"Pesadez en el aire de agosto,// tu pie, mi nariz, otro domingo salvaje.// Si lo que abunda, es decir, la aridez// fuera un truco: una lona que cubriera// nuestro legado, la fe de nuestros padres. Rumiar// la grasa del asado, cada pensamiento// cada percepción. Nacimos pobres, pobres. Pero no es//que no hayamos estado en la fiesta; es que nos quedamos//para limpiar y ser testigos de lo que hace la luz con los restos", dice en un poema de Alejandro Rubio (1967-2024), un año antes de que termine el siglo. Si contemporáneo es quien adhiere a su propio tiempo pero al mismo tiempo toma distancia de él para hablar de sus sombras, los últimos versos de ese poema pueden funcionar como punto de partida para pensar a Rubio, uno de los mayores exponentes literarios de la "generación del 90" de la poesía argentina, dueño de una poética comprometida con la realidad. Material y lírico, Rubio será el protagonista de un homenaje a su vida y a su obra que tendrá lugar hoy en Hurlingham, de la mano de sus colegas y compañeros de profesión, de ideología y de vida. Desde el Centro Cultural Leopoldo Marechal, en la localidad de Villa Tesei, poetas, editores, músicos, cineastas y críticos se dan cita hoy a partir de las 15hs en la localidad para poner en valor el legado de quien supo hacer de la poesía un prisma con el que mirar la luz del fin de la fiesta menemista.

Música vieja 

"La importancia de la poesía de Rubio consiste en que trabaja con la descomposición social, económica y política del menemismo a través de la tensión con el lenguaje. Con un español realmente rico y complejo aborda una materia degradada, como si la virulencia del lenguaje más que subrayar y asentir ante la realidad se opusiera a ella. En este sentido es una poesía moral y política con un programa muy claro: la lealtad con su objeto, el pueblo trabajador (sin embellecerlo, sin resignarse) y la salida hacia adelante con el peronismo", afirma sin dudar Violeta Kesselman, poeta, performer e investigadora en poesía y poética contemporáneas. Junto a Ana Mazzoni y Damián Selci compiló en 2012 "La tendencia materialista. Antología crítica de la poesía de los 90", que incluye claro, unos poemas de Rubio. ¿Cómo podría no incluirlos? 

Para hablar de la generación del 90, es necesario hablar de Ediciones VOX, la mítica editorial de Bahía Blanca. Aunque fundada formalmente en 1997, más que editorial, fue un proyecto estético y artístico que comenzó en la década del 80, además de una bandera territorial que se plantaba en una ciudad profundamente conservadora y militarista. La editorial fue fundada por Gustavo López, que había sentido el contexto en carne propia: en 1976 y con 16 años, el futuro editor fue secuestrado por un «grupo de tareas» —como se conocía a las células de operaciones (para) militares de la dictadura (1976-1983)— y llevado al centro de detención clandestino La Escuelita, donde permaneció un mes en cautiverio. Como una suerte de antídoto contra la represión y el autoritarismo, López batalla culturalmente en revistas como Senda (1982-1991) hasta que funda, en 1994, Ediciones VOX. "Música mala", de Alejandro Rubio, fue el primer libro que publicó el sello, cambiando la historia de la poesía argentina para siempre.

"Era un libro notablemente bueno y que venía a decir algo diferente. Ese texto fundante del catálogo fue para nosotros un talismán", recuerda López sobre aquella primera edición, que dió origen a aquellos libros objeto, artesanales, plásticos, de materiales informales. Más tarde darían lugar a nombres como Roberta Iannamico, Santiago Llach, Mario Ortiz, Fabián Casas, Washington Cucurto, Damián Ríos, Laura Wittner, Lucía Bianco, Martín Rodríguez, Francisco Garamona, Martín Prieto, por nombrar solo algunos de los nombres más familiares de aquel movimiento poético o colectivo que, aunque heterogéneo en estilos, produjo una renovación en la literatura argentina contemporánea, sintetizó y renovó tradiciones locales y vecinas. Dentro de cada una de esas líneas de trabajo, la de Rubio fue una muy particular.

El presente que había que leer era el menemismo tardío, la decadencia del modelo neoliberal que hoy vemos repetirse a pasos agigantados. Salió una poesía obsesionada con la mugre del capital, la destrucción de la clase trabajadora, la alienación de la tele y sus programas, que puede ser leída 30 años después como si hubiese sido escrita ayer por la tarde.  

