Lucila Crexell, la senadora neuquina que quedó en el ojo de la tormenta por su eventual nombramiento como embajadora en la Unesco horas antes de la votación de la Ley Bases, es una representante de lo que Javier Milei denuesta como "casta". Pertenece a la familia que marcó los destinos polítcos de Nequén: los Sapag.

De origen libanés e instalados en Zapala, los Sapag saltaron a la arena política durante el primer peronismo, cuando Neuquén era territorio nacional sin lo derechos polítos que trajo el estatus de gobernación a partir de 1955. Felipe y Amado Sapag ocuparon cargos en Zapala y Cutral-Có antes del golpe de 1955.

Tras la llegada de la Revolución Libertadora y la proscripción del movimiento de Juan Domingo Perón, dirigentes justicialistas de la provincia crearon el Movimiento Popular Neuquino (MPN) en 1961. Esto permitió a Felipe Sapag ser electo gobernador en 1963 (había ganado en 1962, pero no llegó a asumir por la anulación de los comicios y el golpe contra Arturo Frondizi). Cesó en el cargo con el golpe de 1966. Volvió al poder en 1973 hasta el derrocamiento de Isabel Perón, que fue llevada como prisionera de los militares a la residencia El Messidor, en Neuquén.

A la par de los triunfos electorales de su hermano a nivel provincial, Amado Sapag era elegido intendente en Zapala. Un tercer hermano, Elías, llegó al Senado en 1963, 1973 y 1983. Durante la última dictadura, Felipe Sapag (que volvió a ser gobernador en 1983 y en 1995), sufrió la desaparición de dos hijos que militaban en Montoneros.

Dos votos clave en 1984

El nombre de Elías Sapag (padre y abuelo de dos futuras senadoras: Luz Sapag y Lucila Crexell)  fue determinante en el Senado con diferencia de semanas en 1984. En enero de ese año, la Cámara de Diputados, con mayoría radical, aprobó el proyecto de reforma del Código de Justicia Militar, guiado por la premisa del presidente Raúl Alfonsín de la “autodepuración”, esto es, que los propios militares hicieran justicia con sus camaradas. Las modificaciones llegaron en el Senado.

La media sanción en Diputados no contemplaba la posibilidad de que la justicia civil se hiciera cargo de las actas del Consejo Supremo en caso de demora en la sentencia de la justicia militar. Cuando el 4 de octubre de 1984 la Cámara Federal se abocó y comenzó el camino al juicio a las Juntas, lo hizo en cumplimiento de la modificación en el Senado. El cambio fue obra de Elías Sapag. El senador logró que los jueces civiles pudieran abocarse en causas de la justicia militar. No sólo se consiguió eso: los particulares damnificados o sus familiares podían apelar, y los fiscales federales fueron obligados a apelar las sentencias del fuero militar en todos los casos. Muy especialmente, hubo un cambio decisivo en un tema que en el verano de 1984 no resultaba tan dramático como lo sería en el otoño de 1987: la obediencia debida.

Un mes después de esa sesión, el voto de Sapag en el recinto fue decisivo para voltear la ley de ordenamiento sindical. El radicalismo presentó la norma, conocida como Ley Mucci, como un intento de democratizar la vida sindical (los gremios venían de ser intervenidos por la dictadura), con representación de las minorías a través de la elección por voto directo de los afiliados. Si una lista opositora conseguía el 25 por ciento, debía ser parte de la conducción, siempre en el marco del modelo de sindicatos únicos por rama de actividad

Para los sindicatos fue una declaración de guerra, un intento por atomizarlos aprovechando el impacto de la victoria electoral. El 11 de febrero de 1984, como era previsible, la mayoría radical en Diputados aprobó la norma. La CGT movilizó a diez mil personas frente al Congreso. El 14 de marzo, un mes después de haber hecho la diferencia con su voto (y su modificación del texto) en la reforma del Código de Justicia Militar, Sapag volvió a desempatar, y lo hizo en contra del proyecto oficialista.

Las nuevas generaciones

En los años siguientes, la descendencia de Felipe, Amado y Elías Sapag se mantuvo en la primera línea de la política neuquina.  Edgardo, hijo de Amado, fue, como su padre, intendente de Zapala. Jorge, hijo de Elías, gobernó la provincia entre 2007 y 2015. Durante su primer mandato sufrió, en 2010, la muerte de su hermana Luz (madre de la actual senadora Crexell) en un accidente de auto. Entonces era intendenta de San Martín de los Andes y había pasado por la Cámara Alta.

Luz fue electa senadora en 2001, en la primera votación directa de senadores nacionales. En esa ocasión, llegó al Senado con Pedro Salvatori, gobernador entre 1987 y 1991. Al jurar su banca sucedió a su hermano Felipe, que era vicegobernador en 1993 al momento de la muerte del patriarca Elías, y lo reemplazó en la banca. Así, entre 1983 y 2007, la familia Sapag estuvo presente en el Senado y regresó en 2013 con la elección de Lucila Crexell, entonces de 31 años. 

La edad mínima para ser senador son 30 años, así que la nieta de don Elás se postuló en la primera elección en la que podía competir para la Cámara Alta. Fue reelecta en 2019, con una particularidad: fue en alianza con Juntos por el Cambio, y segunda en la lista que encabezó el radical Horacio Quiroga. Este falleció dos semanas antes de la elección y Crexell ingresó por la minoría. Su permanencia en el Senado se debe a ese hecho, ya que el malogrado Quiroga era quien debía haber asumido esa banca. En esa elección, Silvia Sapag, hija de Felipe, entró al Senado por la lista del Frente de Todos, como parte de un acuerdo de una facción del MPN, mientras otra, la de Crexell, apoyaba a Mauricio Macri. 

También se puede mencionar a Alma Sapag, hija de Elías, que fue diputada nacional hasta 2021. Luis, hijo de Felipe, era diputado provincial al momento de su muerte, en 2019. La familia no es exactamente algo opuesto a la "casta" y ahora tendría a una de sus exponentes en un cargo diplomático