A poco de asumir la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación, el 27 de noviembre de 1943, Juan Domingo Perón señaló en un discurso en la Unión ferroviaria que la “legislación social en Argentina tiene un retraso de 50 años, y eso es lo primero que vamos a remediar”. Hoy la situación es similar a la que evocaba Perón. La legislación social y laboral no ha seguido la evolución que se observa en los países del centro capitalista para enfrentar los desafíos de las nuevas tecnologías, la crisis climática y social así como acelerar el crecimiento económico.
Los responsables económicos, los propietarios del capital o los políticos conservadores han promovido la idea equivocada, acentuada durante la dictadura cívico militar iniciada a partir de 1976, de que las inversiones aumentan cuando el salario bruto es bajo o cuando la legislación social es favorable a la patronal. Esto supone que los beneficios aumentan cuando los salarios son más bajos, lo cual es erróneo y afirma también que los patrones incompetentes tienen que tener la posibilidad de usar la masa salarial como variable de ajuste frente a los errores de gestión que puedan cometer haciendo pagar sus errores por los trabajadores.
Los gobiernos que han aplicado políticas neoliberales de contracción de la demanda global en base a estas ideas han llevado al país hacia el subdesarrollo de sus capacidades en lugar de propulsarlo en una trayectoria de crecimiento auto centrado y sostenido.
Lo que la guerra nos dejó
Los daños provocados por la extrema derecha y la guerra en las décadas de los años 1930-1940 tuvieron también su lado positivo. El combate cotidiano por la democracia, la transformación social y económica que acompañó la derrota de la extrema derecha totalitaria generó las condiciones para el crecimiento económico de la posguerra que fue el más elevado de la historia.
En la década del 1930 en el combate contra la depresión económica provocado por la especulación financiera y la desidia del presidente norteamericano Herbert Hoover que había agravado la crisis de 1929, Roosevelt explicó en una de sus charlas radiofónicas, “Al lado de la chimenea”, el 28 de junio de 1934, que “la primera preocupación de cualquier gobierno en el que predominen los ideales humanista y democráticos se funda en un principio simple: en un país que dispone de vastos recursos no podemos dejar a nadie morirse de hambre”. Poco después instituyó el seguro de desempleo en 1934, ya existente en Inglaterra desde 1905, el salario mínimo en 1938, las jubilaciones por reparto etc.
En 1936, con el Front Populaire en Francia, se instituían la AUH, las vacaciones pagas, la semana de 40 horas así como el sistema francés de paritarias. Un año antes del discurso citado de Perón, en diciembre 1942, en plena contienda, se aprobó en el parlamento británico el informe Beveridge, un correligionario y amigo de Keynes, que instituía el sistema de seguridad social, que incluía la salud gratuita para todos. Meses después en noviembre de 1943 el Conseil National de la Résistence formado por los gaullistas, socialistas, comunistas, radicales y los grupos de la Resistencia armada contra la ocupación alemana publicaba el programa social que aplicado a partir de 1945 sigue siendo hoy el armazón de la seguridad social en materia de salud y de jubilación en Francia. Esto continuaba y profundizaba lo logrado en las formas específicas de organización de los modelos socio económicos vigentes en los países escandinavos.
Perón instauró gran parte de estas medidas. En la Constitución de 1949, derogada por el golpe de Estado de 1955, integraba la participación sindical en los consejos de administración de las empresas como lo haría mas tarde la Constitución alemana en 1952, que se considera uno de los puntales que explican el éxito del modelo industrial alemán y que ha sido aplicada de diversas formas en casi todos los países del oeste de Europa.
Las diferentes leyes sociales indicadas más arriba fueron acompañadas por la gratuidad y obligatoriedad de la educación, las jubilaciones por reparto, los seguros públicos de salud de adhesión obligatoria, la indemnización de las ausencias por enfermedad, el seguro de desempleo, las ayudas sociales, las vacaciones pagas, entre otros derechos. Aplicadas en su mayor parte en el país gracias al peronismo, cambiaron las formas especificas de la reproducción del sistema capitalista con mayor equidad lo que permitió un incremento del crecimiento económico. Hoy en Francia se trabajan 35 horas semanales y la cantidad de horas de trabajo por año y por trabajador es menos en Alemania, que también cuenta con cinco semanas de vacaciones. No hay crecimiento sin justicia social.
Medio siglo de atraso
La ideología neoliberal que ha sido propalada por los medios hegemónicos tiende a ocultar esta relación biunívoca, así como la historia política y social. La evolución de las relaciones sociales y las regulaciones establecidas en los países del centro capitalista, son funcionales a los progresos tecnológicos y con el incremento de la productividad de los factores de producción así como con la productividad global de cada economía.
