Francisco, el Papa que continúa rompiendo moldes no solo religiosos, sino también políticos y culturales, se sentó el 14 de junio a la mesa de la cumbre del G7 en Borgo Egnazia (Apulia), en el sur de Italia, para debatir en ese escenario sobre el tema de la inteligencia artificial (IA). Jorge Bergoglio calificó a la IA como “un instrumento extremadamente poderoso” y dijo que no estamos hablando sólo de progreso científico sino que nos enfrentamos a “una revolución cognitiva-industrial que contribuirá a la creación de un nuevo sistema social caracterizado por complejas transformaciones de época”.

En consecuencia, en línea con lo que viene siendo su magisterio desde que se instaló en el Vaticano, el Papa advirtió que frente a esta realidad es necesario recurrir a la ética como valor que encuadre esos avances desde la humano. “Solamente si se garantiza su vocación al servicio de lo humano, los instrumentos tecnológicos revelarán no sólo la grandeza y la dignidad única del ser humano, sino también el mandato que este último ha recibido de `cultivar y cuidar` el planeta y todos sus habitantes”, dijo Francisco. Y subrayó ante gobernantes de potencias mundiales, entre quienes se encontraba también el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, que “hablar de tecnología es hablar de lo que significa ser humanos y, por tanto, de nuestra condición única entre libertad y responsabilidad, es decir, significa hablar de ética”.

Es la primera vez que la máxima autoridad de la Iglesia Católica es invitado a este tipo de encuentros, lo que no hace sino ratificar la trascendencia que la figura de Francisco ha ganado y mantiene más allá del mundo religioso y en el escenario de la política internacional. Sin abandonar el tono de su discurso religioso, Bergoglio se involucra en la agenda y los problemas que preocupan a las personas y a la sociedad internacional.

Tan importante es la IA como desarrollo tecnológico, dijo Francisco, que “es lícito suponer que su uso influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras relaciones sociales y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos nuestra identidad como seres humanos”.

Y frente a eso –afirmó- es primordial que actúe la política. “”La sana política”, dijo el Papa. Porque “el paradigma tecnológico encarnado por la inteligencia artificial corre el riesgo de dar paso a un paradigma mucho más peligroso, que ya he identificado con el nombre de `paradigma tecnocrático’” y “no podemos permitir que una herramienta tan poderosa e indispensable como la inteligencia artificial refuerce tal paradigma, sino que más bien debemos hacer de la inteligencia artificial un baluarte precisamente contra su expansión”.

Es allí, donde “urge la acción política” sostuvo el Papa, sin dejar de recordar que “para muchos la política hoy es una mala palabra, y (…) no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos”. Sostuvo además que “a esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología”. Pero –se interrogó y le preguntó a los dirigentes presentes- si “¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”.

La repuesta al interrogante fue terminante: “¡No! ¡La política sirve!” Y reiteró, una vez más, que “ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política [...], la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” pese que “al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura”. En el auditorio estaba presente también el mandatario argentino, Javier Milei, a quien el Papa había saludado rápidamente al llegar a la sede de la cumbre.

En otro pasaje de su discurso Francisco recordó “el buen uso, al menos de las formas avanzadas de inteligencia artificial, no estará plenamente bajo el control ni de los usuarios ni de los programadores que definieron sus objetivos iniciales en el momento de elaborarlos”, que “la máquina puede, en algunas formas y con estos nuevos medios, elegir por medio de algoritmos” y que “lo que hace la máquina es una elección técnica entre varias posibilidades y se basa en criterios bien definidos o en inferencias estadísticas”. En cambio, el ser humano “no sólo elige, sino que en su corazón es capaz de decidir”.

Por eso, siguió diciendo Francisco, “frente a los prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente, debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión, incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces ésta se presenta en nuestra vida”. Porque, agregó, “condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas”. Según Francisco “necesitamos garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los programas de inteligencia artificial”. Porque “está en juego la misma dignidad humana”, sentenció Bergoglio en el G7.

Al llegar a la cumbre el Papa había sido recibido por la Presidenta del Consejo de Ministros de la República Italiana, Giorgia Meloni. Antes y después de su alocución en el plenario del G7, el papa Francisco mantuvo reuniones bilaterales con parte de los presidentes y jefes de Estado presentes. En una primera ronda estuvo con Kristalina Georgieva, directora general del Fondo Monetario Internacional, luego con Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el primer ministro canadiense Justin Trudeau. En una segunda tanda de reuniones Francisco se encontró con los presidentes Recep Tayyip Erdogan (Turquía); Abdelmadjid Tebboune (Argelia); William Samoei Ruto (Kenia); Joe Biden (Estados Unidos); Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Narendra Modi, primer ministro de la India.

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