Un día como hoy de 1916 nacía en el barrio porteño del Abasto Horacio Salgán, quien se convirtiera en una leyenda de nuestro baluarte cultural, el Tango. Desde una edad temprana, Salgán mostró un talento extraordinario para la música. Aprendió a tocar el piano con tan sólo seis años y rápidamente demostró un dominio excepcional del instrumento, tal es así que a los trece años, cuentan, era el mejor alumno del Conservatorio Nacional. A lo largo de su carrera, exploró y expandió los límites del tango tradicional, aportando una complejidad armónica y rítmica que lo distinguía como un vanguardista.
El crecimiento fue vertiginoso ya que a sus veinte años ingresó a la orquesta de Roberto Firpo y, al tiempo, se convirtió en arreglista de la orquesta de Miguel Caló. Años más tarde, 1944, fundó su propia orquesta conformada por cuatro bandoneones, cuatro violines, viola, cello, contrabajo y piano. Su excelencia se haría escuchar, cuentan que Astor Piazzolla, por ese entonces trabajando con la orquesta de Aníbal Troilo, se escapaba para escuchar la orquesta de Salgán.
Entre sus obras más destacadas se encuentran composiciones icónicas como "A fuego lento", "Don Agustín Bardi" y "El once". Estas piezas no sólo capturan la esencia emocional del tango, sino que también reflejan la genialidad creativa de Salgán y su habilidad para fusionar la tradición con la innovación. Además de su amplio repertorio musical podemos encontrar dentro de su legado el libro "Curso de Tango", donde expone todos sus conocimientos en la construcción del tango y revela métodos de trabajo de sus 85 años de carrera.
A lo largo de su recorrido, Salgán recibió numerosos premios y reconocimientos por su contribución al mundo de la música. Entre los más destacados está el homenaje de la Academia Nacional de Música Argentina, y la distinción como Personalidad Emérita de la Cultura Argentina. Pero el mayor reconocimiento siempre viene de los pares y en ese ámbito no quedaban dudas de su legitimidad. De todas maneras Salgán se preocupaba por lo importante, y reconocía en la práctica sus raíces. Así lo transmitía:
«Sin proponérmelo, absolutamente. Hay mucha gente que se acerca al tango ó a otros géneros musicales con la idea de la renovación. Yo no me acerqué al tango a salvarlo, ni nada por el estilo. Lo hice porque tengo amor por la música de mi país -el tango y el folklore-, porque tengo respeto y devoción por la música y por el género, en este caso el tango. Yo, entre otras cosas, practico todos los géneros —clásico, jazz, etc.— pero tengo un respeto cuasi religioso por toda la música en sí, porque la música es un puente hacia Dios.»
El final de la carrera de Salgán estuvo marcado por la celebración de su legado y una admiración renovada por su música. Su última presentación pública fue en el Teatro Colón de Buenos Aires en 2011, donde fue homenajeado por colegas y admiradores de todo el mundo.
Dueño de una carrera tan extensa como su repertorio, Horacio Salgán falleció a sus cien años, dejando un vacío irremplazable en el mundo del tango. Sin embargo, su música sigue siendo una fuente de inspiración para músicos de todo el mundo. En el aniversario de su nacimiento, recordamos con cariño a esta leyenda del tango argentino y celebramos su vida y su música que permanecerán por siempre en nuestra memoria.
*Artista y activista antirracista afroargentino de DIAFAR.