Desde el primer minuto de la gestión de Axel Kicillof, Pablo López está al frente del Ministerio de Economía. Transitó el legado de María Eugenia Vidal, la pandemia y, ahora, la presidencia de Javier Milei. Esta etapa, según el propio gobernador manifestó en su última reunión de gabinete, tiene la intención de que la provincia de Buenos Aires “se caiga”.

Ante un escenario de caída en el consumo, el poder adquisitivo, las exportaciones y de toda la actividad económica en general, López sostiene en exclusiva con Buenos Aires/12 que la Provincia cuenta con las “herramientas” para cumplir con todos sus compromisos. “Muchos decían que no íbamos a pagar el aguinaldo y no va a haber problemas con eso”, apunta.

Afirma que la reestructuración de la deuda en dólares que heredó de Cambiemos, la reconversión del Banco Provincia en una banca de desarrollo y el vínculo con los organismos multilaterales de crédito, entre otras decisiones, dotaron a la provincia de los recursos para transitar esta dura etapa.

La dureza es producto de la desatención del Gobierno nacional con sus obligaciones para con todas las provincias que, en el caso de la que comanda Kicillof, implica una deuda que supera los seis billones de pesos. El paquete se completa con una caída en la recaudación y un crecimiento del desempleo.

—En estos meses viene publicando datos sobre el desarrollo del modelo económico de Milei. ¿Hay alguno positivo?

—Lo complicado de este proceso que estamos viviendo es que todos los datos económicos muestran que la economía se está deteriorando en todos sus aspectos. Por el lado de la demanda cae el consumo y cuando uno ve del lado de la oferta hay una caída generalizada en todos los sectores de la economía. Nosotros usamos mucho la comparación con otros momentos históricos y no se ve una caída tan pronunciada en tan poco tiempo desde la pandemia, donde hubo un parate generalizado de la economía mundial como una reacción ante la propagación del virus. O hay que remitirse al 2001 y principios de 2002, con una crisis que se desarrolló por muchos años. Después de eso, uno no encuentra referencias de una caída tan pronunciada como la que está viviendo y sus efectos se ven en la provincia cuando la recorremos.

—¿Cuáles son esos efectos?

—Las personas ven como se cae su poder adquisitivo. Empieza a haber problemas de trabajo que ahora pasa a ser una problemática extendida. También hay una caída de la demanda en las empresas, que deriva en suspensiones, parates y recorte de turnos. Esa es la realidad y es preocupante.

—¿Qué es lo que más le preocupa?

—Que hay un problema en la economía real. El agro es el único sector que está teniendo un crecimiento interanual pero porque se compara con un año que padeció la sequía. Cuando vemos la estadística en todos los sectores, vemos que la construcción cae entre 20 y 30 puntos. La industria lo mismo. La caída general es de 5 puntos y lo que hace que la caída no sea tan profunda es el agro porque, como decía, se toman los dos primeros trimestres del año pasado para hacer la comparación y fueron los más complejos por la sequía. Cuando uno despeja eso, todos los sectores están cayendo. Es difícil de encontrar una caída generalizada tan abrupta que incluya la industria, el comercio y la construcción.

⁠¿Existe una dependencia condicionante de la economía de la provincia respecto a la nacional?

—Las definiciones del modelo macroeconómico las dicta el Gobierno nacional con sus políticas. En ese sentido, el impacto de la manera en que se configuran las variables macroeconómicas y cómo decide el Gobierno nacional usar su presupuesto o no usarlo, es definitorio. El mayor ajuste del Gobierno nacional se da en las jubilaciones y pensiones, en obra pública, en la quita de subsidios a la energía y el transporte, y después las transferencias a provincias. Las transferencias tienen un impacto directo en las finanzas de la provincia, pero el 40 por ciento de las jubilaciones más impactadas también están en la provincia de Buenos Aires. Gran parte de la obra pública está en la provincia. Esto repercute y genera efectos multiplicadores. Los que invierten ven que no hay demanda, entonces no invierten y así no hay trabajo, no hay consumo y se da un círculo vicioso. Todo lo que hace el Gobierno nacional sucede en las provincias, no sucede en otro lado.

—¿⁠Las finanzas provinciales se sostienen gracias al Banco Provincia como aludió el presidente Milei?

