Una masa vocal imponente y una orquesta poderosa. En eso pensó Félix Mendelssohn Bartholdy cuando en 1846 comenzó a componer Elías, su último gran oratorio. El jueves y el viernes a las 20, en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner, tendrá lugar un poco frecuente despliegue sinfónico coral. La Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martín, junto al Coro Nacional de Niños que dirige María Isabel Sanz, el Washington Chorus y el Coro de Cámara de la Universidad de Michigan, pondrán en escena la obra del compositor alemán, con la dirección musical de Eugene Rogers. Como solistas participarán el notable barítono Will Liverman, la soprano Juliet Schlefer, la mezzosoprano Monique Spells y el tenor Tyrese Byrd. La entradas, gratuitas, se pueden reservar (hasta dos por persona) en la página del Kirchner (www.cck.gob.ar) y se retiran por boletería (Sarmiento 151) el día del concierto.

Una confluencia de fuerzas y talentos posibilita la producción de lo que seguramente quedará entre los eventos musicales de esta temporada. Elías es un oratorio profundo y grandioso –alrededor de dos horas de duración–, compuesto sobre los modelos de Bach y Handel, que demanda energías excepcionales tanto de parte de los músicos cuanto del público. Bien conocemos por estas pampas el nivel notable de la Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martín, la feliz institución orquestal creada y dirigida por el maestro Mario Benzecry, que en esta oportunidad actuará junto a coros de gran trayectoria y solistas notables, entre los que se destaca el barítono Will Liverman.

Creado hace 62 años y actualmente dirigido por Eugene Rogers, el Washington Chorus es uno de los coros sinfónicos más importantes de los Estados Unidos, destacado en repetidas oportunidades por su amplio repertorio, sus grabaciones y el siempre cuidado nivel artístico, que entre otras cosas lo llevaron a ganar en dos oportunidades el Premio Grammy. Liverman, por su parte, llega por primera vez a la Argentina, precedido de los más elogiosos comentarios de la crítica. También el barítono supo ganar un Grammy por la Mejor Grabación de Ópera 2023, por su rol de Charles en la obra Fire Shut Up In My Bones, de Terence Blanchard. Además, ganó el Beverly Sills Artist Award 2022, otorgado por el Metropolitan Opera House, donde el año pasado protagonizó X: The Life and Times of Malcolm X, del compositor afronorteamericano Anthony Davis.

Doble tradición

Diez años pasaron entre Paulus, el primer gran oratorio de Mendelssohn, estrenado con gran reconocimiento en 1836, y Elías, producto de un encargo del festival de Birmingham, que el mismo compositor dirigió en su estreno en la ciudad británica el 26 de agosto de 1846. Para el texto, Mendelssohn utilizó pasajes bíblicos elegidos en colaboración con su amigo, el pastor Julius Schubring. La música, compuesta en principio sobre el libreto alemán, se fue adaptando en el curso de la composición a la traducción inglesa, preparada por William Bartholomew, por lo que es posible hablar de dos versiones del mismo oratorio que sustancialmente sostienen protocolos de autenticidad: Elias, en alemán, y Elijah, en inglés. 

La obra, que articula su narración en ocho momentos, es un maravilloso testimonio de la madurez artística de Mendelssohn, un documento capital del renacimiento, en pleno romanticismo, de la gran tradición del oratorio protestante alemán e inglés. Una tradición representada por las obras maestras de George Frederich Handel en Inglaterra, –El mesías, por ejemplo– y Johann Sebastian Bach en Alemania. El mismo Bach que Mendelssohn redescubrió con su primera representación moderna de la Pasión según San Mateo.

Para Mendelssohn, nacido en una familia judía, protestantismo y germanismo formarían una identidad cultural abierta, siempre tendida hacia sus raíces. La figura del protagonista, el gran profeta que erradicó la idolatría difundida en Israel bajo el reinado de Acab, se presta bien a la creación de un auténtico personaje musical, dotado de verdadera vida, como había soñado Mendelssohn desde la primera concepción del oratorio. Esto también se aplica a los personajes secundarios, confiados a los demás solistas: desde la disoluta reina Jezabel hasta la Viuda, pasando por el joven y ardiente Obadjah. La historia gira en torno a los dos milagros destinados a confundir a los seguidores de Baal: el fuego encendido milagrosamente bajo la víctima ofrecida por Elías en lugar de la sacrificada por los paganos, y el regreso de la lluvia después de la larga sequía invocada por el profeta para castigar la infidelidad de Israel.

Sobre un libreto con algunas fisuras dramáticas basado en el Libro de los Reyes y en los Salmos, la música de Mendelssohn despliega una dramaturgia sólida, que pone en juego soluciones eficaces, por momentos inspiradas en Bach y por momentos en Handel. Poderoso canto silábico de los coros, relieve dúctil de la declamación, arias de generosa expansión melódica y grandes edificios contrapuntísticos, son algunos de los recursos musicales que caracterizan una obra en la que la grandiosidad no desplaza a la íntima belleza.