Desde Londres
Es el comodín de la política británica, el “outsider” que intenta romper la alternancia política que ha dominado al Reino Unido desde la fundación del Partido laborista en el 1900 (86 años de gobiernos conservadores, 31 de laboristas).
Con distintas estructuras políticas basadas en su carisma, el ultraderechista Nigel Farage consiguió en el pasado reciente algo que parecía imposible: que el Reino Unido rompa con la Unión Europea. Ahora busca mover las fichas de las elecciones del 4 de julio que todas las encuestas vienen dando como ganada por los laboristas con una amplia mayoría.
El partido- cáscara que lo sostiene, el Reform UK, fundado en 2021, alcanzó en un par de años un nueve por ciento en las encuestas. El ascenso incontenible de Nigel Farage continuó desde entonces. La semana pasada un sondeo lo puso por delante de los conservadores.
En el promedio de encuestas de los últimos siete días, se encuentra tercero con un 15 por ciento, a seis de los conservadores y por delante de los liberal-demócratas y verdes. Los laboristas les llevan una distancia sideral a todos: el 41 por ciento. El gran interrogante es si el partido de Farage puede seguir sumando puntos y a costa de quién.
Una historia de sorpresas
En principio parecería imposible, pero la historia aconseja prudencia con la futurología. Cuando Farage fundó el UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido) en 1993 su objetivo era que el Reino Unido saliera de la Unión Europea. Considerado un charlatán excéntrico, más conocido por las pintas de cerveza y su anchísima risa en las fotos que por sus planes políticos, Farage le fue arrancando votos a los conservadores, ganó un escaño en el parlamento europeo en 1999 y obtuvo buenos resultados en las elecciones municipales y europeas de los 15 años siguientes.
Acosado por esta presencia a su derecha, el entonces primer ministro conservador David Cameron prometió que convocaría a un referendo sobre la UE si su partido ganaba las elecciones del 2015 con mayoría propia. Los sondeos de la época le permitían hacer esa promesa con la convicción de que era prácticamente imposible obtener una victoria holgada después de cinco años de durísima austeridad.
La suerte acompañó a Farage. Símbolo de victoria pírrica, Cameron obtuvo una sorpresiva mayoría propia en la Cámara de los Comunes que venía con un regalo envenenado: la obligación de cumplir con su promesa de referendo. El resto es historia. El mensaje de Farage dividió a los conservadores y llegó al público que pensó que los problemas del Reino Unido se debían a su pertenencia a la UE. En 2016 los británicos votaron a favor de terminar su vínculo de más de 40 años al bloque europeo.
UK Reform
Farage maneja sus partidos como si fueran su empresa privada. En 2016 renunció como líder del UKIP dando por completado su objetivo con la victoria en el referendo. El UKIP hoy es una sombra inexistente, que busca sobrevivir aliándose a partidos abiertamente fascistas, como el British National Party. En 2021 Farage lanzó el Reform UK con una fuerte campaña contra el confinamiento de la pandemia y los lazos que todavía existen con la UE.
El partido empezó a crecer paralelo a la crisis de los conservadores que desde 2022 han tenido tres primeros ministros: Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak. Cuando el 20 de mayo Sunak jugó a la lotería convocando a elecciones anticipadas, Farage dijo que no se presentaría como candidato. Estaba la mitad de su tiempo en Estados Unidos, demasiado ocupado en tejer alianzas y negocios con los republicanos de Donald Trump como para pensar en una elección que parecía decidida.
Unas semanas más tarde dio un golpe interno partidario porque, viendo la marcha de la campaña, percibió que podía finalmente lograr un escaño en la Cámara de los Comunes. Sin muchos miramientos desplazó de la jefatura partidaria al mismo político que había aupado para el puesto: el deslucido Richard Tice.
El parlamento británico es una deuda pendiente en su carrera política. A pesar de su fotogenia, Farage se presentó ocho veces para ser diputado y perdió en todas las ocasiones. Ironías del destino: solo consiguió un escaño en el parlamento europeo. Electo en 1999, fue reelecto en 2004, 2009 y 2014 y se retiró para alivio de la enorme mayoría de los europarlamentarios, en 2020, cuando se completó el Brexit.
Consciente de sus fracasos previos, Farage eligió ser candidato en la zona electoral más propicia a su figura. “Clacton on sea” es una circunscripción costera con muchos jubilados y nostálgicos de la gloria imperial. En 2014 un renegado conservador que había engrosado las filas del UKIP ganó allí por primera vez para un partido de Farage un escaño en el parlamento británico. Ahora quiere realizar su sueño propio. Según las encuestas están cabeza a cabeza con los conservadores que en 2017 recuperaron el escaño.
¿Puede ser un Milei británico?
El electorado británico es mucho más escéptico, menos participativo y pasional que el argentino. El sistema electoral indirecto tampoco favorece la irrupción de terceras fuerzas. Los británicos no eligen al primer ministro: votan por el diputado que los va a representar en el parlamento.
El partido que obtiene más diputados en la Cámara de los Comunes es el que elige como primer ministro a su líder partidario, Tampoco hay representación proporcional en las 650 zonas electorales. El candidato que gana la elección local en su circunscripción, aunque sea por un voto se lleva el escaño.
Los conservadores temen que este sistema que los favoreció tanto tiempo les juegue en contra. En muchas zonas, el voto Farage va a dividir el voto conservador favoreciendo a los partidos que quieren desplazar a los tories, sean los liberal-demócratas en sur o los laboristas en el norte. Uno de los sondeos de esta semana anticipa que los conservadores podrían quedar diezmados el 4 de julio y pasar de los actuales 344 diputados a unos 75.
Farage ha reconocido abiertamente que no está apostando a ganar. “Somos un partido muy nuevo. Pero estamos muy entusiasmados con el apoyo que obtenemos de los jóvenes de 18 a 24 años. Este es el primer paso para la elección en 2029. Lo que queremos es ser la oposición real del partido laborista”, dijo en el lanzamiento del manifestó el lunes.
La apelación a ese voto joven parece ser el sueño húmedo de muchas (ultra) derechas. En el caso de Farage, las investigaciones de campo sobre su base electoral muestran que sus seguidores son en su mayoría mujeres o mayores de 70 años con añoranzas patrióticas e imperiales.
Una cosa le juega a favor. El Reino Unido tiene muchos desafíos en términos de servicios públicos esenciales como salud y educación o por el aumento de la pobreza, desigualdad, vivienda y falta de oportunidades. El laborismo por el momento solo habla de rectitud fiscal. Cinco años de gobierno pueden ser una eternidad. Si Sir Keir Starmer decepciona a su electorado con un programa tibio, es imposible predecir su impacto más en la inestabilidad global que estamos viviendo. De este tipo de decepciones se nutrió Milei. El laborismo debería tenerlo en cuenta si no quiere regalarle al Reino Unido y el mundo una sorpresa Farage en cinco años.