—Es llamativo que diga eso porque es falso. No se condice con la realidad, por lo que no me lo explico más que por una intencionalidad política contra Axel. La provincia no descansa en el Banco Provincia ni se sostiene fiscalmente en el Banco Provincia. La mejor respuesta la dio el presidente del banco. Un banco que es sólido, de los principales del país, producto de todo lo que se hizo estos cuatro años. Es banco que tiene una política muy decidida de estar al servicio del desarrollo de la provincia. Se ve y es valorada por el sector productivo por su gran cantidad de créditos que tiene y también por el consumo, por la innovación tecnológica que significó la Cuenta DNI, con más de 7 millones de usuarios.

¿⁠Cómo se encuentra la recaudación de la provincia tanto la que proviene de la actividad económica como la patrimonial?

—Se está viendo una caída real de la recaudación en línea con una caída de la situación económica que ronda el 10 por ciento. La mayor parte de impuestos están vinculados a actividad económica. Por el lado de la provincia, está Ingresos Brutos centralmente. Por el lado de la Nación, con el IVA se observa la caída. Las provincias, y lo digo en general porque se ve en los indicadores y porque converso con otros ministros provinciales, ven una situación similar. Hay una pérdida de transferencias no automáticas que se deben cumplir, que no son discrecionales, sino que son obligatorias. Son transferencias que tienen que ver con leyes, decretos y diferentes tipos de normas que obligan al Gobierno nacional a transferir recursos a determinadas aéreas. En el total de las provincias, la caída en esas transferencias es del 80 por ciento. Todo esto se da en una situación donde la provincia ya es perjudicada en materia de coparticipación en relación a lo que genera y a lo que requiere. La provincia representa entre el 35 y 40 por ciento de lo que se aporta al país según el indicador que se tome y recibe algo más del 20. Es necesario avanzar hacia una modificación porque es una ley que resulta ya inconstitucional porque la reforma del año 1994 insta a modificarla.

—Con una caída de la actividad, de la recaudación, con menos fondos nacionales y una coparticipación desequilibrada, ¿cómo obtiene fondos para afrontar los compromisos de la provincia?

—En primer lugar, hay que decir que ya venimos de cuatro años de gestión. Hemos llevado adelante distintas políticas que nos permiten estar en determinada situación y generamos distintas herramientas. No es lo mismo afrontar lo de hoy con lo que recibimos en 2019. Allí teníamos una deuda enorme acumulada con proveedores y una deuda en moneda extranjera que implicaba pagar, en promedio, 1.500 millones de dólares por año. Trabajamos en una línea que hoy nos pone en otra situación.

—¿Cuál?

—La reestructuración de la deuda nos dio un alivio muy importante en los primeros años y los siguientes para poder afrontar pagos de deuda que se condigan con las posibilidades de la provincia. Este año ya afrontamos vencimientos de deuda en marzo y lo haremos en septiembre en un sendero sostenible. No corre riesgo el pago de vencimientos de deuda. Por otro lado, venimos trabajando en los objetivos de la provincia de Buenos Aires que están intactos.

—¿Se pueden cumplir esos objetivos?

—Nosotros venimos haciendo obras en escuelas, hospitales, rutas, y articulando diferentes programas. Los objetivos están intactos, lo que se hará es definir los tiempos en que se van a cumplir en la medida de las posibilidades de la provincia. Algunos programas habrá que readecuarlos, pero Axel reeligió en la provincia con una propuesta clara: no es con menos Estado. Los bonaerenses votaron porque el Estado este presente, contribuya con el privado, genere incentivos y también genere mejor salud, mejor infraestructura, y en ese sentido iremos trabajando. Este contexto es más complicado para llevarlos adelante, pero lo haremos igual. Demoraremos más, pero los vamos a cumplir.

—¿Cuáles son las herramientas que se generaron para cumplir estos objetivos en este contexto?

—La reestructuración de la deuda, como mencioné, así como profundizar el vínculo con organismo multilaterales de crédito. Los distintos bancos de desarrollo, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina. La provincia había heredado una cartera de préstamos demorados y que no se habían ejecutado. Nos pusimos al frente de ejecutarlos, en algunos casos redefinirlos y avanzar en nuevos. La cartera creció mucho y hoy asciende a 3 mil millones de dólares, lo que nos permite contar con un piso inversión asegurado porque es internacional y da continuidad en materia de obras, que es a lo que están destinados. Lo que me parece importante es que se dimensione que no es menor que las políticas del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, si bien tiene menos herramientas que el nacional, tienen que ver con incentivar la producción y el mercado interno,

—¿A qué se refiere?

—Lo vemos en el rol del Banco Provincia que también hablamos y se suma a la reestructuración y el vínculo con los organismos. Eso esta y se está haciendo. Yo pregunto qué estaría pasando con el consumo si no existiera el Banco Provincia y la Cuenta DNI. Eso también repercute y es decisión de política pública. El trabajo del Ministerio de Producción con las PyMEs y los parques industriales o el Ministerio de Desarrollo Agrario con el agro. Eso afecta positivamente, aunque sea difícil de conmensurar en un escenario de tanta caída.

—En la última reunión del gabinete Kicillof mencionó que Milei quiere que la provincia se caiga, ¿eso puede pasar?

—La provincia va a cumplir con sus obligaciones. Los cumplimos todos estos cuatro años. Respecto a los salarios, que es otro tema que me compete en las conversaciones con los gremios, siempre hemos hablado y explicado la situación, lo cual es valorado. Está la tranquilidad de que iremos tomando decisiones para cumplir con nuestras obligaciones. Vamos a pagar el aguinaldo como corresponde, algo que se ponía en duda en algunos lugares. Tomando decisiones correctas, siendo prudentes, así pagaremos los compromisos de deudas e iremos cumpliendo con los programas que fija el gobernador y cada ministerio. A pesar de la coparticipación, tenemos recaudación propia. Tenemos herramientas para administrar fiscalmente la situación y el gobernador pueda cumplir con los planes que planteó.

⁠¿El alza de los bonos argentinos ante la votación de la Ley Bases es motivo de celebración? ¿Es bueno para la provincia?

—Los mercados, por definición, son volátiles. Reaccionan a la perspectiva generalizada que pueda existir. En lo material, no tiene impacto en la provincia de Buenos Aires que haya un alza o una baja. Lo veo y lo analizo, pero no es algo per se positivo, sobre todo cuando se mira un periodo corto o lo que pasa en un día o dos. Hoy, por ejemplo, veo que está subiendo el dólar paralelo y eso acrecentó la brecha con el oficial, entonces por un lado suben los bonos y por otro la brecha, que no es algo positivo para la macro. Hay que tomar todo con pinzas, con cautela, pero a priori no hay un efecto positivo para la provincia y no es un indicador que tomado de forma aislada sea algo concluyente. Me parece mucho más concluyente lo que pasa en la actividad económica antes que cualquier indicador financiero.

—¿En la provincia hay empresarios que preguntan cuando estará en vigencia el RIGI para poder invertir?

—He tenido conversación con empresarios por distintos temas, pero no particularmente del RIGI. Yo lo veo con preocupación. No quiere decir que no podamos discutir un régimen de promoción de las inversiones, pero no este que otorga beneficios excesivos. Es muy generalizado en cuanto a los sectores que involucra y geográficamente también. Una cosa es un régimen de inversión para determinado sector y en determinado lugar. Por experiencia internacional, es muy extendido en el tiempo, muy generalizado y con beneficios muy fuertes que están por encima de lo que piden las empresas. Deja muy desguarnecida a las producciones locales y en condiciones muy desfavorables para competir.

—Con este marco, ¿estamos cerca de un despegue de la economía en forma de "V" que pregona el Gobierno nacional?

—Más allá de la letra que uno le ponga al andar de los datos económicos, yo no estoy viendo que vaya haber una recuperación y menos que sea rápida porque no hay un motor que la traccione. En el consumo interno tenemos una caída de ingresos que ronda el 20 por ciento y un golpe en el poder adquisitivo por el aumento de tarifas, escuelas, medicina prepaga. Ante esto, no veo reactivación por consumo. Por el lado de inversión, tampoco lo veo. Puede haber algo de incentivo, pero si no hay demanda es difícil que se invierta. Y por el lado de las exportaciones, todo está cayendo fuerte más allá del rebote del agro por la sequía. Yo no veo ni un V, ni una U o ni una W.

