“Si bien no eran trabajos documentales, había mucha lectura detrás de cada historia para darle mayor realismo, y de esa experiencia me quedó el placer por la investigación, la lectura del entorno histórico de los guiones, eso que te permite escribir con solidez enriqueciendo la historieta”, recuerda Héctor Bellagamba. Su experiencia en la extinta editorial Columba fue con una treintena de capítulos de Quincy Romano, un detective dibujado por Gustavo Trigo, que recorría el Harlem. Ahora, décadas más tarde, volvió a la rutina de la investigación para realizar historietas pero por un motivo mucho más cercano: la represión en la previa y los primeros años de la última dictadura militar. Fruto de ese trabajo es Así mataban, publicado por la editorial El 23 y con la participación de ocho dibujantes (Gerardo Canelo, Sergio Ibáñez, Ezequiel Rosingana, Enri Santana, Juan Romera, Marcelo Basile, Fabián Mezquita y Edu Molina).
En Así mataban, Bellagamba y equipo abordan distintos casos de secuestros ilegales, ejecuciones sumarias y todo tipo de violaciones de derechos humanos de ese período de la historia argentina. Cada historia –real, desde luego- termina con un apartado documental que sintetiza lo más relevante de ese caso, apoyado en los testimonios de los juicios y las pruebas documentales que se recabaron a lo largo de los años.
Así mataban se suma al ingente catálogo de historietas recientes que abordan los años oscuros de la última dictadura militar, como el notable Apagón (Tejada/Dearmas), ¿Qué querés ser cuando seas grande? (Pulido y otros), o las reconocidas Historietas por la Identidad, impulsadas por Abuelas de Plaza de Mayo, entre muchos otros.
El origen de este libro está en otro proyecto similar, Historia de desaparecidos y aparecidos, que se hizo a instancias de la gente de La Bancaria, de Mendoza (que suele hacer muestras e impulsar proyectos vinculados a la historieta en esa provincia). “En ese proyecto ellos aportaron los nombres de gente que había sido chupada y después apareció y a esa gente la entrevistábamos y con eso se hacía la historieta”, cuenta el guionista. A él le tocó el caso de Susana Reyes. “Fue una experiencia única, por todo el trabajo de investigación que tenés que hacer”, explica. “Con Susana, además, como ella es una figura pública había mucho material”. Aunque el trabajo con La Bancaria terminó “a las apuradas”, a Bellagamba le quedaron ganas de ahondar en la temática.
A la propuesta inicial se prendieron Sergio Ibáñez y Ezequiel Rosingana, y luego se sumó el resto. Pero la acción en estas páginas se traslada a la ciudad de La Plata. “Es que el libro anterior se presentó allá y ahí me quedó una hermosa amistad con dos flacos de La Plata, tipos que trabajan muchísimo con comedores para gente en la calle, esos tipos que uno realmente admira porque hacen todo por nada, y cuando les comenté que el grupo de trabajo se había separado me dijeron ‘quedate, acá en La Plata hay mucho por hacer’”, revela.
“Me entusiasmaron. Yo ya en esa época estaba jubilado pero seguía yendo a Nueva York como guía de turismo y ese mismo verano tuve un problema de salud, entonces tuve mucho tiempo para leer y buscar las historias que me interesaban para el libro”, explica Bellagamba. Material, lamentablemente, sobra: en La Plata hubo más de 750 víctimas del terrorismo de Estado, entre asesinatos y desapariciones, que alcanzaron además a todos los estratos de la vida civil, desde obreros sindicalizados, estudiantes, docentes universitarios y mucho más, con la anuencia del poder de turno (en el libro se reflejan tanto la complicidad judicial como la eclesiástica, por ejemplo).
El libro ahora recorre el camino de las presentaciones por los mismos escenarios donde transcurren los casos que registra. Por ejemplo, ya lo presentó en el Hipódromo de la ciudad de las diagonales. “Una de las historias es la de Luisa Marta Coria, que la matan por ser de la JTP, cuando ya era delegada sindical”, dice.
“La idea es que el libro inicie una serie. Yo estoy trabajando en el segundo libro, que empieza en Bahía Blanca, aunque puede que también termine ahí, porque es una ciudad con tremendo material, porque estuvo acosada por todos lados, hasta los Vuelos de la Muerte empezaron ahí”, anticipa. Y aunque la investigación es más difícil, por la distancia y los costos de trasladarse para trabajar ahí en el proyecto, Bellagamba quiere seguir adelante. Y también tiene en mente otros lugares, como Villa Contitución o las Ligas Agrarias del Chaco. Convertir el libro en una serie ayudaría, además, a proyectar una geografía del crimen que llegaba desde el Estado y dar cabal idea de la dimensión de su horror.