“Es una película que muestra que hay algunos hechos que no tienen solución, que no tienen perdón posible y que no hay manera de reparar el daño y quedar entero. Aunque sí tiene que haber modos de aprender a caminar lastimado. Una cosa es estar entero y otra cosa, estar digno. Creo que sobre algo de eso intentamos trabajar. Asumir que hay hechos que no se perdonan y al mismo tiempo salir de un lugar más infantil vinculado con el enojo y el reproche" comenta desde Florida Gabriel Reches, poeta y codirector, junto con Luis Ziembrowski, de la película El villano.
El gen maligno
El film documental surge a partir de una pregunta inicial de Ziembrowski sobre por qué lo convocan siempre directores y productores para encarnar papeles de villanos y cínicos. Esta premisa lo lleva directamente al trauma de su infancia: su padre fue un ladrón que abandonó a su familia. ¿Hay un gen maligno en él? ¿Es posible heredar la villanía? “Mi viejo fue alguien que provocó una hecatombe familiar. Creo que fue un villano de poca monta, pero igual provocó un desastre emocional. No sabemos si lo hizo consciente o inconscientemente. Cruzó muchos límites. No sé si lo hizo para hacer el mal", afirma Luis. Hacer el documental fue un acto de expiación y reparación para el actor, que estuvo 17 años inmerso en este proyecto.
Ziembrowski y Reches se conocieron trabajando juntos en una serie de microprogramas de literatura y docuficción que se llamaba El libro perdido. Gabriel dirigía y guionaba y Luis protagonizaba. Fue ahí que forjaron además de una amistad, una sintonía artística. Por eso, cuando Luis necesitó ayuda para organizar el material que venía filmando, lo llamó a él. A ambos los unía la ausencia paterna como mito fundante. En el caso de Reches, por un accidente trágico que lo dejó sin padre de muy joven. Gabriel exorcizó al suyo con un libro de poemas que se llama “El año del fantasma”, publicado por la editorial Bajo La Luna.
El villano se adentra en la vida de Israel Dziembrowski, alias Santiago, nombre por el que lo llaman en la familia y que se devela, no es el real. La película es por momentos un juego de sombras chinescas. Santiago, antes de ser ladrón, fue actor, y pareciera esconderse un guiño ahí. Hacer la última película de él, como si de alguna forma se pudiera torcer el tiempo y las posibilidades de una vida, como si la historia pudiera ser también y a la vez “una de acción” entre un actor y su hijo actor, cadena que se replica con el hijo del propio Luis actuando de él. La ausencia suele tener la característica de volver macizo el relato que se hace para explicarla. Gabriel y Luis construyen al padre como si se tratara de un espantapájaros, que empieza a dejar de asustar cuando más se acercan a él.
El fantasma echa su maldición: “¿están haciendo una película sobre mí? Les va a salir mal”, pero esa voz también es la voz del hijo interpretando al padre. Una mamushka infinita, en dónde la ficción y la realidad se persiguen la una a la otra. “Hay algo sobre el actuar y el no actuar. ¿Cuándo se actúa? ¿Cuándo no? ¿Cuándo un actor deja de actuar? ¿Cuándo la actuación no modifica nada y cuando termina de modificar la vida misma?", se pregunta Ziembrowski.
En la película se entrelazan distintas texturas: entrevistas a familiares, archivo, escenas apócrifas protagonizadas por un gran elenco (Gabriel Puma Goity, Dady Brieva, Gabo Correa, Pablo Echarri, Alejandra Flechner, Sergio Boris, Flor Dyszel) y hasta una filmación dónde aparece en efecto Israel. Ese encuentro se produjo en el 2006 y fue uno de los puntapiés de la película. “Tenía una necesidad de tener un registro de ese reencuentro. Yo sé que con la cámara tengo un dominio, hay un manejo mío en ese saberme filmado", afirma.
Fue preparado con sus armas, pero se encontró con un hombre debilitado. Para ese entonces su padre tenía ochenta años y acaba de sufrir un accidente. Por su parte, Luis estaba en pleno duelo, habían muerto sus padres de crianza. “El material terminó siendo una especie de acoso. Un falso adolescente cuarentón acosando a un pobre viejo desválido. Sin embargo, hemos encontrado que debajo de esa hojarasca se encontraba la verdadera naturaleza de los dos", afirma.
Tanto en el documental como detrás de cámara, se encontraron con que la pregunta sobre la ausencia del padre era fundante para muchos. El abandono suele estar más ligado a la figura masculina. “La verdad que es mucho más frecuente de lo que varones como yo querríamos aceptar y tolerar” dice Gabriel y agrega “también es cierto que como argentinos, nos hemos visto atravesados por una historia nacional llena de agujeros producto de catástrofes políticas inducidas".
En una de las escenas finales se ve los ve cantando juntos. Luis hasta último momento se debatió si incluirla o no. “Pensé que dejarla era como perdonarlo. Después dije, yo no tengo que perdonar a nadie, no me interesa esa parábola judía, de buscar el perdón del padre, o perdonar al padre. En fin, tampoco lo tengo muy claro. Pero sí siento que fue reparador hacerla, que me dio un descanso interno”, afirma.
El villano cuenta con apariciones de la familia de Ziembrowski. Entre ellas, sus hermanas. A él le interesaba romper la univocidad del relato familiar. “Todos tuvimos historias diferentes, y todos tenemos consecuencias diferentes sobre esa crianza", afirma. Una de ellas revela en la película que fue abusada por el padre. “Me parece que nunca es tarde para denunciar las cosas. Siento que en ese sentido hay un acto de justicia", afirma.
Un acontecimiento vital
Para Gabriel no se trata de una película en términos convencionales, sino de acontecimiento vital. “Hay cosas de la vida de Luis que suceden por primera vez en ese momento en el que están siendo grabadas. Conversaciones con sus hermanas, cosas que están siendo dichas por primera vez, y que modifican el vínculo. El modo de mirarse y de pararse en el mundo tanto de él como de otras personas", afirma.
Gabriel ocupó el rol de ordenador, pero de algo que necesitaba, dice, ser desordenado. Avanzaron juntos con mucha fraternidad, aunque ese hacer incluyó charlas complejas. “Es nuestra película, pero también es su vida, y su familia. Estamos trabajando con una importante materia inestable en esta película. Ahí tuve que asumir, te diría primero con dificultad, y después hasta con alegría, con felicidad, la posibilidad de entender que había una parte de ese camino en la mesa de edición, en la que Luis necesitaba tomar algunas decisiones, y que yo tenía que convalidar”, afirma.
Ziembrowski, por su parte, afirma que sintió vértigo cuando se acercaba el estreno. El documental le permitió hablar cosas con sus hijos que no sabían. “Creo que es una fantasía siempre de un hijo, saber cómo era el padre antes de ser padre, ¿no? Y me parece que ahí mis hijos descubrieron mucho”, afirma. Una de las escenas más emotivas nos la da Nina Dziembrowski, su hija. Quizás sea ella la que finalmente responda la pregunta que dispara el ensayo fílmico.
"El villano" se proyecta todos los domingos de junio, a las 20 hs, en El Centro Cultural San Martín y está disponible en la plataforma FLOW para verla online.