Más allá de alguna ocasión en particular o circunstancial, lo cierto es que la compañía Piel de Lava -el grupo teatral que integran Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes- no había visitado la ciudad con ninguna de sus producciones. Hasta hoy. Y lo hace con Petróleo, la celebrada obra donde las actrices interpretan a cuatro hombres, mientras conviven en un trailer y trabajan en un yacimiento petrolero. Con dramaturgia y dirección de Piel de Lava y Laura Fernández, Petróleo se presenta esta noche a las 21 en Teatro La Comedia (Mitre 958).

“La obra se estrenó en 2018, como parte de una especie de residencia del Complejo Teatral de Buenos Aires; algo que fue un lujo. En ese momento, nos convocó la directora del Teatro Sarmiento, Vivi Tellas, para hacer una retrospectiva de todas las obras junto a otra que fuera nueva; o sea, nosotras hicimos las cuatro obras que tenía el grupo hasta ese momento y la producción nueva fue Petróleo. De manera tal que es una obra muy particular, porque también vino a ratificar las otras obras que habíamos hecho. Además, en términos de lenguaje, en Petróleo empezó a aparecer una especie de momento nuevo, al sistematizar muchas de las cosas que hacíamos grupalmente”, explica Laura Paredes a Rosario/12.

“Aparecieron el universo de la masculinidad y el del petróleo en particular; pero primero hubo una especie de deseo de hacer de varón, para hacer esa prueba de composición; y luego apareció el universo del trabajo. Pensamos en un trabajo que implicara un tipo de masculinidad, que era el que queríamos investigar”, continúa la actriz.

-Es su quinta obra, pero no la más reciente; ¿qué les despierta todavía Petróleo?

-Nos pasa que sigue siendo una obra un tanto joven para el grupo, hay algo que nos sigue divirtiendo mucho al hacerla, aun cuando ya tengamos una obra nueva, Parlamento. Por suerte sigue habiendo público que tiene ganas de verla y nosotras tenemos ganas de hacerla, así que no tiene mucho sentido parar. Lo que sí empezó a pasar es que no estamos en cartel todo el año; ahora teníamos muchas ganas de hacer esta gira nacional, y recién en octubre vamos a hacer unas funciones en Buenos Aires. Encontramos una manera de no estar todo el tiempo en cartel, sobre todo para darle espacio a cosas nuevas. Pero sigue estando muy vital para el grupo.

-Gracias a la permanencia en el tiempo de la obra, ¿qué apareció en ustedes a partir de la decisión de interpretar varones?

-Durante el proceso de los ensayos, hubo algo dividido. Por un lado, nos daba muchísima risa ver en la otra, en tu amiga, qué tipo de masculinidad podía hacer o qué varón le salía; había como un descubrimiento, que era muy divertido. La contracara era que, por momentos, había también un poco de angustia: cuando uno intentaba acercarse a una fisicalidad masculina, aparecía mayor relajo en el cuerpo, más expansión física, y la mirada pasaba a estar menos pendiente de qué pensaran de mí. Lo que aparecía físicamente, al querer generar un verosímil masculino, nos provocaba preguntas un poco angustiantes, porque aparecía una manera de habitar el cuerpo que era muy increíble. Nos acompañaron muchas preguntas y fue una experiencia física muy reveladora, algo que nos ocurrió siendo mujeres ya grandes, al darnos cuenta de qué apretado estaban nuestros cuerpos, y descubrir el espacio que podíamos ocupar cuando no era así. Eso es algo que todavía nos sigue enseñando Petróleo.

-De alguna manera, ver mujeres hacer de hombres todavía es llamativo; como si ustedes debieran dar explicaciones.

-En una conversación en Neuquén, un participante dijo haber ido a la obra con un amigo y darse cuenta de que, obviamente, éramos mujeres. Me dio mucha gracia, porque tampoco uno va a ver una obra de Chéjov y dice “es obvio que no son rusas del siglo XIX” (risas). El juego teatral es siempre una creencia, pero cuando el límite tiene que ver con pasar al universo masculino, parecería que uno tiene que dar más explicaciones, ¿no? ¡Ah, me querían engañar! ¡Pero en realidad son mujeres! Es teatro, y nadie está pidiendo que creas que somos un varón. Sin embargo, si bien no tenés que estar dando explicaciones si hacés de extraterrestre, sí cuando hacés de un varón. La obra también tiene un juego de reírse catárticamente de la imposición de los géneros, y cómo sostenerlo, sobre todo en esos universos donde hay que sostener la masculinidad a cualquier precio. Desde luego, también es una obra que se nos ocurrió claramente porque estábamos viviendo un momento donde el feminismo ocupaba la escena; claramente, es una idea que vino por la ola feminista. A veces nos preguntan: “¿creen que se les ocurrió la obra por el feminismo?” ¡Obvio!

-De alguna manera, con Piel de Lava siento que el rostro y el nombre de cualquiera de ustedes, remite a los de sus compañeras.

-Qué lindo lo del rostro, porque es un poco la idea. Dando un taller de dramaturgia grupal, decíamos que, al pasar nuestros textos de una mano a otra, pasa el tiempo y no nos acordamos de quien escribió qué. Hay algo de la autoría que se empieza a diluir, porque este texto pasa entre tantas manos que ya es del grupo. Así que me resulta muy lindo lo que decís, porque hay algo en ese trabajo que ya no es de una sola, sino de todas. A veces, escribo mis obras sola o dirijo también sola, como todas las chicas, pero cuando veo lo que hacemos en Piel de Lava, no es algo que me haga acordar a lo que me sale escribir sola, y eso me encanta. Hay un registro que es el de Piel de Lava, donde aparece una identidad que es de todas.

Petróleo cuenta con dramaturgia y dirección de Piel de Lava y Laura Fernández; producción ejecutiva de Mariana Mitre; música y diseño de sonido de Zypce; iluminación de Matías Sendón; vestuario de Gabriela A. Fernández; escenografía de Rodrigo González Garillo; y las actuaciones de Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes.