El programa económico oficial busca controlar la inflación por medio de varias anclas. Al ancla fiscal (“motosierra”) y monetaria (“licuadora”) promocionadas por el oficialismo, se le suman dos anclas eludidas por el discurso oficial: la cambiaria y la salarial. El ancla cambiaria, una actualización del valor del dólar muy por debajo de la evolución de los precios, es tal vez la más efectiva a corto plazo, en términos de impacto en los índices de inflación. Sin embargo, el consecuente retraso cambiario incuba presiones (como la baja liquidación de la cosecha) que pueden derivar en futuros saltos del dólar que derrumben de un plumazo los costosos logros en materia de estabilización de los meses anteriores.

El ancla salarial busca evitar que los aumentos de sueldos en las paritarias se transformen en un motor inflacionario. La clave es que los salarios se actualicen en línea o por debajo de las proyecciones de inflación, aún cuando ello implique un deterioro de su poder de compra durante la transición.

La efectividad del ancla salarial depende también de que los empresarios no aumenten los precios por encima de la evolución salarial, incrementando sus márgenes de ganancia. Históricamente, el programa neoliberal disciplina a los empresarios mediante la apertura importadora junto a la baratura del dólar. Sin embargo, en los primeros meses de gestión Milei, la escasez de reservas permitió una apertura importadora a cuentagotas, sólo en algunos rubros puntuales de consumo masivo de supermercados.

El ancla salarial tampoco parece consolidarse más allá del sector público y el sector informal. El poder de los sindicatos del sector privado ha permitido que parte de los asalariados de los gremios más fuertes puedan recuperar gran parte del poder de compra perdido por la devaluación de diciembre. El programa neoliberal suele disciplinar a los sindicatos mediante el desempleo y en ese sentido la caída de unos 100 mil puestos de trabajo en el sector privado desde la asunción de Milei no debe entenderse como un daño colateral del programa económico, sino como uno de sus pilares.

La experiencia de la Convertibilidad a finales del siglo pasado, que el Presidente menciona como uno de los programas más exitosos de la historia, fomentó el desempleo masivo mediante el despido de empleados de las empresas del Estado previo a su privatización. El desempleo de dos dígitos logrado de esa manera fue la clave para mantener disciplinados a la mayor parte de los sindicatos, logrando una década de estabilidad nominal de los salarios.

En el programa de Milei, el incipiente despido de empleados públicos, pérdida de puestos de trabajo por parálisis de la obra pública y el derrumbe de la actividad económica, son eslabones para generar un contexto de crisis laboral que permita disciplinar a los trabajadores argentinos para consolidar así, la efectividad del ancla salarial. Un ancla que sumerge los derechos laborales y la calidad de vida de la mayoría trabajadora.