Ante las reiteradas, inverosímiles y bizarras bravuconadas de Milei, en respuesta a los distintos embates que recibe, ya sea en el campo legislativo, político o de la resistencia popular, no pude menos que evocar lo que escribíamos en mayo del 2002, pocos meses posteriores al estallido durante el gobierno de Fernando de la Rua. Decíamos:

[1]“Hoy, el Amo está desnudo, pero ¿es eso lo que lo hace inconsistente? Todo lo contrario. Se trata sólo de otro de los ropajes que el Amo utiliza (paradójicamente) para semblantear que tiene el suficiente poder para darse el lujo de mostrar al desnudo su arbitrariedad. Siempre el Amo tiene que sugestionar al otro de estar en posesión de un poder absoluto, como es la lectura que efectúa Didier Weil[2] respecto de un apólogo que realiza Freud en La interpretación de los sueños.[3]

Freud introduce su apólogo para explicar cuestiones intrapsíquicas, pero resulta muy sugerente la naturalidad con la que dice que va a tomar 'una analogía por entero congruente con la vida política de los hombres' (como si diera esto por archisabido) compara al censor (luego Super-yo) con 'un señor que celoso de su poder está en pugna con una opinión pública que esta alerta'. Este reina sobre unos sujetos que estarían en posición de rebelarse contra un ministro impopular. Pero el rey está en una posición de saber de otra estructura: él es el que sabe que debe contar con la opinión pública, pero sabe también que debe hacer como si esa opinión pública no contara para él. La revuelta estalla con un '¡abajo el ministro!'

Para apaciguar la revuelta, el rey actúa, finge ser alguien que no considera que estos sujetos estén legitimados por esos significantes, y los anula como sujetos hablantes. No obstante, responde a la provocación, con un mensaje invertido: promueve, sin ninguna causa que lo justifique, al ministro a una distinción superior, '¡arriba el ministro!'

Suspende el mensaje de los sujetos con su denegación. Presencia superyoica que impotentiza.

Brevemente, sólo en una perseverancia de tres tiempos el mensaje logra traspasar la censura, legitimándose. Esta perseverancia precisa de contrarrestar la desestimación del Otro que frecuentemente se internaliza como propia“.

Hasta aquí la cita del 2002. Hoy el estupor y la sensación de impotencia acomete desde un discurso que semblantea que nada le hace mella, justamente su modo de intentar rebotar toda réplica es reduplicar la apuesta. 

Hay numerosos ejemplos a lo largo de estos seis meses: uno de los tantos, más que elocuente, surgió tras el triunfo de los bloques opositores en Diputados por la media sanción de una nueva fórmula jubilatoria. El presidente Milei llamó a los diputados opositores “degenerados fiscales” y adelantó que, si el proyecto que propone una mejora para los jubilados se convierte en ley, él lo va a vetar: “les voy a vetar la ley, me importa tres carajos” , gritó en un foro empresario. 

En febrero último, ante un resultado negativo en el Congreso, calificó al mismo como ”nido de ratas” y agregó que ”son una mierda y la gente los desprecia”. En junio de 2024 responde a una periodista que le pregunta si le gusta ser el zorrino en la fiesta del jardín. Milei responde: "Amo, amo ser el topo dentro del estado. Soy el que destruye el Estado desde adentro, es como estar infiltrado en las filas enemigas".

Ante el escándalo de los alimentos retenidos en los galpones del ministerio de Capital Humano vaciando los comedores comunitarios, protagonizado por la ministra Sandra Pettovello, el gobierno retruca ascendiéndola al calificativo de ser “la mejor ministra de la historia”. Claro que tal impunidad fue relativa, ya que se vieron obligados a despedir más de una veintena de funcionarios del organismo. Milei remata su fachada de ser incólume, con su despiadada y renegatoria frase: “Si la gente no llegara a fin de mes se estaría muriendo en la calle”. Semblantear impunidad, como si fuera posible aplastar toda resistencia con su decir. 

El mecanismo utilizado consiste en tratar de invalidar el discurso opositor, su discurso intenta ganar su impunidad levantando constantemente los decibeles de violencia: cuanto más salvaje, el efecto que se intenta es el de semblantear más impunidad. Ataca en forma directa los diques fundantes planteados por Freud respecto de la pulsión en el pacto civilizatorio. Freud propone cuatro diques para la pulsión y el pacto social, estos son: asco, vergüenza y reclamos ideales en lo estético y lo moral. Milei lanza su artillería transgrediendo uno por uno, absolutamente todos los diques imprescindibles para la vida en sociedad. Pretende desarmar así la legitimidad de las luchas ridiculizándolas, finge ausencia de consecuencias como modo de desestimación de quien se le opone.

Hace pocos días fuimos perdiendo algunos valiosos luchadores sociales irreductibles como Nora Cortiñas, Tito Cossa, uno de los creadores de Teatro Abierto en plena dictadura militar, Lita Boitano. Tenemos tanta experiencia de lucha, infinitas y muchas son hermosos ejemplos de ética militante... Estos son legado que nos dejan las mejores herramientas para atravesar una y otra vez esa desmentida feroz que se quiere provocar; el desánimo, la falta de confianza y legitimidad de las luchas. De hecho las respuestas a semejantes intentos de arrasamiento de nuestro país, no cesan. Desde el papa Francisco, los científicos, los sindicalistas, los universitarios, los movimientos sociales, los estudiantes, los organismos de Derechos Humanos, parte del arco político y una mitad de la sociedad que de a poco sigue creciendo. 

Estas son las tácticas que hoy esgrimen las derechas. Milei con sus bravuconadas, no es más que un mequetrefe servil de ellas, la lucha es contra esos poderes fácticos nacionales e internacionales en los que está apoyado.

Cintia Ini es psicoanalista.

Notas

[1] Ini, Cintia. Psicoanálisis poética política. Cap 1, p. 34. Ed. Cascada de letras. Argentina, 2021.

[2] Didier-Weil, A. Intervención en el seminario inédito de Lacan, J.: Topología y tiempo. Año 1979.

[3] Freud, S. La interpretación de los sueños. Vol. 4 Cap IV, p. 163. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, 1989.