Con un cielo soleado como testigo, el Bajo Flores encendió el fútbol y los hinchas de Riestra se arrimaron al estadio Guillermo Laza, con ilusión de ver la presentación de su equipo ante River.

A pesar de que en la semana fue materia de debate la localía del equipo que conduce Cristian Fabbiani, y se volvió a poner el foco en la vez que a River, en plena pandemia, no le permitieron usar el River Camp para sus encuentros, el equipo de Pompeya logró su cometido en un estadio que no cuenta con luces para jugar de noche.

En la antesala, la casa de Riestra se vistió por un rato de fiesta Creamfield, y mientras los equipos hacían la entrada en calor, una DJ con anteojos de sol, que bailaba y movía los brazos, fue la protagonista de la previa. Las inmediaciones se adornaron con bebida energizante y música electrónica.

Allegados, periodistas y dirigentes deambularon por un patio decorado con camionetas ploteadas con el logo de la bebida que en inglés significa “rápido”, y tiene impreso el sello de un eslogan que la identifica como “líder”.

De fondo a esa postal, la arquitectura azul y roja de su vecino San Lorenzo. Y la pregunta: por qué no se jugó en el Nuevo Gasómetro un partido de estas características. La respuesta: se enlaza a un mecanismo que sigue en la línea de un club que sabe crear sus propios mecanismos de tendencia. Que es hábil para posicionarse y jugar el juego de las redes sociales.

Pero más allá de las discusiones extrafutbolísticas, lo cierto es que supo saltar su propia muralla, y dentro de la cancha se ganó la atención de todos con argumentos deportivos. Se impuso a un River que no encuentra respuestas al salir de su estadio, y puso en el ojo de la tormenta a Martín Demichelis.

Si bien en la primera parte el visitante tuvo mayor presencia en ataque, la ausencia de Miguel Borja se hizo notoria. Sin su goleador, ausente por la convocatoria a la Selección de Colombia, al igual que Franco Armani (Argentina) y Paulo Díaz (Chile), no hubo nadie que se hiciera responsable de las definiciones.

La más clara del conjunto de Núñez llegó a los 23 minutos, tras un desborde de Barco que terminó en centro para Pablo Solari, quien remató con todo el empeine y la estrelló contra el travesaño del arco de Arce.

Pocos minutos después, a los 26, Colidio hizo de pivot  y dio un pase filtrado para Ignacio Fernández, pero el remate fue cubierto por el arquero de Riestra. El conjunto de Demichelis terminó mejor, pero sin la brújula del gol en su poder.

Los dirigidos por Fabbiani tuvieron su única chance a los 36 minutos, cuando Acuña le ganó la espalda a Boselli, y todo terminó en un débil disparo que quedó en las manos de Centurión.

En la segunda parte, cuando todo indicaba que River iba a romper el cero, Riestra tuvo la más clara al inicio, a partir de un disparo de Barrionuevo que se estrelló en el travesaño. Los del Bajo Flores ganaron confianza y se hicieron dueños de la pelota.

Tanto, que antes del primer cuarto de hora llegó el gol que abrió el marcador. Tras una pelota parada, cabeceó Barrionuevo y dejó sin chances a Centurión. Primer festejo y algarabía para los que habitaron las tribunas de escalones.

Cinco minutos más tarde, Solari, que alternó buenas apariciones, dejó a dos jugadores en el camino, habilitó a Mastantuono y su disparo se fue cerca del palo derecho de Arce.

El combustible de River se empezó a agotar. Sin ideas claras, la pelota no estuvo por los espacios libres, y el juego quedó en manos del local, quien se hizo cargo de desarticular las posibles sociedades ofensivas de su rival. 

Benegas luego de convertir el segundo gol de penal.

Sobre el final, Mastantuono pateó cerca del palo izquierdo del arquero local. A los 45 minutos, con el adicional de cinco más en el cartel, penal para Riestra y gol de Benegas.

El golpe que le faltaba a River. Ahora se viene el receso. La impaciencia de los hinchas con Demichelis ya empezó su juego, y lo que se avecina es un futuro repleto de incertidumbre, que necesitará apostar a un buen mercado de pases y encarnar la salvación en la Copa Libertadores.