Las ollas, comedores y merenderos populares de Vicente López comenzaron a trabajar conjuntamente en la organización de un festival, con el doble objetivo de juntar alimentos y visibilizar la situación, que definen como "dramática".

El distrito vecino a la ciudad capital por el norte es el que tiene el menor porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas de toda la provincia de Buenos Aires. Aún así, sus barrios populares enfrentan una emergencia alimentaria.

Belén es una de las voluntarias que sostiene el comedor Gauchito Gil, en el barrio La Loma, muy cerca del cementerio de Olivos, en la zona delimitada por las avenidas Pelliza, Francisco Uzal y la Panamericana. La Loma es uno de los asentamientos que conforman la Villa Borges, el segundo barrio popular del distrito en extensión y población, detrás de Las Flores.

“Antes cocinábamos todos los mediodías, pero desde hace algunos meses, sólo tres veces por semana”, se lamenta Belén. Por ese motivo, luego de encontrarse con sus pares de otras organizaciones y comedores sueltos, dos semanas atrás, a las puertas del depósito del Ministerio de Capital Humano en Villa Martelli, decidieron empezar a reunirse para darle al tema una respuesta conjunta, más articulada. Así surgió la idea del festival, que todavía no tiene fecha pero, afirma, “no puede demorarse demasiado”.

Los dirigentes sociales cuentan también con el apoyo del padre Néstor Cruz García, al que llaman “Nepi”, a cargo de la parroquia del Carmen, que muchas veces presta como sede para las reuniones de organización, del festival y de otros temas prioritarios para el barrio.

“Nepi”, que llegó al barrio hace apenas un año, integra el Grupo de Curas en Opción Preferencial con los Pobres, una de las líneas que se reconoce herederas de los sacerdotes tercermundistas de los años sesenta y setenta, que en Argentina encarnaron figuras como Carlos Mugica y Enrique Angelelli, entre otros.

"Hace un par de meses me invitaron a bendecir una olla, fui y pude conocer a la gente de las organizaciones", cuenta Nepi y agrega: "Hace poco que estoy acá, pero llevo 38 años de trabajo pastoral en villa. Me doy cuenta enseguida cuando hay gente valiosa y comprometida. Por eso quiero acompañar. Contra todo lo que se dice, las organizaciones defienden la vida. la preocupación es que los pibes coman, vayan a la escuela, salgan de la droga". ¿Cómo un cura no va a estar del lado de esta gente?, se pregunta.

Belén rescata el clima de convivencia y solidaridad entre representantes de distintas organizaciones, algo que no siempre ocurre y a la vez ofrece un indicio de la gravedad de la situación. Allí están el Evita, Barrios de Pie, el MTE, el Movimiento Mayo, la UTEP y algunas ollas y merenderos sueltos.

Demanda

“En este momento, estamos entregando unas 200 porciones diarias, que para nosotros es un montón, y hacemos esa cantidad porque es lo que nos alcanza con esta mercadería, pero si tuviéramos para hacer el doble, también se repartirían”, dice con preocupación.

La mercadería que reciben de provincia y del municipio, de ninguna manera llega a cubrir la retirada de nación. Para colmo, el contexto es tan duro que prácticamente desaparecieron las donaciones solidarias. “Nos preguntamos cómo hacen y qué comen las personas que vienen aquí los días que nosotras no abrimos, porque detrás de cada tupper que llenamos hay una familia entera: cuatro, cinco o seis personas”, explica Belén.

Las historias se repiten: “No es sólo gente que perdió la changa o el laburo. También hay gente que tiene trabajo en blanco, pero el sueldo le alcanza para medio mes. ¿Después qué hacen? Vienen acá. Nosotras atendemos primero a la gente del barrio, pero también a gente que viene circunstancialmente por una tarea, un trabajo de reparación o algún motivo puntual”.

Las voluntarias del comedor Gauchito Gil realizaron un video, con testimonios de quienes asisten. Entre ellos hay una jubilada con la mínima, que viene a buscar comida para sus nietos, alguien que agradece que le ofrecen una infusión caliente cuando vuelve de trabajar y otro vecino que se quedó sin trabajo. Todos repiten el mismo pedido: “no ajusten a los comedores”.

Uno de los testimonios, de una señora mayor, sostiene que “no somos casta, somos seres humanos. Y el hambre de los seres humanos no se resuelve con nada, se resuelve con comida”. Otro afirma, mirando a cámara, que “los comedores existen porque son necesarios”.

¡Con la comida, no!

A comienzos de la semana, el "equipo de sacerdotes de barrios populares y villas de la Argentina" difundió un comunicado con ese título, en el que invita a una misa homenaje, el próximo miércoles 19, en la previa del Día de la Bandera, para homenajear como abanderadas a las mujeres de esos mismos barrios, que sostienen las ollas y comedores con su esfuerzo. 

La misa central la celebrará monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en el Santuario de la Virgen de Caacupé en La Matanza. Se realizarán otras misas simultáneas en Mar del Plata, Córdoba, Santiago del Estero y Salta.

"En estos tiempos de crisis y confusiones, nos duele que a muchas de estas doñas se las haya acusado de robar o vender los alimentos. Son ellas las que sufren el dolor de ver que no alcanza la comida de la olla. Varias veces repiten el milagro de la multiplicación de los panes. Son las que dan la cara cuando el Gobierno no entrega los alimentos", afirma el documento.

El último párrafo es aún más crudo: "Así como la Bandera Argentina flamea en todos los rincones de la Patria, queremos que a ningún hermano le falte el pan. Es tarea de todos, empezando por el Estado y siguiendo por todos, cada uno desde donde le toca. Que nunca más haya que reclamar comida. Trabados en pelear por los alimentos no podemos avanzar en proyectos de verdadera inclusión". 

"La cuestión va mucho más allá del galpón de alimentos", apunta el texto que agrega: "En un país con un 55 por ciento de pobreza y 18 por ciento de indigencia, no podemos pensar que el problema de la comida es psicológico o ideológico. No se combate con relatos y redes. Los problemas de asistencia alimentaria tienen que acompañar la realidad que estamos viviendo y actualizarse con la inflación". 

"Nos gustaría pensar que esto es ineptitud y que se quiera mejorar. Que la Virgen Madre nos cubra con su manto para que nadie quede afuera", concluye.

Costo político

El estudio más reciente entre los que mensualmente realiza la encuestadora Zuban & Córdoba, de los sociólogos Gustavo Córdoba y Paola Zuban, midió el impacto de la doble crisis del Ministerio de Capital Humano, que involucra los alimentos por vencer no repartidos, por un lado, y los sobresueldos a funcionarios a través de un poco transparente convenio con la OEI.

El 65 por ciento de los consultados desacuerda con la expresión sobreactuada de apoyo de Javier Milei según la cual “Pettovello es la mejor ministra de la historia” y el 58 por ciento cree que debería renunciar. Pettovello tiene una imagen negativa de 59,7 y una positiva de 36,3, con un diferencial negativo superior a los 23 puntos.

Según ese mismo estudio, el gobierno nacional cosecha 46,4 puntos de aprobación y 54,4 de desaprobación, con un diferencial negativo de 9,2 y las cosas empeoran cuando se mide la imagen del personal de Javier Milei: 55,8 de negativa, 43 de positiva y casi 13 de diferencial negativo.

Por un lado, es necesario destacar que los escándalos que protagoniza Pettovello están lejos de haber concluido y, por otro, como señala el propio Córdoba en su cuenta de X, Milei está entre 10 y 20 puntos abajo de las performances de sus predecesores, Alberto Fernández y Mauricio Macri, transcurrido el mismo tiempo de gestión.