El fenómeno se puede pensar como una ecuación. Cada día las personas mayores reciben más recetas médicas para tratamientos. En paralelo, los precios en las farmacias aumentan sin tregua. Así, la encrucijada aparece a la vista: los tratamientos se vuelven costosos y, en muchos casos, impagables, y al paciente sólo le queda elegir qué tratamientos continuar y cuáles cortar.
El consumo masivo de medicamentos no es algo nuevo. De hecho, es un proceso conocido como polifarmacia y ocurre, según la OMS, cuando un paciente toma tres o más medicamentos diarios. Empezó a originarse cuando, producto de los avances de la medicina, la esperanza de vida comenzó a estirarse y las enfermedades crónicas no transmisibles se volvieron más habituales.
En Argentina la polifarmacia presenta sus propias características: producto del sistema de atención médica, las recetas llegan a borbotones; sin embargo, por la suba de los precios y la caída drástica en los ingresos, los límites aparecen en la billetera. Esto hace que cada vez más los pacientes abandonen o alteren los tratamientos crónicos mientras los profesionales de la salud llaman la atención al respecto y hacen un llamado a la “desprescripción”.
Elige tu propio tratamiento
La línea más visible del fenómeno ocurre del otro lado del mostrador de las farmacias. Allí, día a día se acercan miles de personas con sus libritos de recetas médicas, su presupuesto y el puñado de preguntas sobre qué llevar, qué tomar en cada momento, cuándo y para qué.
Viviana, una trabajadora de la Farmacia Km. 0 —ubicada en la zona de Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires—, explicó a Página|12 que ya es algo habitual que los pacientes lleven como mínimo tres medicamentos o más para uso diario. Sin embargo, entre tantos medicamentos, muchos quedan afuera: “Cuando se vuelve un tratamiento prolongado, ya están acostumbrados. Incluso, no está bueno decirlo, pero ellos mismos manejan sus propias dosificaciones. Hay dos bases fundamentales: una es porque uno conoce su cuerpo, y otra, porque uno conoce su billetera”.
Por su lado, Andrea, farmacéutica en otro comercio de la misma zona, contó también que muchos pacientes compran tanta cantidad de medicamentos que terminan sin saber “para qué son”. “A veces los médicos se los prescriben y ellos mismos te aclaran: 'pero me dijo que no lo tomara más'. Entonces directamente no se lo llevan. Pero ese es el que es más consciente a la hora de tomar su medicación”, agregó.
Antonio, en cambio, es más pesimista. “La gente realmente no consume lo que debiera. No va al médico tampoco, vienen y compran. O con el descuento que le hacemos nosotros, o no llevan. Si es para el estómago no lo compran, y si es para la diabetes lo compran cuando pueden. Porque ahora una tira sale 60 mil pesos. Con el descuento que pueden llegar a tener, igual no les alcanza, dividen la dosis para que dure un poco más. Pero es muy riesgoso, porque ponen en juego la salud”, explicó.
En los últimos dos meses de 2023, coincidente con el balotaje y el cambio de Gobierno, la inflación escaló a un 41,6%, y los precios de venta al público de los medicamentos más consumidos por las personas mayores ascendieron un 77,2%, según explicó el Centro de Economía Política (CEPA) en un informe específico sobre la evaluación de este sector de la economía.
"A desprescribir", el llamado de los médicos
Suena como un canto. Así como, allá por 1969, Víctor Jara cantaba y llamaba “a desalambrar”, hoy, 55 años más tarde, los ecos suenan en los consultorios médicos con una leve variación: “desprescribir”. Más precisamente, el pedido es volver a tratar a los pacientes de manera integral –y no sólo medicar un manojo cada vez mayor de enfermedades–, intentando dar a consciencia cada uno de los tratamientos y retirando todas las recetas que podrían estar de más.
Así lo explicó a Página|12 el presidente de la Sociedad Argentina de Medicina, Diego Brosio: “La polifarmacia te lleva al aumento de los efectos adversos de medicamentos, a una interacción medicamentosa, a una hospitalización no programada. A lo que se llama la cascada de prescripción. Significa que yo doy un ansiolítico, eso produce confusión; doy otro para la confusión, eso produce acidez, y entonces doy algo para la acidez. Estoy tratando medicamentos por los efectos que les producen otros medicamentos”, ejemplificó.
Es un esquema en el que también juegan otros fenómenos: “Los pacientes que tienen multimorbilidad (presencia de dos o más enfermedades crónicas) van a ver a varios especialistas. Para poner un ejemplo: un paciente diabético, hipertenso y con osteoporosis, va al diabetólogo, al cardiólogo, al ginecólogo y al traumatólogo y puede ver también a un especialista en osteoporosis, es decir puede ver a cinco médicos. Cada uno de ellos receta, muchas veces sin evaluar los efectos adversos respecto a los otros medicamentos que toma el paciente o las otras enfermedades que tiene”, agregó Brosio.
Ahí es donde aparece el canto a lo Víctor Jara: “Lo que uno entiende es que una de las tareas nuestras es la desprescripción. Muchas veces los pacientes toman medicamentos por inercia, porque en algún momento les dieron un medicamento por “x” causa, pasó la causa y el paciente sigue tomándolo. A veces toman medicamentos que no necesitan en ese momento, o a veces medicamentos que son de venta libre. Por eso, lo que tenemos que hacer es la reconciliación de medicamentos. Tener la lista de medicamentos, ver por qué los toma y ver si tiene algún tipo de efecto en el paciente”, continuó el presidente de la Sociedad Argentina de Medicina.
Por otro lado, el defensor de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires, Eugenio Semino, añadió: “La pandemia le corrió el telón al sistema de salud. Lo dinamitó. Por ejemplo, metodologías que se instalaron en la pandemia, porque eran necesarias, como la atención a distancia, llevó a que hoy ya muchos pacientes hayan perdido la conexión con su médico”.
“Muchos médicos quieren limitar su tiempo para atender, porque en salud privada tienen un mejor ingreso. Ahí nos encontramos con dos fenómenos. Uno es la repetición de recetas sin examinar al paciente previamente, donde receta más la secretaria que el médico. Por otra parte, esto ya se convirtió en algo cultural para el paciente”, lamentó.