ANIMAL 7 puntos
(Grecia/Austria/Bulgaria/Chipre/Rumania, 2023)
Dirección y guion: Sofia Exarchou.
Duración: 116 minutos.
Intérpretes: Dimitra Vlagopoulou, Flomaria Papadaki, Ahilleas Hariskos,
Chronis Barbarian.
Estreno en salas de cine.
El cine documental le debe una película a esos grandes obreros de los hoteles all inclusive que trabajan de sol a sol entreteniendo a los huéspedes, ya sea bailando, organizando juegos los días de lluvia o dirigiendo sesiones de aquaeróbic en las piscinas. Por el momento, el segundo largometraje de la griega Sofia Exarchou, ganador del premio a la Mejor Actriz en el último Festival de Locarno, cumple en visibilizar el rol de esos esforzados animadores. Claro que, tratándose de un film de ficción, los mecanismos narrativos incluyen la construcción de personajes con un pasado y un presente. Entre ellos, la protagonista, Kalia (Dimitra Vlagopoulou, en un papel intenso y demandante), una mujer de unos cuarenta años que ya le ha dedicado a esos menesteres la mitad de su vida. Animal comienza justo antes del inicio de la temporada veraniega, cuando el resort de la isla griega donde trabaja aún está a media máquina y Kalia repite un ejercicio físico para fortalecer los músculos.
Pronto las partes del escenario que se asemejan a esos pilares tradicionalmente griegos son desempaquetados y los turistas comienzan a llegar de todas partes de Europa: italianos, franceses, austríacos, rusos, polacos. Kalia y su jefe Simos, que mantienen un vínculo que se parece bastante a la amistad “con beneficios”, reciben a los animadores que no viven allí todo el año y trabajan exclusivamente durante los meses de verano. Entre ellos una joven polaca que está a punto de cumplir los dieciocho años, Eva, quien durante los primeros tramos hace las veces de los ojos del espectador, descubriendo un mundo de bambalinas usualmente oculto. Los ensayos le ceden el lugar a los primeros “espectáculos” nocturnos, con Kalia –bailarina y cantante– moviendo el cuerpo al compás de un ritmo moderno o entonando un cover de "Let’s Get it On", de Marvin Gaye, mientras el público, en general de edad madura, la acompaña con aplausos.
Más allá del grupo de personajes secundarios, a quienes el guion de Exarchou les dedica tiempo y espacio para poder destacar sus particularidades, Animal se concentra en gran medida en el drama de Kalia, que parece estar atravesando una crisis personal de envergadura. Nada se explicita, pero las actitudes crecientemente extremas, usualmente ligadas a la juventud –las borracheras, el sexo casual, la sensación de vacío con la llegada del sol–, se imponen con la fuerza del callejón sin salida. Más aún cuando la protagonista y varios de sus colegas suman otros extenuantes trabajos nocturnos para sumar euros: la participación en fiestas de casamiento y, sobre todo, el rol de bailarines en una discoteca atestada de chicos y chicas.
Hay momentos y situaciones en Animal que se sienten un tanto sobre-escritas, como esa herida provocada por un vidrio que Kalia mantiene cerrada de la forma más insospechada y que, conscientemente, adopta la forma de la metáfora poco sutil. A pesar de ello, el film de Exarchou se impone como un inteligente retrato de personaje narrado a partir de tres puntos de vista: el de la protagonista, el de la joven Eva, que bien podría ser un reflejo de Kalia en los inicios de su carrera como animadora, y el de una niña, hija de un miembro del staff, que lo observa todo desde la más tierna inocencia. Animal le ofrece a Vlagopoulou varias escenas de gran intensidad dramática, entre ellas una secuencia catártica cerca del final: un karaoke improvisado trae el recuerdo del himno disco ibérico “Yes Sir, I Can Boogie”, del dúo Baccara, mientras las sonrisas artificiales, marca de la profesión, se mezclan con las lágrimas más genuinas.