Horas antes de que la banda saliera al escenario para hacer su primer Estadio de Atenas, en La Plata, una amenaza de bomba obligó a evacuar las casi tres mil personas que se agolpaban para escuchar a La Cumparsita Rock 72. El llamado no fue aleatorio: un productor al que conocían intentaba desbaratar ese andamiaje de fierros y canciones montado a pulmón por un grupo de pibes que decidían crecer por su cuenta. Pero ese mismo empuje metió al público una vez más en el estadio y terminó por encender la noche. Diez años después, esta banda platense de rock y no “de rockeros” —como prefieren definirse— lleva editados tres discos haciendo base en clubes barriales del sur de Buenos Aires y se dispone este fin de semana a grabar un DVD y presentar en El Teatro de Flores el último de sus trabajos: Máquina de sentimientos contra el viento.
“Capaz grabamos poco en estos dieciséis años como banda pero nosotros no somos ‘fabricantes de canciones’, no vamos por ese lado”, dice Emiliano Santillán, cantante de La Cumparsita, en un billar de Boedo. En ese otro camino emprendido, este numeroso grupo de nueve músicos también se alejó de los carteles luminosos encendidos por sellos/productoras como PopArt o Sony. “Tuvimos la suerte de que quisieron acercarse, pero no nos deslumbró nada de lo que proponían. Preferimos seguir por nuestra cuenta. Incluso desde lo económico nos parece lo mejor, y la libertad que tenemos no la queremos perder por nada.”
La decisión de andar solos, que significa también un crecimiento más lento y difícil, se transformó en su patrón de conducta. Hoy los integrantes de La Cumparsita se reparten entre la banda y sus trabajos vendiendo desde remeras hasta productos de limpieza. “Salimos del barrio y eso nos hizo personas sencillas, que si buscan un reconocimiento es desde lo musical y no por haberse acostado con una famosa. Estamos muy lejos de la película de la estrella de rock, que termina desvirtuando todo”, opinan en relación a recientes denuncias de abusos que hoy ensombrecen esa escena que crece bajo la siempre difusa etiqueta del rock barrial. “Los músicos tienen una responsabilidad muy grande con toda la gente que los va a ver. No podés aprovecharte de eso para tu beneficio personal. Si no, hacete cargo de las consecuencias.”
En su largo acopio de canciones forjadas entre yeites setentistas, melodías directas, baladas y candombes, y nutriéndose de una intensa suavidad que no abunda en los baldíos del rock, La Cumparsita va aumentando la potencia de su sonido en cada club donde se presenta. “Muchos de los dueños nos subestiman, nos dicen que con el sonido que armamos tocó Rata Blanca. Y nosotros lo necesitamos por otro motivo”, dice Emiliano Santillán. “Si no subimos el volumen, la gente grita tanto que se escucha más que la banda. A muchos no les gusta que caigamos con un equipo de cincuenta personas que laburan de memoria y un público que está bastante loquito. Pero así venimos viajando.”
* Sábado 11/11 a las 19 en El Teatro Flores, Av. Rivadavia 7806.