El boxeo ha iluminado grandes páginas de la literatura local y, en ocasiones, ha sido metáfora de la Argentina. El 14 de septiembre 1923 la derrota del boxeador Luis Ángel Firpo “el Toro Salvaje de las Pampas” ante el estadounidense Jack Dempsey fue considerado una tragedia nacional, una oportunidad perdida de, alguna vez, ganarle algo a los yanquis. Julio Cortázar le dedicó al hecho el artículo “El bello arte” en su libro “La vuelta al día en 80 mundos” (1967). Y Martín Kohan escribió la novela “Segundos afuera” (2005) que está centrada en el mismo acontecimiento.

El propio Cortázar que adoraba el boxeo y del cual decía enfrentaba a “dos destinos” escribió el genial cuento “Torito” (1952) inspirándose en la vida de Justo Suarez, el “Torito de Mataderos”. Y a, su vez, “La noche de Mantequilla” (1977) ambientada en la noche del 9 de febrero de 1974 en el cual Carlos Monzón noqueó al cubano-mexicano José Mantequilla Nápoles. Otros escritores de la talla de Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano han dedicado otros tantos artículos para un deporte que los fascinaba.

Sin embargo, aunque frecuentemente, tal el caso de Ringo Bonavena (1942-1976) o de Carlos Monzón (hasta que cometiera feminicidio), los boxeadores fueron y son objeto de deseo de gays, no hay demasiada literatura de la comunidad al respecto. Salvo dos excepciones que constituyen verdaderas obras de arte: los poemas de Miguel Ángel Lenz en “Amor torito” dedicado a Justo Suárez (1909-1938) que se erige en modelo de belleza, masculinidad y fantasía homoerótica para el poeta. A su vez, el cuento “El Laucha Benítez cantaba boleros” (2011) de Ricardo Piglia narra la tierna amistad entre dos boxeadores que probablemente se amen.


“Se despide el campeón” viene a saldar en el campo teatral esa antigua cuenta pendiente en donde flotan los fantasmas de Suárez y Bonavena (que es referenciado en la obra), ambos de sectores populares y prematuramente fallecidos. El texto de Fernando Zabala cuenta la historia de Lopecito (Cristian Thorsen), un entrenador venido a menos, a punto de llevar el cuerpo del boxeador Bicho González (o a su estatua) a su morada definitiva en el viejo Club Sportivo Almafuerte.

El punto de partida de Zabala fue una situación real que merece ser contada. Se trata de una insólita noticia en Puerto Rico donde velaban un boxeador embalsamado y los familiares se sacaban fotos con él y lo habían vestido con los shorts, guantes, bata y todos los atributos del universo del box. Sin embargo, el dramaturgo misturó esa historia con Roland Barthes y aquella parte de “Fragmento de un discurso amoroso” donde el semiólogo francés habla del amor embalsamado en las distintas etapas del enamoramiento.

Porque antes de cumplir su tarea, como en toda despedida, sobrevienen las cosas no dichas entre los dos compañeros de ruta (aunque solo puede hablar uno de ellos). Y la confesión encierra una historia de pasión truncada, celos, triángulos pasionales, represión y diversas formas de violencia que dan cuenta de que, en ciertos ámbitos -el boxeo, los pueblos, cierto submundo suburbano, pero también puede ser la ciudad- aún impera la homofobia (social, internalizada por gays y ajenos) y aun ciertas clases de amor no osan decir su nombre.

En el monólogo que interpreta brillante y conmovedoramente Thorsen resuenan algo de las palabras del boxeador norteamericano Emile Griffith quien, el 24 de marzo de 1962, sobre el ring del Madison Square Garden, asesinó a trompadas a Benny “Kid” Paret quien lo había llamado “maricón”: “Sigo pensando que extraño es todo. Maté a un hombre y la mayoría de la gente lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y para mucha gente eso es un pecado imperdonable que me convierte en mala persona. Nunca fui a la cárcel, pero he estado preso casi toda mi vida”. En tiempos en que, ciertos discursos amenazan derechos conquistados y en el tiempo en que parece recrudecer los crímenes de odio, la obra dirigida sólidamente por Mariano Dossena se torna absolutamente necesaria.

“Se despide el campeón” de Fernando Zabala. Dirección: Mariano Dossena. Con Christian Thorsen. Martes 20:45 hs en Itaca Complejo Teatral. Humahuaca 4027.