productiva de Argentina, como mero exportador de commodities, con multinacionales dominando la crema del negocio y sin ninguna articulación con el entramado productivo nacional o el sistema de innovación. Economía de enclave pura y dura”. Al no plantear ninguna regulación cruzada nada impide que capitales que ingresen con el blanqueo de capitales, luego se inscriban en el RIGI, estimulándose normativamente actividades vinculadas a actividades ilícitas.
La parrillada se está terminando, Aldo con lujo de detalles le explicó las consecuencias de la Ley a Belgrano, que masculla bronca.
--Mire Aldo, el miércoles pienso marchar contra este estatuto colonial. De paso, ¿usted sabe qué opina el gaucho que gobierna Buenos Aires?
--Está en contra. Dijo que la Ley Bases es una forma de desintegrar el Estado y reemplazarlo por la ley de la selva. Y anunció que pasaría la noche en Congreso para estar tempranito en la manifestación de protesta.
--Bien. Véngase usted también conmigo, Don Aldo. Ya estamos bien comidos y en estos casos no sobra nadie.