"Siempre muy cercano a su pensamiento político y a su radicalidad, tanto en los temas que abordaba como las formas que usaba, generó una poética. Los temas tan completamente contemporáneos de algún modo siguen estando vigentes, hacen que la poesía produzca ese efecto, el efecto de traspasar el tiempo y de acercarnos reflexiones sobre las conductas del presente sobre la política. Hoy, "Música mala" es casi como un espejo. Nos habla de lo que está pasando en este país que él casi ni se estaba imaginando antes de enfermarse y morir", afirma Gustavo. 

"Siendo difícil saber si viene// hacia nosotros un futuro calculado// o un pasado que no va a retroceder, ¿quién// de los dos se mueve primero?", sintetizaba el fin de siglo el poema Vencedores. A aquel primer libro lo siguieron Metal pesado (1999), Rosario (2005), Diario (2009/2017), Iron Mountain (2018) y Autobiografía podrida (2010). El año pasado Gog & Magog editó su obra reunida bajo el título La enfermedad mental. Capaz de pincelar una realidad aún no configurada con dos o tres trazos, a lo largo de su obra Rubio jamás perdió el compromiso con el propio presente, con el pasado, y hasta con el propio futuro. 

"Alejandro Rubio no sólo participaba de la conversación poética y literaria de los 90, sino que estaba muy al tanto de todos los movimientos del campo cultural y sobre todo de los movimientos de la poesía, de las editoriales que surgían, de las revistas, y de los distintos y distintas poetas: a pesar de que su figura siempre fue la del polemista llevaba esas diferencias a la discusión interesada (muchas veces picante) y sabía escuchar. No posaba de escritor sino que era un escritor. Y un escritor de tiempo completo, en la misma sintonía que era un lector desaforado. Todo lo que leía entraba a su máquina de escritura", afirma Ana Porrúa, ensayista, crítica literaria y docente. 

Como los de antes, hay en su poesía una confianza irrenunciable en la efectividad de la palabra. Su relación con la poesía también estuvo acompañada por una voluntad de debate que, hasta la década pasada, fue permanente: Rubio polemizó con sus contemporáneos, seguro de que era imposible alcanzar la honestidad sin ferocidad (decía "la crítica lastima, porque si no lastima, no funciona"). Tras el seudónimo "Maiakovski" fue un comentarista implacable durante el auge de los blogs, hiriendo o acertando a más de uno. 

Música nueva

"Pero pensemos en lo que sigue. “Si resucita no va a ser el pueblo argentino / Será otro pueblo”. Yo estoy buscando ese otro pueblo, no este pueblo que está fragmentado hasta el carajo, donde la vida en los suburbios es una mierda. ¿Qué podemos esperar de ese pueblo?, ¿la revolución, la resistencia? Con suerte un metro cuadrado podemos esperar. Pero tampoco mi poesía es la indagación por ese otro pueblo que no está. Yo siento el punto: este no es el pueblo de Perón. Y de lo demás hablará la historia", afirmaba Rubio en una entrevista de diciembre de 2023 en el blog de la editorial de Eterna Cadencia, al mismo tiempo que entendía al peronismo como una cuestión estética. Huérfano de dirigencia, sus cuestionamientos se repiten, al igual que sus poemas, como ecos en una cueva sin salida. 

"Es una poesía que no envejece y mantiene, además, la fricción en la escritura de lo social. La poesía de Rubio nos sigue interpelando y en estado de agitación: abre una serie de problemas que tal vez persistan pero no como entidades del discurso económico y político sino por la forma, por la textura que le dio a esos problemas", afirma Porrúa.

Mientras se aprueba una ley que destruye aun más un país con el que Alejandro soñaba, la lucha poética no muere. Es en eventos como el que ocurrirá en Hurlingham que la voz de quienes lo soñaron cobran vida y tienen la oportunidad de inmiscuirse y levantar a más de un corazón diezmado. Gabriel Cortiñas, organizador del evento y miembro de la Secretaría de Cultura de Hurlingham, afirma que armaron el evento a través de tres ejes: los poemas, con la lectura en vivo de Música mala, los libros, con sus distintos procesos de edición, y el pensamiento acerca de su obra, con dos mesas redondas que echarán luz sobre los textos. "Los poemas de Rubio son para leer siempre y en una coyuntura como esta, aún más", afirma. Feliz o lamentablemente, tiene un punto.