Al contrario, la aplicación de políticas neoliberales que han restringido y retrotraído la legislación social buscando el rédito inmediato para el capitalismo prebendario y parasitario, hace que esta legislación tenga medio siglo de atraso. Las últimas grandes leyes que hubieran debido impulsar la integración de nuevas tecnologías datan de 1974, en la presidencia de Cámpora y Perón. Pero desde ese momento y hasta el 2003 hubo una incesante búsqueda de condicionarlas o suprimirlas con la ley Banelco, por ejemplo, y los avances sociales solo fueron restablecidos a partir de ese momento por Néstor Kirchner y Carlos Tomada lo cual permitió, como se sabe, recuperar solo en 2012 un nivel de la producción industrial per capita alcanzado en 1974, que hoy Milei trata de destruir.
La inestabilidad económica provocada por la continua búsqueda de disminuir la masa salarial global, los salarios individuales, los aportes jubilatorios y la gestación de la exclusión social como medio para limitar la conflictividad económica actúan como factores limitantes de la inversión tanto nacional como extranjera. Esta política traba el crecimiento económico ya que entorpece y limita las inversiones tecnológicamente avanzadas y su complementariedad necesaria con el trabajo calificado.
En efecto, el crecimiento económico es superior, tanto en calidad como en términos cuantitativos en los países con legislaciones sociales avanzadas respecto de aquellos países menos avanzados. Los salarios elevados no limitan las inversiones, sino que al contrario las acompañan. Si esto no fuera así los países de bajos salarios y escasa protección social serían aquellos hacia los cuales van las inversiones y los capitales lo cual es erróneo. Los flujos de capitales van del Sur al Norte y no la inversa y esto porque la rentabilidad del capital en el Norte es superior.
La ideología y las publicaciones de los medios dominantes han buscado ocultar los progresos sociales de las economías del centro capitalista describiendo formas de capitalismo salvaje donde en realidad existen confrontaciones y debates pero también regulaciones y negociaciones entre los trabajadores, el Estado y los capitalistas.
La participación del Estado en el financiamiento del transporte, los subsidios, es la norma y no la excepción. La quita de subsidios al transporte colectivo operada por Milei fue presentada ocultando que existen ciudades donde los transportes son gratuitos, es el caso de Miami, en los USA, Montpellier o Le Havre en Francia, Lubeck en Alemania, en Luxemburgo, solo pagan los que viajan en 1era, y en otras ciudades. El caso de Paris es emblemático, los trabajadores y jubilados pagan solo 16 por ciento del costo estimado y para los escolares hay un descuento especial más importante. El boleto único, Navigo, 40 euros por mes, permite viajar por toda la región parisina, equivalente al AMBA, tantas veces por día como uno quiera durante el mes.
Las declaraciones de Mauricio Macri sobre la gente que “cayó en la educación pública” evidencia la tentativa de engañar a los ciudadanos, ya que él sabe que en la inmensa mayoría de los países del centro capitalista la educación es obligatoria, pública y gratuita hasta los 16 años. La educación privada es excepcional y en muchos países del centro capitalista de segundo nivel.
Lo mismo sucede con el sistema sanitario. El debate sobre las prepagas que apenas cubren, de manera parcelaria el 7 por ciento de la población, es sorprendente. Los economistas liberales explican sin que aparentemente nadie ose corregirlos que la “salud cuesta” en 2023 el 9,5 por ciento del PIB” era del 8,9 por ciento en 2000 y en 2015 había llegado al 10,2 por ciento. Esta presentación que se hace de la salud es difícilmente aceptable. Decir que la salud es un gasto es en sí una manifestaron de ignorancia. Significa sostener que el ingreso de las enfermeras, el personal de limpieza del hospital, el salario o los ingresos del médico o de la partera es un gasto.
A título comparativo el aporte de la salud al PBI en los USA es del 17 por ciento y en Francia del 14 por ciento y como el PIB es sustancialmente mayor en los dos últimos países esto ya de por sí muestra la situación de deterioro en el que se encuentra el sistema sanitario en Argentina que excluye a las mayorías.
Como se puede observar la ideología neoliberal que impregna los medios hegemónicos se nutre de engaños sobre muchos aspectos. Las falacias y la ocultación es la norma aunque quizás sea también una manifestación de ignorancia de la realidad. Pero todo ellos tienen como único objetivo mantener las formas de dominación económica y social.
*Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS, Buenos Aires, 2019.