Según la RAE, organismo que no es santo de mi devoción –en realidad no soy devota de ningún/a santo/a ni virgen-, las palabras bases y ley son sustantivos. Bases: “Fundamento o apoyo principal de algo”, y ley: “Precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados”. 

Podemos concluir de modo resumido que las bases de la ley son los fundamentos del precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados, lo que entendería cualquier hijo de vecino bien nacido.

Por otra parte, ¿qué significa la expresión Ley Bases? Escrita en mayúscula, la palabra Ley hace referencia a una ley en particular; en este caso, la denominada "Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. 

El proyecto de ley enviado a las cámaras legislativas para su tratamiento y aprobación es considerado por el ejecutivo como el fundamento o apoyo principal de algo, en este caso, de la política del oficialismo. 

Para llevar adelante la política de este gobierno libertario -mal llamado de este modo, como vamos a ver enseguida-, se requiere de la aprobación de esta Ley Bases (en su denominación abreviada).

Volviendo al significado de cada palabra, que no es un asunto menor, como insistía mi profesora de lengua hace mucho tiempo, veamos cuál es el sentido de la palabra libertario -que puede ser usada como sustantivo o como adjetivo- prescripto por la misma RAE. Libertario: “En el ideario anarquista, que defiende la libertad absoluta y, por lo tanto, la supresión de todo gobierno y de toda ley”. 

Y acá estamos ante un problema de lógica: si el libertario aboga por la supresión de todo gobierno –la RAE dice gobierno, no Estado-, entonces “gobierno libertario” es un oxímoron, aunque en este caso, no cabe pensar de ninguna manera en una figura literaria que constituya un tercer concepto.

Del mismo tenor, es una incoherencia que un libertario, como se ha autodenominado quien nos gobierna, esté pidiendo la sanción de una ley. No solo la pide públicamente, entre diatribas y amenazas, sino que urde, entre tiradas de tarot y conversaciones con animales no humanos del más allá, cómo hacer para disponer de la Ley Bases después de seis meses de arreglos, negociaciones, acuerdos y desacuerdos.

Los libertarios nacionales de LLA (“La Libertad Avanza es una coalición política argentina de tendencia conservadora en temas sociales y libertaria en temas económicos”, según Wikipedia, ya que no existe para la RAE) me dirán que son libertarios por asumir la bandera del libertarismo -la filosofía política del libre mercado-, pero, como decía mi tía Stella, a río revuelto, ganancia de pescadores.

Otra sinrazón la constituye el caballito de batalla del discurso oficial respecto de la casta. El sistema de castas es una manera particular de estratificación social al que se pertenece solamente a través del nacimiento. Casta como “ascendencia o linaje”. En el siglo pasado el término casta se extendió para denunciar grupos sociales privilegiados, las élites conservadoras. 

La derecha actual manipula este término para referirse a grupos diversos; así, los políticos conforman una casta, igual que los sindicatos y los movimientos sociales defensores de derechos humanos. 

Si los políticos conforman una casta, tanto el presidente, como todos sus legisladores y funcionarios forman parte de esa casta, la que acaba de aprobar en general la Ley Bases. El primer triunfo legislativo de la gestión del presidente, una nueva acción contra “el bien de los gobernados”, a contrapelo de la esencia de una ley.

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