Solo en una sociedad con subjetividades desmanteladas a fuerza de la imposición del terror económico y de otras maniobras coactivas y represivas pueden aceptarse discursos delirantes de mesianismo.

Que alguien afirme sin inmutarse que proviene de un futuro apocalíptico que quiere evitar es mucho más que una manifestación patológica del carácter.

En medio de un panorama desolador de miserias, la autoproclamación del mesías es la muestra más evidente de la exclusión social y la fragmentación.

El delirio megalomaníaco combinado con la crueldad que somete a millones de personas al desamparo y el hambre no es obra de un individuo sino la perversa expresión de la maquinaria capitalista.

Los tecnoburócratas son instrumentos ejecutantes de los planes de sobreexplotación y expoliación.

Refiriéndose a la utopía Fernando Ulloa afirmó: "La utopía redefinida modernamente no es un no lugar, sino que es lo contrario de la renegación. La renegación es negar una realidad social en la que se está inmerso, o negar las características de esta realidad social, y negar que se niega. Esto tiene un ejemplo exaltado y paradigmático en toda la época de la represión integral donde precisamente lo que se buscaba era que la gente negara las situaciones siniestras que estaban aconteciendo."

En efecto, este enunciado conserva absoluta vigencia en esta sórdida época de empobrecimiento por desposesión, falaces discursos que exaltan el egoísmo y pretenden neutralizar las acciones sociales colectivas de resistencia.

Carlos A. Solero