Las pandemias, las catástrofes ambientales y las crisis socioeconómicas no tienen fronteras. A pesar de eso, seguimos pensando las políticas públicas desde enfoques nacionales. ¿Es suficiente? ¿Existe otra forma de tratar los problemas actuales? ¿Cómo abordar los desafíos globales desde América del Sur?

En una realidad paralela, durante la pandemia de la Covid-19, los países de Sudamérica articularon en conjunto el abordaje y la salida de la crisis. Se establecieron protocolos de acción, la compra y distribución de vacunas se hizo a través de un parlamento regional y los países pudieron acceder a un fondo común para solventar medidas extraordinarias y brindar una red de contención a los sectores más vulnerables.

Lamentablemente, estamos lejos de esa historia. La pandemia fue abordada solo a nivel nacional, con cierres de fronteras y el despliegue de otras medidas similares pero descoordinadas. Esto llevó a la circulación continua del virus y la emergencia de nuevas variantes, que tuvo como consecuencia la prolongación de la crisis y la reducción de la efectividad de las vacunas existentes. A través de su Parlamento y sus institutos asociados, el Mercosur funcionó como espacio para facilitar intercambios y equilibrios entre las diversas posturas de los países sobre cómo abordar la pandemia. Sin embargo, el alcance de sus medidas a nivel de bloque fue limitado y en gran medida declarativo.

¿Por qué volvemos a pensar en la pandemia de Covid-19? Porque es un ejemplo reciente de cómo un evento local puede propagarse rápidamente y afectar al resto del mundo. Funciona para reflexionar sobre cómo abordamos los problemas globales y para comprender que, ante los desafíos que suceden y vendrán, las acciones aisladas de los países no son suficientes.

Una solución colectiva

Sin embargo, la pandemia no es el único desafío que enfrenta la región. Cambio climático, crisis financieras, automatización e inteligencia artificial, uso de información y datos sensibles, entre otros, son tendencias que moldean al mundo en su conjunto y que requieren de acciones amplias. El caso más reciente y evidente en nuestra región es la inundación en Rio Grande do Sul en Brasil, una catástrofe natural sin precedentes para la cual la región no cuenta con ningún fondo, protocolo ni mecanismo conjunto de acción. Lo más similar a una ayuda económica ha sido anunciada de parte de los BRICS+.

¿Qué otros problemas transfronterizos pueden mencionarse? Todos los países de la región enfrentan en mayor o menor medida las consecuencias de la transformación del mundo del empleo, que contempla la disminución del empleo registrado, la consolidación de nuevas formas de trabajo precario y la reducción del acceso a una cobertura social y de salud de calidad. Este fenómeno supone un riesgo enorme para la seguridad social y económica de la población de nuestra región, ya azotada por la pobreza y la desigualdad.

A través de la acción conjunta de nuestros países, es posible diseñar políticas de desarrollo social, económico y sanitario que garanticen pisos mínimos de ingresos; orienten medidas de promoción y fortalecimiento del empleo en áreas estratégicas; y fortalezcan las estructuras sanitarias de la región mediante la distribución de recursos e infraestructura.

En cuanto a acciones colaborativas, medidas de este tipo ya se están implementando en otras regiones. Un ejemplo de ello es la reciente Ley de Servicios Digitales (LSD) sancionada por el Parlamento Europeo y controlada por la Comisión Europea, que impone severos términos y condiciones para garantizar la seguridad de los usuarios, proteger sus derechos y crear entornos justos y abiertos en redes como Google, X o Facebook.

Desde la promoción del empleo hasta la protección de los derechos digitales, la acción conjunta en el ámbito regional puede ofrecer soluciones más efectivas que las políticas nacionales aisladas. El Mercosur, como ejemplo de integración regional, ofrece una base sólida para el desarrollo de mecanismos de coordinación que puedan responder eficazmente a los desafíos actuales y futuros, que sirva al mismo tiempo como respuesta rápida ante crisis y contribuya al desarrollo económico y social de la región.

La articulación regional es la dirección en la que se debe avanzar para adaptarnos a los desafíos actuales y próximos. Los límites asociados a una iniciativa de estas características son evidentes en tiempos de nacionalismos y críticas a la integración regional. Pero sus beneficios son claros, y es cuestión de tiempo para que resulten necesarios. Es por eso que se trata de una propuesta tan ambiciosa como necesaria.

*Politólogo - UBA. Maestrando en Administración y Políticas Públicas (UDESA). Profesor en la UBA y UNAB.

**Candidato a Doctor del Programa Binacional en Estudios Globales y de Área. Universidad del Salvador y Humboldt-Universität Zu Berlin.

***PhD en Metodología y Salud Pública (UAB). Technical Expert, WHO.

****Médica con postgrado en Investigación Epidemiológica y Efectividad Clínica.