—¿Hay intenciones desde la Provincia de finalizar obras paralizadas por el Gobierno nacional?

—Nosotros estamos trabajando con obras de la provincia, que ya tiene una cartera importante de proyectos. El Gobierno nacional tiene cerca de mil obras interrumpidas en la provincia. Lo primero que hay que decir es que es una obligación del Gobierno nacional y tienen que cumplir con esas obligaciones. Es falso que el Gobierno nacional no tiene funciones en las provincias en materia de educación o de salud y se así se desentiende de su función. Tiene algunas funciones que son propias exclusivamente y otras concurrentes con la provincia. El Gobierno nacional recauda impuestos para cumplir esas funciones, tanto impuestos exclusivos como los de la aduana y otros que son concurrentes como el IVA o bienes personales. Tenemos el caso del impuesto al combustible que va a un fideicomiso para hacer obras. Es una asignación específica que no cumple. Es una obligación constitucional que no cumple.

—¿Entonces?

—La provincia de Buenos Aires quiere que el Gobierno nacional cumpla con sus funciones y haga las obras. Si no las cumple, la provincia tratará de llevar a cabo obras neurálgicas, como el caso de las universidades nacionales o la ruta Presidente Perón. Pero lo que Nación recauda y se coparticipa es porque así es el arreglo federal que se hizo, pero si el arreglo es otro lo podrían recaudar directamente las provincias.

—¿Hay que ir hacia ese modelo de coparticipación?

—No. No soy partidario de que cada provincia se arregle con lo que genere. Me parece que la Provincia de Buenos Aires es solidaria y tiene que ser solidaria. Ahora bien, me parece también que debe cumplir con el mandato constitucional para que se distribuyan los recursos generando equidad e igualdad de oportunidades. Lo que hoy la provincia puede gastar por habitante es menor que otras provincias lo que pone a cualquier bonaerense en desventaja con cualquier otro.

—¿Es momento de rediscutir el sistema?

—Me parece que está bien que haya criterios redistributivos, pero tenemos que preguntarnos con qué objetivo. Nosotros creemos que es con el objetivo de generar, que es el mandato constitucional, un grado equivalente de desarrollo. Eso tiene que buscar como objetivo el sistema federal de coparticipación. Esa discusión se dio a finales de los años ochenta donde lo que primó fue esta idea de que como venía habiendo una profunda migración hacia la provincia de Buenos Aires por una lectura de falta de oportunidades, se hizo la coparticipación tratando de generar el mayor balance. Ahí la provincia perdió entre 7 y 8 puntos y otras provincias ganaron para poder sostener su población. Pero bueno, eso no sucedió. Hoy la provincia de Buenos Aires concentra el 40 por ciento de la población y tiene indicadores de vulnerabilidad de entre el 40 y el 50 por ciento. No pretendemos que se devuelva todo lo que genera en términos de riqueza, pero hoy los criterios serian diferentes por la participación muy grande en la pobreza del país.

—En su carácter de economista, ¿estudió la escuela austríaca que profesa el Presidente?

—Se estudiaban algunos textos, como algo que derivó en la escuela neoclásica. Algunos autores iniciales de esa escuela tienen un parentesco con la neoclásica, que sería la escuela liberal más tradicional. La escuela austriaca es muy llamativa. Nosotros discutíamos mucho ya con la neoclásica la idea de que el libremercado es la panacea y que los mercados por si solo te pueden garantizar los mejores resultados y la mejor asignación de recursos. Pero ahora vienen a decir que los monopolios u oligopolios son buenos. Eso ya es un estadio complejo. Ahí ya es difícil defender los preceptos de los mercados y la competencia perfecta, o entre empresas.

—¿Su aplicación tuvo resultados positivos en algún país?

 

—No hay. Que yo conozca no. El Presidente se define como el primer presidente libertario del mundo y de la historia universal. Entiendo que él remite a unas experiencias muy puntuales en aspectos particulares donde se llevan políticas de este tipo. Pero con este grado de políticas de ajuste feroz no hay experiencias, al menos que yo conozca. El ajuste del gasto público es brutal y se lleva adelante sobre los jubilados. Pero ellos lo celebran, no se entiende.