El superávit fiscal, exhibido por el Gobierno como un logro, está sustentado en un severo ajuste a las jubilaciones y pensiones, con el objetivo de reducir su peso de un 7 por ciento a un 5 por ciento del PBI. Otras de las partidas presupuestarias ajustadas y que permitieron el resultado financiero positivo del Estado son la contracción de los salarios del sector público en términos reales y la paralización de la obra pública.
El monotributo surgió en la década de los noventa del siglo pasado en Argentina, para redireccionar cargas sociales y jubilatorias del empleador hacia el trabajador, además de exonerar a la empresa de indemnización cuando cesara la relación laboral. Bajo esta forma de relación, el trabajador perdió derechos logrados como el aguinaldo, vacaciones pagas, días de licencias, coberturas para casos de accidentes, entre otras. Todas esas transformaciones persiguieron reducir el costo laboral de los empleadores transfiriéndolos al trabajador, elevando el beneficio empresarial.
Peores condiciones laborales
Los continuos intentos de reforma laboral no apuntan a solucionar de unos de los principales temas a resolver en el mercado de trabajo argentino, que es el bajo nivel de salarios y la profundización de su reducción desde diciembre de 2023 a partir de la devaluación y el casi congelamiento del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Más bien las transformaciones en camino apuntan a incrementar la discrecionalidad del empleador o empresario en temas remunerativos y de beneficios laborales.
Todo lo contrario: en la actualidad, el gobierno pretende hundir aún más el salario real mediante el congelamiento de las paritarias y del salario mínimo, o con incrementos por debajo de la inflación, así como a través de la reducción del empleo público para que deje de ser referencia de estabilidad laboral y remuneraciones dignas con derechos para los y las trabajadoras.
Escasez de dólares
En otro aspecto de la realidad de la ultima década del siglo 20 de nuestro país, el sistema de convertibilidad generó una fuerte caída de la competitividad industrial y también, en menor medida, la del sector agroexportador lo que generó a pequeños productores tener que recurrir al endeudamiento. Ante esta situación, se redujeron significativamente las exportaciones del país con la consecuente disminución de los ingresos de dólares que tan necesarios eran para sostener el régimen de convertibilidad vigente en ese momento.
Otras de las fuentes históricas de ingresos de dólares para el país fue el endeudamiento externo, situación que a finales de los noventa y en el año 2001 generó la profunda crisis de la deuda con su intensa conexión con la crisis política, económica y social de finales de ese año 2001. Esta herramienta vuelve a ser tenida en cuenta por el actual gobierno como alternativa de financiamiento ante los escasez de dólares.
También es esos años se acudió a las privatizaciones y venta de patrimonio público nacional del Estado, las llamadas joyas de la abuela para obtener divisas. Este proceso generó una fuerte extranjerización de empresas claves y estratégicas para el desarrollo y la seguridad nacional, como YPF, Aerolíneas Argentinas, Telefónica y Aguas Argentinas por solo mencionar algunas de ese intenso proceso de traspaso del patrimonio nacional al capital privado y fundamentalmente extranjero y transnacional.
La utilización de las anteriores fuentes tuvo como objetivo financiar el desequilibrio de la cuenta corriente de la balanza de pagos de esos años y el sustento de la cantidad de reservas del Banco Central, que era uno de los condicionamientos para sostener la convertibilidad.
Es decir, que ante la restricción e insuficiencia de los ingresos por exportaciones que constituye la fuente auténtica y soberana de financiamiento en dólares, se recurrió como ingresos sustitutos de dólares al endeudamiento y la venta del patrimonio nacional.
Superávit gemelos
Muchas de estas empresas fueron re nacionalizadas, devolviendo un importante instrumento estratégico y económico al Estado y a la sociedad argentina a partir del año 2002 bajo las gestiones de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, en las cuales fueron aplicadas además, importantes medidas redistributivas generándose un expansivo proceso de repunte de la actividad económica que influyó en los superávit logrados tanto con el sector externo debido al aumento de las exportaciones, así como en el fiscal dado por el crecimiento significativo del crecimiento del PBI que impulsó la recaudación tributaria y los ingresos fiscales.
A partir de 2002 los equilibrios fiscal y externo se lograron con mayores ingresos y redistribuyendo el ingreso, camino similar al que actualmente está aplicando Lula da Silva en Brasil. Caso contrario a lo que se aplica actualmente en argentina por Javier Milei que lleva a cabo un intenso ajuste del gasto y regresividad en la distribución de la renta.
Ahora, en pleno siglo XXI y bajo las riendas del gobierno de Javier Milei se reeditan todas esas medidas de la década neoliberal del país de una manera más acelerada. Ya se está operando una fuerte alza del nivel de desempleo, derrumbe de la actividad económica con la consecuente destrucción de la capacidad industrial instalada que ha disminuido en los últimos meses a un nivel cercano al 55 por ciento de su utilización, así como un intenso proceso de debilitamiento de las funciones del Estado a través de su desfinanciamiento, fuerte ola de despidos de funcionarios de carrera o directamente el cierre de instituciones públicas.
A lo anterior se deben sumar también el elevado nivel de endeudamiento que ya posee el país contraído fundamentalmente en los años 2017 y 2018, así como la disputa mundial por los recursos naturales estratégicos que posee Argentina. A diferencia de los años noventa existe un contexto internacional más desfavorable en lo referente a la disputa en el comercio y en la economía mundial en general.
Empleo, producción y distribución de los recursos creados mediante el crecimiento económico son variables centrales para el progreso de cualquier sociedad. Hasta la fecha, el actual gobierno va a contramano para alcanzar estas metas si tomamos en cuenta los hechos en la vida cotidiana que muestran aumento de la desigualdad, de la precariedad, de la pobreza y fuerte derrumbe del nivel de vida de la mayoría de los sectores.
Se le suma al escenario actual como variable agravante el nivel de inflación aun en valores significativos con aumentos tarifarios y en servicios públicos que avizoran en los siguientes meses índices de precios aun en crecimiento.
En uno de las últimas intervenciones, el presidente expresó con satisfacción que su gestión ha logrado reducir el 35 por ciento del gasto público: “Les estoy devolviendo libertad a lo loco”, dijo. No queda claro a que parte o sectores de la sociedad se refirió.
* Docente en UBA y en UNQ en Economía y en Impuestos.