“Nunca agacharemos la cabeza”, afirmó luego de su notable triunfo la flamante presidenta de México, Claudia Sheinbaum. La frase fue dicha ante la prensa fijando posición sobre las relaciones de su país con los EE.UU: “con coordinación, pero sin subordinación”. Su victoria y su frase resultan alentadoras para el debate de siempre que se libra en la política de nuestro continente. Un acontecimiento tan trascendente para las fuerzas populares y progresistas de esta parte del mundo contribuye a la ponderación del fenómeno político cultural del avance de la ultra derecha, tanto de su expresión local como en la del neo nazismo europeo y norteamericano. Algunos analistas argentinos, concluyen que en la actual fase histórica no habría espacio para alternativas populares, solo serían posibles variantes centristas. Se intenta instalar la idea de que el avance de la derecha “es una realidad que se debe asumir allanándose al cambio de época”.
Sin embargo, si apreciamos el escenario en América Latina surge una situación muy distinta. Los dos países más grandes son gobernados por fuerzas progresistas: Lula en Brasil, quien derrotó al bolsonarismo, y ahora Sheinbaum en México, dando continuidad al modelo de AMLO liderado por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), junto al Partido del Trabajo y los Verdes. Si agregamos que en Chile gobierna Gabriel Boric, en Colombia Gustavo Petro, en Venezuela el chavismo del presidente Maduro, en Bolivia Luis Arce del Movimiento al Socialismo, en Cuba la continuidad de la revolución que resiste al bloqueo del imperialismo, el triunfo de la izquierda en Honduras bajo la presidencia de Xiomara Castro, el nacionalismo progresista guatemalteco y el muy posible triunfo del Frente Amplio en Uruguay; el mapa político americano es el opuesto al europeo. Las fuerzas populares, progresistas y de izquierda son predominantes, a pesar de las derrotas en Argentina y Ecuador. La victoria de Sheinbaum expresa la vigencia del ideario popular, que reivindica el rol principal del estado y las políticas públicas para materializar la distribución del ingreso, de la riqueza, el desarrollo productivo con inclusión social y también la impactante evidencia de que Sheinbaum será la primera mujer que gobernará México. Se afirma además la idea de integración americanista y una visión multilateral de las relaciones globales, revalorizando la soberanía frente a las potencias capitalistas, todo lo cual se ubica en las antípodas de la Argentina liberal libertaria inspirada en el ideario thatcheriano, cuya gestión va desnudando resultados sociales catastróficos. El trasfondo que emerge tras las brumas de la cotidianeidad política es el drama que atraviesa gran parte del pueblo. Los porcentajes son un número con una barra invertida y un circulito arriba y otro abajo: 57% de pobreza, de los cuales 60% son niños y niñas, y un 32% padeciendo insuficiencia alimentaria. Si nos corremos de los porcentajes, los números se entienden mejor: en la Argentina de la motosierra y la licuadora, hay 25 millones de seres humanos pauperizados, de los cuales 15 millones son menores de 14 años; y otros 7 millones sometidos al hambre.La situación es tan crítica que la Iglesia Católica, en la voz del arzobispo García Cuerva, le dijo al Presidente que “no se hagan los tontos y que acompañen con hechos, y no solo con palabras, el enorme esfuerzo que está haciendo el pueblo”.
El Gobierno no logra correr de la agenda la cuestión de los alimentos retenidos por la ministra Pettovello, potenciada por las denuncias de corrupción. El descalabro se completó por ineficacia en la gestión, lo cual provocó una crisis de abastecimiento de gas, que se resolvió por la predisposición del “comunista corrupto” que preside Brasil, despilfarrando cientos de millones de dólares.
En este escenario se intentó presentar como un logro el dictamen con disidencias de la Ley Bases en el Senado, articulado por el Jefe de Gabinete, a quien presentan como el nuevo Maradona de la política. Todo duró muy poco. A la semana siguiente de su renombramiento, la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto para recomponer las jubilaciones a los valores anteriores de la decadencia mileista. Nuevamente el presidente enfureció retomando sus agresiones a los congresales: “me importa tres carajos, la voy a vetar”.
El establishment duda, se impacienta y presiona al Congreso para que se vote su Ley Bases. Esta vez, no fue uno de los tiburones del mercado, Eduardo Eurnekian, quien le dijo al Presidente que “ponga las bolas y conduzca al país”. Se suma la incertidumbre sobre del pago del swap chino, complicado por el alineamiento irrestricto a EE.UU y los insultos a la República Popular. En definitiva, con la desproporcionada reacción por el incremento presupuestario de 0,42 puntos del PBI, se intenta afirmar un sentido común de aquello “que no se debe hacer”. Sostienen su estrategia de correr todo el escenario político hacia la derecha, de allí la fenomenal operación mediática tendiente a instalar la sensación de que por la media sanción de una ley que mejora la vida de los jubilados; se generará una debacle presupuestaria. La campaña incluye un fuerte cuestionamiento a la Cámara de Diputados por la aprobación de la norma y haber cometido el pecado mortal de articular una alianza política circunstancial, lo cual es una estrategia común en cualquier parlamento. Se trata de un enorme bluf, pero con un claro sentido ideológico: el poder real no acepta que se altere en lo más mínimo el proyecto del ajuste más grande del mundo. Quienes actúan con independencia política e identitaria, pasaron de ser el nido de ratas a “degenerados fiscales”, quienes ante tamaña herejía irán al purgatorio para su purificación. Todo indica que en el Congreso resuenan las demandas perentorias del pueblo congregado en plazas y avenidas, como las mujeres el 8M, la enorme reserva democrática del 24 de Marzo, los paros de trabajadores y la histórica marcha en defensa de la educación y la universidad pública. Así es que se va desgastando otro elemento central del discurso exitista y desmovilizante y su pretensión de horadar la voluntad de oponerse y luchar contra el plan de Milei (ya que al gobierno nada lo detendría). Ni paraliza a la ciudadanía, ni logra modelar a su antojo al parlamento. De eso se trata: no agachar la cabeza.
* Secretario general del Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.