Cuando uno ve a Sebastián Expulsado en el escenario es inevitable acordarse de la estampa de Joey Ramone. Flaco, alto, una esfinge peluda con campera de cuero, pantalón chupín, lentes negros, mano izquierda en el micrófono y la derecha sosteniendo el pie metálico, a la altura del cinturón. Entre 2003 y 2008, Sebastián fue cantante del grupo de Marky Ramone, el legendario baterista que hasta hoy sostiene la franquicia del “Hey ho, let’s go” por todo el mundo. En esos años, la voz de Expulsados recorrió el planeta (España, Israel, China, Finlandia…) en seis giras larguísimas. “En 2008 sentí el deseo de volver y con toda la humildad del mundo le dije a Marky que necesitaba vivir mi propia historia”, cuenta. En esa vuelta a casa nació también Suicidas y sicarios, el noveno álbum en 23 años de banda.

No fue fácil para Expulsados hacer este disco. “Lo grabamos tres veces y nos pasó de todo: problemas personales, una desvinculación y que un amigo nos robara todo el material que teníamos”, recuerda Sebastián. Una curiosidad de esta banda de punk rock es que, de tanto en tanto, se dan el lujo de hacer discos homenaje a los grupos que aman de los ‘60, y ‘70 -los Zombies, las Chiffons, los Hollies, los Shakers y Elvis Presley, entre otros-, en ediciones alternativas que llaman Altoparlantes (por ahora son dos, pero están preparando el tercero).

A Expulsados no le pesa nada la etiqueta de banda ramonera. Todo lo contrario: admiran ese minimalismo de canciones simples pero poderosas. “Los Ramones lograban llegar a la gente desde un lugar emparentado a la emoción, no a la técnica; y a nosotros el punk rock de los ‘70 nos permitió movernos por muchos colores de la música”, justifican.

Para Sebastián, ser punk hoy en la Argentina no tiene nada que ver con crestas o anarquismo. “Yo hago un estilo punk rock pero no me considero un punk ni me gusta tanto ese discurso. Acá llegó una versión muy adulterada de los Sex Pistols; llegó el quilombo y se tomó mucho de la violencia”, analiza. Los Expulsados dicen que no esperan nada de la música, que no le piden nada. “Nos hace feliz y es suficiente. Hay demasiadas bandas tratando de llegar al éxito y no se dan cuenta de lo que están viviendo”. 

En este nuevo disco, la raíz ramonera tiene un poco más orquestación que en los trabajos anteriores del grupo, con armonías apenas más complejas, siempre bendecidas por el espíritu de Joey, Johnny, Dee Dee y el resto de la patota infernal. 

* Jueves 8/12 en El Teatro, Rivadavia 7806. A las 19.